Hype Guys (EN HIATUS)

A Ordinary Day

Una nueva mañana en Rosamund, las voces melódicas de los canarios y el misterioso cantar de un gallo, cuyo origen nadie ha descubierto aún, anunciaron el amanecer. La luz dorada del sol comenzó a filtrarse a través de las cortinas, como un lienzo de tonalidades cálidas que acariciaban delicadamente la habitación. Los hermanos Starset, inmersos en un sueño profundo, despertaron sin sobresaltos ni pesadillas, como si la noche les hubiera regalado un remanso de tranquilidad. Al abrir los ojos, se encontraron con una agradable brisa fresca que danzaba con suavidad entre las cortinas, como si fuera un abrazo de bienvenida, la brisa jugueteaba con sus cabellos y les susurraba al oído que el mundo estaba listo para recibirlos o tal vez solo era aire... Al despertar se encontraron con la sorpresa de una delicada flor en sus camas, un regalo habitual proveniente del árbol cercano en su jardín, que de vez en cuando les brindaba esas encantadoras sorpresas.

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Era bastante temprano; apenas habían amanecido hace unos instantes. 

 Jovi soltó un bostezo mientras estiraba perezosamente sus brazos, aún acurrucado entre los peluches. Joyce, por su parte, aún se encontraba medio adormilada, pero una chispa de energía comenzó a encenderse en su interior. Se reincorporó con delicadeza, tomando asiento sobre el montón de mullidos amigos que habían sido testigos de su animada pelea de peluches con su hermano la noche anterior. Con una mezcla de sueño y emoción, buscó con cuidado a su adorado conejito entre el suave caos de peluches, sintiendo un alivio inmenso al encontrarlo intacto y esperándola con su mirada amistosa.

—Buenos días, Punch —susurró Joyce antes de depositarle un dulce beso en la frente a su fiel compañero de peluche.

Jovi se levantó lentamente y miró a su hermana con una pequeña sonrisa. —¿Cómo has dormido?— Preguntó mientras se estiraba.

La respuesta de Joyce llevaba consigo un dejo de extrañeza y fascinación. —Extraño. No tuve sueños... bueno, al menos no los recuerdo.— Su voz se entrelazaba con emociones y preocupaciones que se dibujaban en su mirada perdida.

—¿Tú? ¿sin sueños? Imposible.

—Sí, es raro, siempre tengo sueños, en casi todos estoy en ellos, siempre con historias locas y emocionantes, a excepción de ayer, claro...— En un momento se queda en silencio con la mirada baja como si tratara de alcanzar los fragmentos de un sueño que se desvanecían.

—¿Ayer? Pero si tú me contaste sobre tu sueño y... ¿Tuviste un sueño que no me contaste?

—La verdad es que no recordaba mucho del ultimo sueño que tuve. Fue como una amalgama de imágenes absurdas y sombras que se desvanecían, con un bosque oscuro, luciérnagas titilantes y un persistente sentimiento de miedo e incertidumbre. Era como si estuviera atrapada en una nebulosa de confusión y desasosiego. Quisiera que esa extraña sensación solo fuera un simple recuerdo de un sueño, así como lo fue ayer...

—Bueno, tu sueño no se aleja mucho de la realidad... yo también quiero que sea un sueño, solo, por favor, no hables más del tema, no por ahora, mi cabeza sigue hecha un caos al recordar todas las revelaciones de ayer.— Confesó Jovi percibiendo la misma carga emocional.

—Solo, no quiero cerrar los ojos solo para tener el recuerdo de verte tirada en el suelo con sangre en tu frente, no puedo simplemente olvidarlo, Joy, no podría, yo no podría...— La voz del chico comenzó a flaquear, mientras las palabras se enredaban en su angustia, como un eco del dolor que había experimentado, pero antes de que pudiera continuar, su hermana lo abrazó con fuerza, como un bálsamo para su corazón. 

—Tenía miedo de no volver a verte, pero aquí estoy, Jovi, estoy viva. Sigo viva por ti. Es un lazo indestructible que trasciende el tiempo.— Susurró con suavidad, dejando que sus palabras se deslicen con ternura mientras el abrazo les envolvía en una complicidad que solo ellos entendían— Tanto en los sueños más coloridos como en las realidades más sombrías... Lo prometimos después de que me cayera de esa pendiente cuando éramos pequeños.