Capítulo 3: Misterios Por Resolver

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— Vamos entren, deben de tener frío.

Yo y Jake fuimos los últimos en bajarnos del autobús, Harold nos invitó del chocolate caliente que había preparado para todos.

Me encontraba sentado en una silla y adelante de mi una gran mesa, degustando del líquido cálido bajar por mí garganta seca.

— Ha venido mucha gente aquí, Harold?

Preguntó Jake. Siempre tan curioso.

— La verdad hace tiempo no venían por este Campamento, creo que la última vez que se dió fue hace como dos años.

— ¿Vives aquí o en la ciudad?

— ¿Tipo de sangre quieres saber del pobre viejo también? — bromee haciendo que todos se rían y Jake se sonrojara.

Harold sonrió — Tengo mi casa a unos kilómetros de aquí, suelo venir para limpiar y que todo esté en orden.

— A todo esto, ¿qué comeremos? — preguntó Nina.

— En el menú de hoy solo hay salchichas. —Respondió.

— ¿Con aderezo o sin?

Preguntó el rubio haciendo que todos soltaran una carcajada, incluyéndome.

— ¿Qué?

— Tu comentario tiene doble sentido. — le informé.

— Váyanse a la mierda.

— Tranquilo amigo, ¿Qué querés hacer? Podemos explorar el lugar.

— Suena bien. — respondió con una sonrisa.

— Tengan cuidado con los animales del bosque. Ah, por cierto. En cada cabaña es para máximo cuatro personas.

— Está bien, vamos.

— No se vayan a perder. — bromeó Nina.

— Que graciosa, y tu no vayas a hacer un trío con tus amiguitos.

Todos se rieron y Nina apretó la mandíbula.

El campamento poseía un gran terreno y cerca de este había un gran bosque, que apostaría que cualquiera que entrase se perdería. Hasta Harold.

Hacía frío, pero era soportable.

— ¿En cual cabaña dormiremos?

Visualice todas las cabañas hasta que vi una separada del resto, se veía descuidada por fuera. Como si estuviera abandonada y las demás no.

La cabaña número "33"

— A esa.

La señalé con el dedo y después vi a Jake.

Él palideció.

— Pero... esa da miedo.

— No pasa nada, cualquier cosa yo te protejo de la llorona.

El rubio rodeó los ojos. — Está bien...

Comencé a correr hacía la cabaña.

— ¡Oye! ¡No me dejes solo maldito traidor!

Escuché como comenzaba a seguirme la corrida hasta que llegamos a la puerta. Intenté regular mi respiración agitada.

— ¿Cómo me llamaste?

— ¿Eh? — él apenas podía respirar.

— ¿Me llamaste traidor?

— No... — tartamudeó — vamos a entrar.

Abrió de golpe la puerta de la cabaña y se adentro en ella, esperando que lo siguiera.

— Lo dejaré pasar esta vez.

La pintura de la habitación estaba desgastada, necesitaría otra retocada. No había mal olor sorprendentemente, había solo dos camas a diferencia de las demás cabañas que tenían cuatro. Una lámpara colgaba del techo, había una mesa de luz en cada lado de las camas y un gran mueble con cajones y libros encima de este.

— Mira esto.

El rubio me enseñó un cuadro del cual no me había percatado, había una mujer, un hombre y dos niñas en el.

— Dice Familia Dáliz, 1990.

Lo escuché pero comencé a revisar los cajones, para confirmar que nadie había elegido esta cabaña antes.

Solo encontré un cuaderno de tapa negra. Me senté en la cama y acomodé mi cabello, para ver mejor lo que contenía el cuaderno.

"Diario de Sefanian Nobliz, 1998"

— ¿Qué es eso?

Preguntó Jake acercándose para ver.

— Parece ser un diario, pero alta pereza leerlo.

Lo dejé al lado de la lámpara de la mesa de luz.

— ¿Te puedo preguntar algo, ricitos de oro?

— ¿Eh? Por qué me llamás así.

— Es mejor que algún apodo de los idiotas del instituto, no? Además me gustan los rizos de tu cabello.

Confesé antes de quedarme dormido.


💙💙💙


— ¡Levantense! ¡Qué es hora del desayuno!

Exclamó una voz femenina a lo lejos.

— unos minutos más... — balbuceo.

— Oigan, ¿y eso qué es?

— ¿Qué?

Abro los ojos ligeramente para acostumbrarme a la luz, Nina se acerca a la mesa de luz agarrando el cuaderno que posaba ahí.

Me reincorporé con pereza y tallo mis ojos, intentando separar de mi cara el cabello desordenado.

— Es el diario de un tal Sefanian Nobliz.

Nina abrió exageradamente los ojos.

— ¡Ese nombre decía en la foto de la entrada!

— ¿La del chico que murió?

— Si... ¿No lo leyeron?

— Obvio que no, ¿Para que querríamos leer lo que escribió una persona antes de que muriera?

Le pregunté cómo si fuera obvio.

— Dicen que despareció misteriosamente. Y la policía no le dió el interés suficiente para describir que pasó.

Pude ver como sonreía ligeramente y después me miró.

— No.

—Es un rotundo no.

Afirmó Jake de mi lado.

— Dale, ¿No les da curiosidad saber que pasó?

Lo pensamos durante minutos que Nina consideró eternos. Podía sentir su ansiedad al esperar que aceptemos.

— Está bien. Hagámoslo.

Nina sonrió ampliamente.

¿Who Is The Killer?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora