𝙄𝙄. 𝙎𝙚𝙡𝙚𝙘𝙩𝙞𝙤𝙣

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𝙼𝚎 𝚝𝚘𝚌ó 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚊 𝚌𝚑𝚒𝚌𝚊 𝙱𝚕𝚊𝚌𝚔
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Las puertas grandes de roble se abrieron a los alumnos primerizos. Los demás les contemplaban recordando como fue su primera impresión al entrar en aquella sala. Todos abrían sus bocas asombrados, preguntándose porque se veía el cielo en el techo. También habían varias velas colgando y a los lados del gigante comedor unas telas mágicas colgadas representando las distintas casas.

Los más pequeños se pararon justo antes de los escalones, allí estaba la mesa alargada de los profesores y un taburete viejo. A su lado una señora alta con una postura firme sostenía una pergamino bastante lago y con su otra mano un sombrero aún más viejo que la silla.

Tenía las gafas en la punta de su nariz pero se la notaba con seguridad de que no se iban a caer. El papel se abrió, no hacía más introducción, se lo explico todo antes de entrar.

McGonagall grito el primer nombre en alto. Los niños de once años miraban a sus lados para ver si podían reconocer a Harry Potter y a la niña Black. Varios tenían miedo, era la hija de un asesino. En cambio a Potter lo elogiaban por haber sobrevivido a Voldemort.

— Scorpius Andromeda Black - dijo con claridad la profesora. El silencio se hizo tan presenta que hasta se podía oír el aire de fuera.

La nombrada se movió un poco para que los de su al rededor le dejasen espacio para salir. Ellos al darse cuenta la miraron con terror, no les había hecho nada y parecía que estuvieran en una película de asesinos. Los de padres muggle le temían aún más.

Scorpius subió el par de escalones, la madera crujía detrás de ella. Su pelo negro, sus ojos grises, su complexión delgada y rostro definido la hacían ver como una Black. Tenía un semblante serio, podía dejarte sin respirar solo con una mirada. Pero ella simplemente pensaba en no ir a Slytherin.

Puso primero sus manos y se sentó bien en el taburete. Noto el ligero sombrero parlanchín en su cabeza. Hurgaba por su cabeza para seleccionarla en la casa correcta. No decía solo estaba atento. Vio el diario de su padre pero tampoco dijo nada.

— Ya se... ¡Gryffindor! - grito.

Solo unos pocos a los que no le importaba que en su sangre hubiese la misma que la de un asesino, aplaudieron.

Algunos de los nuevos miraron raro a tres niños que aún no había sido seleccionados.

La pelinegra se sentó en un sitio donde no había nadie a su lado. Se fijó en los que quedaban e intentaba adivinar la casa en la podrían estar. Aún quedaban mucho ya que ella fue una de las primeras.

Los siete años de Scorpius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora