Capítulo 2.0: Tormenta

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Hace tiempo que no había estado feliz, por salir a alguna plaza a pasar el rato. Estos momentos son los que quiero antes de perder contra el duelo que tengo que sobrevivir.

Muchas veces quiero que esos momentos sean duraderos para que mi esa felicidad se quede y no regrese a sentirme mal conmigo mismo.

¿Soy feliz?

Claro que no, no puedo ser feliz cuando por dentro una tormenta quiere ahogarme hasta morir lentamente.

—¿Con quien demonios estabas? —mi padre había entrado furioso a la habitación.

—Con un amigo.

—Un amigo no puede regalarte cosas, no puede ser cariñoso con otro hombre —cogio el libro.

—Por favor, no rompas el libro.

—Esto no sirve para nada —rompió la portada. —No quiero verte con ese bastardo que quiere volverte homosexual.

—Es solo un amigo, me regalo el libro porque somos amigos.

—No me interesa, pero no quiero que seas homosexual como él.

—¿Hay algún problema si yo soy gay?

–Si, si hay un problema —respondió furioso. —Te llevaría a un internado militar para arreglar ese maldito problema.

—Ser gay no es un problema —intervino mi madre al entrar a la habitación.

—Quédate con tu hijo, sigue mimando a nena para que sea gay.

—Jorge, espera —mi madre lo detuvo antes que el saliera de la habitación.

—Déjame.

—Tu padre no sabe lo que dice, avísame cuando salgas con ese chico otra vez por favor.

Una semana después.

—Marco, despierta —la voz de mi madre  me hizo despertar.

—¿Que sucede?

—Hoy saldremos a comprarte el libro que tu padre rompió.

—Esta bien mamá —le di un abrazo. —Hablando de el, ¿donde esta? —pregunté confundido.

—Hace unos días que se fue de casa por algo de negocios —respondió.

Salió de la habitación después de dejar el desayuno en el escritorio. Me duche para después desayunar viendo una serie que Santiago me había recomendado.

(Santiago: Buenos días dormilón, salgamos esta tarde a ver una película al  cine)

(Yo: Esta tarde no puedo, saldré con mi madre de compras)

(Santiago: Esta bien, hablamos más tarde)

(Yo: No tardaré mucho, después tendré todo el tiempo libre)

(Santiago: Te llevaré al cine y después a comer pizza)

(Yo: Esta bien, cuando termine te envío mensaje y pasas por mi)

(...)

—¿Cuál es el libro que tu padre rompió —preguntó mi madre, al observar la gran variedad de libros.

—Es este —respondí.

—Es muy lindo, vamos a caja a pagarlo.

Mi madre últimamente había estado muy cariñosa, mi padre se había ido el día que había roto el libro.

—¿Vamos por un helado? —preguntó mi madre después de entregarme el libro.

Caminamos por la plaza para pasar el rato y después comer un helado y disfrutar el tiempo necesario para estar con mi madre.

—Papi vamos por un helado —un niño se acercaba con sus padres emocionado por comer un helado.

—Si hijo vamos.

El padre de ese niño era mi padre, los ojos de mi madre se llenaron de lagrimas al ver lo mismo que mis ojos habían visto.

Mi padre tenía otra familia, sus salidas repentinas era estar con su otro hijo, un hijo que en verdad le demostraba su cariño.

—Vamonos mami, no tenemos nada que hacer aquí —le di un abrazo para después llevarla al estacionamiento y regresar a casa.

—Tenia sospechas que tenia otra familia pero una parte de mi quería negarlo —dijo mi madre al subir al automóvil.

—Saldremos adelante sin el, tu eres una mujer trabajadora y no te rendiras por ese tipo.

—No mereces todo el daño que te hemos hecho.

—Eso queda en el pasado, te amo mami, te amaré para siempre y estaré allí cuando lo necesites.

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—¿Estas bien, lindo? —preguntó Santiago después de llevarse una palomita a la boca.

—¿Por?

—Has estado muy callado durante toda la película —detuvo la película para después mirarme.

—Estoy bien —trate de esquivar su mirada.

—Mírame y dime que estas bien —sujetó mi barbilla para mirarlo.

—Mi padre tiene otra familia —dije antes de que mis ojos se llenaran de lagrimas.

—Todo estará bien, Marco te he dicho que eres fuerte —trató de consolarme.

—No soy fuerte, soy un débil como el lo dice.

—Marco, relájate.

—No, no estoy bien. Todo se fue a la mierda en mi familia, todo se destrozó y yo soy el único responsable por no ser el hijo perfecto que ellos quieren.

—Tu no eres el culpable —me tomo del brazo para llevarme hacia el y envolverme en sus brazos. —Todo estará bien ya lo verás.

—Espero que algún día la tormenta se calme.

—Lo hará.

—La tormenta se calmará cuando mi luz se logre apagar, tengo que luchar para conseguir ese final —susurré.

—Y si algún día esa tormenta te consume, yo estaré ahí para rescatarte.

Desconocidos y amigos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora