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Ven querido lector, toma asiento a mi lado. Este viaje en tren será largo... Así
que, permíteme contarte una historia:
De un amor no correspondido y no de un pasado muy lejano. Pero más allá de rosas, tulipanes, cerezos, nubes y cartas que mostraban amor, aún así, no daban signos de florecer en el corazón de uno de ellos.

Sin embargo, uno de esos chicos esperaría cien vidas solo para caminar junto a su amor eterno, aunque sea una vida...

El tren apenas va avanzando ¿Estás listo?

Era de noche en la Ciudad de México, las calles de dicha ciudad estaban siendo alumbradas por la luz y resplandor de la luna, también los faros contribuían en iluminar aquel lugar moderno y lleno de historias.

En las calles se encontraban dos chicos caminando contemplando cada edificio conforme avanzaban. Aquellos chicos eran muy buenos amigos; sus nombres los cuales eran, Guillermo Ochoa y Andrés Guardado, estos chicos eran muy unidos, eran como uña y mugre, y siempre eran la felicidad andando. Ambos tenían una personalidad que cuando estaban juntos hacían que las carcajadas nunca acabarán... simplemente unas personas demasiado alegres haciéndote ver que la vida al final del día no es tan mala, y había sido que tuviste un mal día solamente.

Sin duda eran un dúo perfecto...tristemente eso no pudo seguir por circunstancias que marcaron la vida de los dos. Pero eso es otra parte de la historia.

Con exactitud, el calendario indicaba que era un sábado.

Esos chicos sólo daban un paseo por ahí, para pensar y reflexionar acerca de sus vidas. La oscuridad de la noche y la soledad de las calles hacían que sintieran una total paz, además de que la compañía del silencio que generaban los dos era perfecto.

Andrés solía ocupar ese momento para reflexionar sobre lo que le sucedía, llevaba días en los que se sentía confundido, pues cada día encontraba a Guillermo más atractivo, cada interacción que tenia con su amigo hacía que quisiera gritar de la emoción, sentía como se ruborizaba con tan sólo escuchar su voz. Verlo empezaba a ser su pasatiempo, lo observaba cada día con más dedicación y apreciaba cada rasgo de aquel rostro, que sólo quería tenerlo cerca suyo, besarlo o tan sólo abrazarlo. Tal vez sólo debía quedarse en un deseo y no intentar nada.

En medio del pequeño ruido que provocaban los zapatos de los dos al chocar con el concreto húmedo. Andrés volteó a ver a Guillermo y notó que algo no estaba bien.

-Memo ¿Te sientes bien?- preguntó Andrés preocupado.

-Sí ¿Por qué lo preguntas?-  el otro disimulando totalmente el nudo en la garganta que sentía.

Andrés sabía que Guillermo mentía, era casi notorio saber cuando quería llorar -¿Qué pasó?- cuestionó Andrés mientras agarraba del brazo a Guillermo para que se detuviera.

-¡Andrés!- exclamó Guillermo al sentir la mano de su amigo. Le había molestado un poco esa acción. Suspiró desviando su mirada a otro lugar -Mira Andrés, no quiero hablar de esto ahora-

Andrés se sorprendió un poco por la reacción de Guillermo pero lo dejo pasar -Solo dime algo ¿Es grave?- trataba de hacer contacto visual con Guillermo.

-No Andrés, ni si quiera pasó algo- fue lo único que salió de la boca seca de aquel jóven.

-Cualquier cosa, cuenta conmigo, Guillermo- comentó Andrés mientras se acercaba a Guillermo para darle un abrazo y cerrar sus ojos.

Sólo las respiraciones de esos chicos, era lo único que ahora se escuchaba en la pesadumbre del eco de aquellas calles en las que soplaba el viento con rudeza. Sus corazones latian con fuerza. Un corazón estaba dispuesto a amar al chico que tenía entre brazos y el otro aún seguía en busca de su amor.

𝐀𝐦𝐚𝐫 𝐝𝐮𝐞𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora