-III-

257 29 20
                                    

Guillermo iba llegando de hacer las compras, no había tardado mucho pero ya era algo tarde; Guillermo en cuanto llegó al departamento se dió cuenta de que Andrés ya había llegado pues las cosas de entrenamiento estaban aventadas y desorganizadas en la entrada.

-¿Andrés?- preguntó Guillermo con un volumen de voz alto, esto con el fin de afirmar que estaba Andrés en el apartamento.

-Dime, Memo- contestó Andrés mientras salía de su habitación y cerraba la puerta de esta misma.

-Nada, solo quería ver si estabas aquí- comentó Guillermo mientras le dedicaba una sonrisa a Andrés.

-Voy a cocinar el almuerzo para tí y para mí- agregó Guillermo mientras se dirigían a la cocina.

-Muchas gracias Guille... te quiero- agradeció Andrés con timidez y una sonrisa tierna mientras que sus mejillas se teñian de color carmesí y también se direccionada hacia la cocina junto Guillermo.

-¿Me quieres?- mencionó Guillermo con un tono de broma.

-Claro, es imposible no quererte- contestó Andrés con un tono serio pero tierno, a lo que solo Guillermo dejo salir una sonrisa cálida mientras que este mismo sacaba los ingredientes para lo que necesitaba cocinar.

Andrés se sentía avergonzado de haber dicho lo anterior, solo trataba de darle señales a Guillermo de que lo amaba incondicionalmente, pero todo lo que decia era en vano, pues Guillermo no captaba sus indirectas. Estuvieron en un silencio largo, pero Guillermo fue el que decidió hablar para entablar una conversación con Andrés.

-Bien y ¿Cómo te fue en tu entrenamiento?- cuestionó Guillermo.

-Bien...o bueno eso supongo- contestó Andrés aún con vergüenza por lo ocurrido con anterioridad.

-puedo saber el ¿Por qué?- dijo el contrario mientras servía los platos del almuerzo para los dos chicos.

-Estamos bajo mucha presión porqué pronto irán a vernos para ver si podemos debutar profesionalmente- hizo un gesto de preocupación.

-¡¿En serio?! Eso es una buena noticia, te aseguro que tú podrás debutar, eres un jugador muy bueno, ya lo verás- mencionó Guillermo muy feliz por Andrés mientras llevaba los platos a la mesa para comer.

- No lo sé Guille, hay mejores que yo-

-¿Mejor que tú? No lo creo y si llega a pasar eso tú también puedes llegar a ser igual o mejor que esa persona ¿No lo crees?- anotó Guillermo con una sonrisa dulce que hacía que sus ojos se enchinaran. Pero solo hubo un rotundo silencio hasta que Andrés volvió a retomar la conversación.

-Guille...- veía hacia abajo, Andrés estaba casi a punto de expresar sus sentimientos hacia Guillermo.

-¿Si?- preguntó Guillermo.

-No, nada...olvídalo- respondió Andrés, se había arrepentido.

-¿Estás seguro?, sabes que cuentas conmigo para lo que sea-

-Si, gracias Memo...oye, sé que a lo mejor no es momento pero ¿Por qué ayer estabas tan triste?- continuó Andrés mientras levantaba la mirada, a lo que Guillermo solo respondió con un silencio pero después decidió hablar.

-Un bajón, luego mi mente juega mal conmigo-

-Ya veo... suele pasar-

-Perdón Andrés, te juro que no quería tratarte como lo hice, todo fue impulso y no pude controlar nada- sus ojos se veían cada vez más cristalinos.

-Ayer cuando salí, perdón, no tuve que responderte así, no te mereces el trato que te doy...yo sólo deje guiarme por mis pensamientos impulsivos- agregó Guillermo mientras tartamudeaba con un tono débil y en sus ojos solo se podia observar que se aguantaba las ganas de quebrar en llanto.

-Guille...tranquilo, no pasa nada, yo lo entiendo, lo que se vivió ayer, se vivió ayer y punto-mencionó Andrés tratando de consolar a ese chico de rulos, el cual estaba a nada de romper en llanto.

-Te quiero Andrés -

Aquellas tres palabras hizo una revolución en el estómago y corazón de Andrés, fue casi la misma experiencia de ir y tocar las nubes y caer en brazos de quién más amabas. Su cuerpo se envolvió en felicidad y amor. Y en su alma se tatuaron inesperadamente aquellas palabras.

-Sabes que cuentas conmigo y siempre estaré ahí para tí, sea lo que sea, a pesar de que el día este de lo peor, a pesar de que ese día hayamos discutido, no importa...siempre estaré ahí para tí y escucharte, incluso estar ahí hasta que lleguemos a nuestra última página- fue lo que comentó Andrés mientras se paraba de su silla para ir a abrazar al chico de mayor estatura.

Andrés estaría dispuesto a prestar su hombro al chico que le juraba amor eterno, estaba dispuesto a darlo todo por ese chico de rulos, sin duda, un amor puro. Andrés amaba a Guillermo por elección y tenacidad del corazón, no por compañía. Andrés quería estar con Guillermo eternamente, estar ahí para poder oler su perfume, escuchar su voz gentil, sentir entre sus brazos a ese chico de piel canela cada vez que lo abraza y todo esto sin condición.

Sin duda, un amor mágico, un amor no correspondido y un corazón débil. Andrés sabía que Guillermo nunca entendería su corazón roto y frágil.

Ese abrazo fue mágico para Andrés, sus latidos del corazón iban muy acelerados. Andrés disfrutaba el poder oler el aliento de Guillermo, poder observar esos ojos de color café se le hizo un vicio a Andrés, Guillermo sin duda era su punto débil de Andrés.

Solo se podían escuchar las respiraciones de esos dos chicos y los sollozos de Guillermo a bajo volumen en esa habitación. Andrés solo sentía como su corazón quería estallar, estaba ahí, estaban ahí, abrazándolo, abrazándose, un sentimiento inefable. Andrés solo estaba recargado en el pecho de Guillermo, lo cual le permitía escuchar los latidos del corazón de su amor no correspondido. Solo eran esas dos soledades en esta habitación y con la penumbra de testigo.

Esa amistad que se sentía como volar.
Pero pronto tiene que parar
para así la noche contemplar.
Pero se verán en otra vida.
Mientras está amistad quedará adormecida.
Pero siempre será su guarida.
Y con esta herida pérdida.
Daría su despedida.

𝐀𝐦𝐚𝐫 𝐝𝐮𝐞𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora