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1991.

Un coche cualquiera recorre largas e interminables carreteras.

Siguiendo con su rutina de varios días, Julio se detiene en un pueblo cualquiera para cenar, estirar los pies y luego volver a la carretera. Le espera un largo viaje todavía.

Los rayos naranjas del atardecer decidieron el pueblo, uno viejo, destartalado, casi abandonado y muy poco llamativo.

Al encontrar un bar aparcó y bajó del coche. Julio echó un vistazo a los alrededores, nada, ni un alma en las calles.

Entró en el bar, típico bar español de los años 80, viejo, con un olor fuerte y poco acogedor.

En una de las mesas había tres ancianos conversando que al verle entrar se le quedaron mirando.

Sin intención de perder el tiempo, Julio se sentó en la barra, divisó en uno de los extremos a la camarera de espaldas ocupada haciendo algo. Julio esperó pacientemente. Al escuchar un ruido típico de masticar patatas fritas de bolsa, miró de nuevo a la espalda de la camarera y comprobó que de ella provenía el ruido.

Sonrió por lo bajo y carraspeó la garganta para llamar su atención.

Acto seguido la camarera se giró de inmediato y al verle adoptó una cara de asombro y vergüenza. Hizo una mueca sonriente y se dirigió a él mientras se limpiaba las manos en el pantalón.

- perdona, no te había visto... - la camarera se detuvo al momento - ¿tú quién eres?

Julio se sorprendió por la osadía de la pregunta y entrecerró los ojos mirándola.

Ella con gesto serio coge un vaso y se pone a limpiarlo con un trapo.

- ¿vas a tomar algo?

- una cocacola - ella le mira de arriba a abajo y sonríe

- zero, ¿verdad?

- normal - dice con lentitud chulesca y poco agradable.

Ana, la camarera, deja de sonreír y con poco agrado le coloca un vaso y una lata de cocacola delante suyo. Deja de mirarle.

Él sonríe divertido. Tras un par de sorbos se percata de que la camarera le mira de reojo varias veces y que los ancianos de la mesa hablan de él.

- ¿acaso tengo algo en la cara?

- ¿Perdona?

- por qué me miráis - Julio comenzaba a molestarse.

Ana suspiró mientras secaba un par de vasos.

- no solemos ver caras nuevas

Julio no dijo nada, permaneció en silencio mientras se terminaba su refresco.

- qué te trae por aquí - el joven no se inmutó y bebió otro sorbo.

- nada, estoy de paso.

- eso no tiene sentido

- ¿perdona?

Ana se volvió por completo a Julio y le miró a los ojos.

- no hay nada por estas tierras como para parar y decir que estoy de paso. Si has llegado hasta aquí es o porque te has perdido o porque realmente querías venir aquí. - ella le miraba muy convencida de lo que decía - Sino la carretera principal te hubiera llevado a donde quisieras ir sin tener que pasar por este pueblo.

Julio esbozó una media sonrisa.

- ni me he perdido, ni tampoco quería venir aquí - la miró - simplemente no quería ir por la carretera principal

Dos desconocidos deciden hacer un viaje en coche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora