Aquellas luces en el cielo le daban calma, no sabía el porque pero le daban un sentimiento de protección y felicidad, le daban una gran tranquilidad que era difícil de creer.
Akaza no le iba a decir que sí, aunque dudaba de él mismo, todo había pasado tan rápido que no pudo pensar con claridad, estaba en medio de la espada y la pared. El demonio estaba teniendo una crísis interior, le costaba pensar bien que hacer así que respiró e intentó pensar mejor.
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Los últimos días no había visto al demonio de cabellos ceniza hasta que, mientras caminaba por las sombras de un pueblo, encontró al demonio en un techo, parecía estar comiendo pero no tardó en darse vuelva.
— ¡Akaza-Dono! — Saludó, Akaza se molestó pues no estaba listo para hablar con él, pero el demonio se veía tan emocionado que se le hizo muy feo dejarlo ahí — ¿Akaza-Dono? — Pero recordó que aunque tuviera sentimientos seguía siendo Douma y estaba confundido por su culpa lo que lo molestaba más - ¡E... Espera, Akaza-Dono! — Douma bajó rápido del techo y comenzó a seguirlo.
— Si alguien te ve y se aleja de ti es porque ¡No quiere estar contigo! — Lo vio Akaza algo enojado.
— Lo sé — Dijo con una sonrisa honesta y tranquila.
— ¿Lo sabes? — Levantó una ceja — Lo siento, no me di cuenta — Dijo sarcástico.
— Ya sé que no quieres estar conmigo, pero si no lo haces entonces ¿cómo podremos desarrollar algo? — Akaza se detuvo de golpe.
— ¿¡Y... Y quien dijo que yo quería desarrollar algo contigo!? — Douma lo vio confundido al principio pero luego soltó unas risas.
— ¡Ay, Akaza-Dono! ¿No lo entiendes? Si no quisieras algo conmigo ya te hubieras ido saltando de aquí a otro pueblo — Akaza lo vio totalmente confundido — Tu linda boquita puede decir algo, pero tu conciencia piensa otra cosa. Quiere quedarse, conmigo, por eso no te has ido — Akaza se alarmó, era cierto, si él quisiera ya de hubiera ido desde que le habló pero no dejaría que dañaran así a su ego.
— ¡Si no me voy es porque aquí hay mucha comida! — Respiró profundo para no sonar desesperado — Yo no estoy aquí por ti —
— Como digas, Akaza-Dono — Este sonrió encantado, por fin estaba teniendo una conversación tranquila y sin golpes — Te invito a comer entonces —
— No pienso comer contigo — Akaza siguió su camino muy molesto.
— ¡Pero Aka...! — Y de repente ya no tenía mandíbula, al regenerarse bufó, pues su progreso se había ido al carajo.
Akaza ya no estaba ahí, no entendía a ese chico, nunca dejaba su orgullo de lado, pero su plática había sido larga lo cual era un logro para él realmente.
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Hola, lamento mucho no haber actualizado antes, he esto ocupado, ya saben, la escuela, pero no he olvidado esta historia, eso se los aseguro.
