Todo empezó aquí

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Estoy completamente aturdida. Los tragos que tomé de más se me notan al caminar, me siento divertida y acalorada. El lugar está atestado de gente, pero habían etiquetado el evento como "una pequeña reunión". La pequeña reunión es un mundo de cuerpos sudorosos oliendo a margaritas y daikiris.
Me había prometido no tomar esta noche, cuando bebo demasiado no soy yo, o tal vez cuando bebo demasiado me muestro sin filtros ni máscaras. Al principio negaba con la cabeza mientras sonreía, pero a la tercera oferta me rendí, me rendí a mi propio reto, y ya me estoy arrepintiendo. Como era de esperar, mis amigas desaparecieron con sus respectivos "novios", o como yo los llamo: juguetes sexuales (porque de novios no tienen nada). Así que me encuentro sola, merodeando entre la multitud de caras ajenas, todas en diferentes estados de ebriedad, y quién sabe qué más.
Por fin encuentro un sofá vacío, así que me siento para intentar recuperarme, esperando que todo deje de darme vueltas. Me pregunto quién será el idiota que organiza una fiesta ("reunión") de este tipo en su propia casa, los pisos están manchados con una mezcla de barro, alcohol, y posiblemente vómito. Empiezo a preguntarme qué hago en un lugar como este, dejé de recurrir a lugares como estos hace mucho tiempo ya, y la verdad es que no los he extrañado ni un poco. O tal vez si, sólo un poco, al principio. Pero hoy en día prefiero quedarme en la comodidad de mi habitación con mi música, comida, y personajes ficticios. Me doy cuenta que estoy completamente sumergida en mis pensamientos cuando mi subconsciente me advierte que han gritado mi nombre al menos dos veces.

- ¡Eleonora! .- Entre la masa de gente se asoma una figura masculina que empieza a serme familiar. - No sabía que vendrías, ¿cómo estás?
Nicholas se ve increíble hoy, aunque siguiendo su estilo básico y minimalista. Lleva una camiseta gris uno o dos talles más grande del que debería usar, pantalones negros ajustados, y sus botas de siempre. Hoy su cabello se ve genial, más corto por los lados, y su castaña cresta peinada hacia atrás, le da un aspecto misterioso, pero encantador. No lo he visto desde hace casi una semana, cuando me citó para que leyera como había quedado mitad de mi libro ya corregido. Me había parecido raro que haya quedado conmigo sólo para eso, podría haber terminado de hacer el trabajo completo y ya.
Noto que me paso demasiados segundos contemplando embelesada su figura. ¿Embelesada?

- ¿Qué haces aquí?.- Logro pronunciar con demasiada brusquedad. Frunce el ceño y me mira como si hubiera dado una respuesta incorrecta.
- ¿Estás borracha?.- Ladea la cabeza examinándome.
- No, no, no... Un poco.- Y suelto una risita nerviosa. ¡¿Que te pasa Eleonora?!
- Deberías tomar un poco de aire fresco, ¿te parece si te acompaño al patio?.- Siento que, por alguna razón, no debería fiarme de él.
- Eh, si, claro.- Me gana el impulso. No pienso beber nunca más.
De aire fresco esto no tiene nada, todo el mundo está fumando, pero me encuentro más cómoda que dentro de la casa. Nos sentamos en el césped, lo más alejados de la gente posible.

- Tu concepto de aire fresco es muy diferente al mío.- Digo riendo.
- Esto es lo más puro y fresco que podrías encontrar en una fiesta como estas.- Hace un gesto con la cabeza apuntando en dirección a la casa.
- Sabes, debería estar en compañía de mis libros ahora mismo.- Digo arrastrando las "m". ¡Ni siquiera he bebido taaanto! Nicholas me mira divertido.
- ¿No soy buena compañía? .- Ríe.- Si me permites, debo decirte que tu historia es increíble, realmente me ha atrapado.
- Sin embargo te estás tardando demasiado en corregir sólo 400 páginas.
- Estoy dedicándole el tiempo que se merece.- Ataja.
- Esa ha sido buena.- Suelto una risa con mala gana. Conozco sus intenciones, conozco las intenciones de los hombres, de las personas. Sé que está intentando ser agradable conmigo para conseguir algo más, pero no se lo daré, ni a él ni a nadie, no de nuevo.
- A pesar de estar borracha sigues pareciendo poco amistosa.
Lo miro y esbozo una pequeña sonrisa, con mala gana también. Espero que comprenda que eso significa que debe permanecer callado hasta que el maldito efecto del alcohol disminuya, y así pueda levantarme e irme.

- ¿Cuántos libros de suspenso has tenido que leer en tu vida para inspirarte lo suficiente?.- No, no ha entendido mi mensaje, pero decido contestarle por pura educación.
- Prácticamente he crecido leyendo a Agatha Christie, y algo de Stephen King también, ¿Que hay de ti? ¿Qué lees?.- Respondo, intentando que la atención se fije en él, y no en mí.
- Ciencia ficción, romance, un poco de drama.- Se le iluminan los ojos, y empieza a sonreír demasiado.- De vez en cuando algo policial.
- ¿Romance? Las historias románticas deberían estar catalogadas como fantasiosas.- Río con ironía.
- ¿Qué quieres decir?.- Me dice subiendo demasiado de tono, pero con aire de decepción.
- Esas historias son imposibles, todas, no he leído o escuchado hablar acerca de una historia de amor realista, todas hablan del amor a primera vista, o el chico más guapo del instituto que se enamora de la chica suicida, o que tal el soltero más codiciado y multimillonario que se enamora de la chica sencilla, tienen sexo duro, vuelan en su propio helicóptero, se casan y tienen un hijo todo en menos de un año.- Digo casi gritando, ha tocado un tema que me molesta mucho, pero sé que tengo razón en lo que digo.
- ¡Esas historias podrían ser reales perfectamente!.- Grita.- Tal vez a ti no te han pasado porque eres una amargada.- Dice al tiempo que se pone de pie y se dirige hacia la casa. En consecuencia lo hago yo también, siguiendo sus pasos tambaleándome.
- ¡Esto no tiene nada que ver con que yo sea realista, porque es esa la palabra que buscas!.- Respondo elevando más la voz. Algunas personas se detienen a mirarnos, no sé que ven, pero me dan ganas de mandarlos a su puta madre. Nicholas voltea hacia mi poniéndose demasiado cerca, y puedo sentir el calor de su cuerpo.
- Sabes, no te conozco, aunque al principio estaba interesado en hacerlo, pero con lo poco que he visto de ti puedo decir que eres alguien quien no le da una oportunidad al amor, ni siquiera permites que alguien se te acerque, por eso ahora mismo estás sola. Estás cometiendo un grave error, pero el problema es solo tuyo.- Responde muy seguro de sus palabras, casi con un tono de superioridad, y eso hace que me hierva la sangre.
- Tienes razón, no me conoces, pero para tu información, deberías saber que si le he dado una oportunidad al amor.- Pronuncio "amor" de forma muy agria, y algo sarcástica.- Y he terminado llorando como una estúpida por alguien que nunca me quiso. Ahora si me disculpas, me voy a retirar, porque ya he pasado demasiado tiempo en compañía de un idiota.- Rozo su cuerpo y entro a la casa casi corriendo. ¿Quién se cree que es?
La borrachera está llegando a su fin, sin embargo me siento demasiado sensible. Comienzan a brotar en mi mente recuerdos que hace mucho no tenía presentes, y se me forma un nudo en la garganta. Cuando encuentro el baño abro la puerta sin siquiera tocar, para mi suerte no hay nadie. Me siento en el borde de la bañera y las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas entibiando mi piel, el alcohol no me permitió notar que afuera seguramente estaba demasiado frío para la poca ropa que llevo. No entiendo por qué me ha afectado tanto esa estúpida discusión, pero no quiero volver a ver a ese pendejo. Posiblemente lo despida y me busque otro corrector, así no tengo que cruzarmelo de nuevo.
Llaman a la puerta y sin dejarme responder alguien se mete en el baño. Levanto la vista y pongo cara de sorpresa.

- ¡Pero miren nada más, si es el rey del romanticismo, el Dios del amor!.- Me burlo mientras las lágrimas siguen saliendo por mis ojos. Nicholas me observa algo molesto, y posiblemente confundido. Abre la boca para contestarme, pero lo interrumpo antes de que pueda formular mitad de una palabra.- O estoy muy borracha, o realmente tengo a Cupido frente a mis ojos, ¡Esto es increí...
Antes de que pueda continuar toma mi rostro con ambas manos, y une perfectamente sus labios con los míos creando un notable calor entre nosotros.

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