14 • ¡cuidado!

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──Estoy enamorado. ──los dos se dieron vuelta inmediatamente. ──No sean idiotas. No estoy enamorado posta pero unas ganas de que me arrastre el ala el turrito ese.

──De que te arrastre el ala... ──repitió Nahuel la frase de Julian con burla.

──Hermano, deja de juntarte con mi buela que dentro de poco vas a decir que la luz mala te quiere agarrar. ──los tres se rieron y comenzaron a caminar hacia la camioneta. ──Nahu, ¿vos tomaste?

──Sí, me clave cuatro caipis, pero toy joya. ──frenó unos e intento hacer el cuatro con las piernas sin lograr el equilibrio necesario. ──Si queres manejo yo, hasta con lo ojos cerrados puedo.

──Soñá que vas a manejar. ──respondió Julian. ──Cuti, yo me baje 6 vasos de fernet. Ta bien que son lavaditos los que hace Lea pero igual no puedo manejar.

──Bueno, yo me tome unas birritas con Licha pero...──No pudo continuar porque lo interrumpieron.

──Uy, con Li-cha. ¿Escuchaste Juli?

──Ay, si, el tomó unas birritas en la terraza con Licha.

──Dios, son dos pelotudos. ──abrió la puerta de la camioneta y se subió. ──Ahora no les voy a contar nada.

──Vos no nos contas nada y mañana en pleno almuerzo te quemo con la buela, Cristian.

La amenaza de Nahuel al parecer si fue efectiva ya que una vez subieron a la camioneta Cristian les relato todo mientras conducía. Los chicos lo escuchaban atentamente a pesar de que Cristian repetía más de dos veces lo mismo porque de la emoción no recordaba que ya les había contado la forma en la que Lisandro lo había agarrado de la mano y entrelazado los dedos, o que el poste de luz de la esquina hacia que los ojos de Lisandro brillarán mucho más. Sin mencionar que Cristian había puesto mucho esfuerzo en explicar como se achinaban un poco los ojos de Lisandro cuando se reía. Porque Lisandro, Lisandro, Lisandro y porque Licha, Licha, Licha.

Julian y Nahuel lo supieron en seguida, Cristian estaba ilusionado por primera vez desde hace más de dos años cuando el gringo le rompió el corazón y esperaban que esta vez las cosas si salieran bien o iban a terminar presos y la verdad es que no les gustaría estar encerrados por asesinato.

──Y entonces ──la voz de Cristian los trajo de nuevo a la realidad──, me mostró fotos de su sobrina, en realidad es su ahijada pero todavía no la bautizaron. Es muy linda, tiene unos rulitos preciosos. Hasta me mostró una foto de él cuando vio a Nina por primera vez. Es tan tierna la imagen, el tiene lágrimas en los ojos y una sonrisa preciosa. ¿Saben qué? Cuando se ríe achina un poco los ojos y es lo más dulce del mundo.

Julian y Nahuel compartieron una mirada por medio del espejo retrovisor y sonrieron, no necesitaban decir nada para saber lo que cruzaba por sus mentes.

──¿Entonces van a ir viendo que onda? ──preguntó Julian.

──Sí, me propuso tener citas. ──se giró para responderle con una sonrisa tímida.

──Re trolo. ──quiso molestar el Nahuel.

──No le digas así, Nahuel. ──en respuesta solo vio que el mencionado le sacó la lengua y largo una carcajada. ──La primer cita la va a pensar él y la segunda yo. Tenemos un trato.

──Que lindo Cuti.

──Es raro, ¿saben? ──Cristian parecía no poder poner en palabras sus pensamientos. ──Me siento raro con todo esto. No raro mal, sino bien. Hermoso. Es una sensación linda. Como si hubiera llegado la persona. Se que no nos conocemos casi nada pero, cuando hablamos siento que si. Como si ya nos hubiéramos conocido. No me pasó nunca, ni siquiera con aquel.

carnicero | ( cutilicha )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora