1.

1K 49 8
                                    


Sam.

Escuchó a lo lejos, con una sutil delicadeza... tan propia de alguien que parece invocar al ídolo de sus sueños.

Sam. Volvió a oír, un poco más firme esta vez. Entonces allí es cuando lo supo.

Ahí estaba ella. Pronunciaba su nombre... de nuevo, casi que con desesperación. Una que ya conocía de memoria e incluso parecía poder dominar cada fibra de su cuerpo. Era ella.

Era la voz de Mon.

—Sam.

Pero sonaba diferente. No en la forma que decía su nombre, no. Es... otra cosa. Sam no podía entenderlo, no del todo al menos. Solo que sonaba rota, cómo si ella estuviera llorando.

<< ¿Mon? >>

El nombre le supo dulce en la boca.

—Lo siento, Khun Sam.

Y eso era todo. Mon no pronunciaba otra cosa, no explicaba nada más y para cuando la angustia empezaba a carcomer el cuerpo de Sam, ella simplemente despertó de la pesadilla con la piel brillando en sudor. Sola. Al principio fue desagradable. Las luces dieron de lleno con sus ojos oscuros y Sam tuvo que cerrarlos de golpe para que no le provocara algún mareo.

Llevó la mano a su frente y sobó el área por encima de las cejas con los dedos. La migraña parecía estar a punto de atacarla con todo su arsenal.

—No... —murmuró para sí misma, sintiendo la boca seca— no era verdad. Tú no lo sientes, Mon.

Suspiró y abrió los ojos, mirando el lado vacío de la cama. Ese lado que tantas veces vio lleno de la presencia de Mon. Y dolía. Eso a Sam le dolía más que todo lo malo que aconteció antes en su vida.

¿La razón? Mon.

Mon no estaba. No lo había estado en dos años. Todo por su culpa, se repetía día con día.

<< Si tan solo hubiera llegado a tiempo, si no hubieras tomado ese vuelo a Inglaterra yo habría podido convencerte de quedarte conmigo >>

Serían felices, pensó Sam mientras enfocaba la vista en algún punto de la esquina de la habitación porque de verdad necesitaba hacerlo. Sam necesitaba ver algo distinto a la imagen que su mente formaba de Mon llamándola en sueños, ya que eso y solo eso es lo único que podía aislarla lo suficiente como para no llorar. Estaba cansada. Ya Sam había tenido bastante de esto y las lágrimas no traerían de vuelta a Mon a su vida, por más que le doliera y deseara tenerla... Mon se había ido. En esos dos años no tuvo noticias de su paradero aún cuando supo que tomó el vuelo rumbo a Inglaterra.

Sus amigos; Kade, Jim y Tee permanecían fieles a guardar ese dichoso secreto. Cosa que Sam no veía de verdad necesaria, ¿qué tenía de malo que ella supiera? Es decir, sí... la buscaría, por supuesto que Sam lo haría, pero siempre respetando la decisión final que tomara Mon. Ella nunca la obligó ni la obligaría a nada, incluso si eso acabara con su propia vida. Porque sí, Sam así lo sentía. No por nada se había ahogado tanto en trabajo y proyectos para apaciguar de alguna forma ese dolor que parecía no dejar de crecer y arrugarle su corazón.

Si es que todavía lo tenía, pensó. No. Definitivamente no lo tenía. Mon se lo llevó.

Mon se había llevado todo de ella. Estaba vacía.

Sola, y completamente vacía.

.

Así estuvo toda la mañana. Quizá porque el dolor de cabeza no desaparecía ni con los medicamentos que Kirk le había traído a tempranas horas de la madrugada. Y ahora que lo pensaba, ¿cómo es que llegó tan rápido? Oh, claro. Casi lo olvidaba. Kirk estaba durmiendo en la habitación contigua a la suya.

Cruces Ajenas | GAP The Series | MonSamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora