Mente en Blanco

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"Nathan, todo va a estar bien."

...

07 de enero de 2056

Una luz... Era todo lo que veía aquel hombre tirado en el suelo, hasta que abre sus ojos hacia el cielo.
- ¡Qué dolor de cabeza!-
Llevándose las manos a la cara se percata de sus dedos extremadamente delgados, al punto que podía discernir claramente su anatomía. Intenta entender porqué está así, pero vagamente tiene recuerdos de su pasado.

Mirando a su lado ve una camilla de hospital volcada. Intenta arduamente levantar su torso y lo logra pero no tiene casi fuerzas para nada. Nota su ropa de hospital.
Tras la camilla hay un edificio gigante, que, a notar por su forma parece un hospital, muy afectado. Una de las habitaciones encima de él tiene el ventanal roto y el balcón caído.

Suponiendo una mera parte de su situación actual, intentó ponerse de pie, le costó bastante, tanto que, cada vez que lo intentaba caía nuevamente sobre sí; sus piernas, aunque estaban, casi que le parecían inservibles. Al rato logra ponerse en pie y, aunque parece haber olvidado caminar, logra moverse un par de pasos a la cama a su lado, donde levanta el portasueros trabajosamente y se apoya en él para avanzar, paso a paso, lentamente. Su ímpetu le valía más que el trabajo que le costaba.

Habiendo llegado, en unos minutos bastante extensos, a la puerta del hospital, se percata de que no hay nadie. Entra y se encuentra con una escena bastante alarmante; todo está abandonado y desordenado por todos lados, con un letrero enorme en la pared de la recepción, aparentemente escrito con pintura negra, que dice:

"NO HAY SALVACIÓN
SÓLO LA MUERTE"

- ¿Qué loco lo habrá escrito?-

El hombre rodea el mostrador de la recepción para entrar, y se encuentra, recostado a la pared, un cadáver a medio descomponer. Su olor putrefacto notado en la cercanía, aquellos restos de órganos y los insectos cadavéricos que brotan de las cavidades del cuerpo, arrastrándose entre el charco de sangre seca marcado en el suelo y los sesos reducidos detrás del hueco en su cabeza por el que apunta la pistola que sostiene, no dan a la vista una agradable imagen. Casi vomita, si no fuera porque no tiene nada que vomitar.

Marcha por donde venía y decidió ir a su cuarto donde quizá haya algún tipo de información, pero le va a costar subir esas escaleras, puesto que no hay electricidad, por lo que tampoco ascensores.
Va lento y sin aliento.

Al cabo de los diez minutos, al llegar a su cuarto, entra por un borde de la puerta, que estaba trancada con un estante, y se encuentra con la habitación que había visto antes, de donde provenía la camilla y, seguramente, él.
Inspeccionándola, encuentra un florero roto en el suelo, con flores marchitas y cenizadas, y, la cómoda del lado contrario por el que la cama llegó a parar al ventanal, caída, sin explicación alguna, aparentemente. Mirando, encuentra fotos en marcos regadas y dibujos, que dicen:

"Que te mejores, papá" 28/8.

"Para Rothan, de su familia" 16 de septiembre.

- Mi nombre... Mi familia...-
Se queda pensando un rato...

(...)

- ¡Papá, papá! ¡Dice mami que debemos apurarnos!

- Tranquilo, pequeño. Nunca será tarde para ver a tu madre.

- Pero... ¿Y si se va?

- Rose nunca se irá de nosotros.

Torbellino de MaticesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora