Abro los ojos y me encuentro en una oscuridad infinita. Puedo sentir los latidos de su corazón justo debajo mío, respira lento y profundo, está completamente dormido. Me encuentro abrazada a Nicholas, y casi no puedo recordar como he acabado aquí, o cómo nos hemos quedado dormidos, pero de algo estoy segura: esto fue un error. Me ha atrapado en un momento de vulnerabilidad y debilidad. Yo no sé quién es él, y poco me importa conocerlo, tengo otras cosas en qué gastar mi tiempo, y estoy convencida de que valen más la pena que ponerme en algún tipo de relación. "No me alejes de ti, déjame estar contigo", ¿de dónde ha salido eso?, él no tiene la menor idea de quién soy, ¿por qué habla como si me conociera?, "tu obra hizo que naciera en mí el deseo de conocerte", recuerdo.
Luego de gastarme unos cuántos minutos torturando mi mente en la oscuridad, decido que lo mejor es que me levante y me vaya, esto no debería haber pasado, no quiero hacerle creer que está la posibilidad de que pase algo que no pasará, sean cuales sean sus verdaderas intenciones, no pasará. Y si, sé que eso no es precisamente lo que hice ayer, pero en momentos como esos sólo necesito seguridad, de quién sea, por un momento corto, para calmarme.
Ya vestida completamente, ilumino con la linterna de mi celular el camino hacia la puerta, no recuerdo en absoluto como es este lugar, por supuesto que nunca antes había venido a la casa de Nicholas. Por fortuna la puerta de la habitación no chilla al abrirla, temía que lo hiciera, en el silencio de la noche cualquier sonido es relevante, lo suficiente para llamar la atención, o hacerte despertar. Al cerrarla me encuentro con un corto pasillo, por suerte iluminado. Las paredes llaman mi atención, están pintadas de un color muy peculiar, difícil de describirlo. Posiblemente tenga un nombre propio, pero yo no sé cual es. No sabría decir si es gris o lila, pastel o viejo, pero es muy agradable, diferente. Sean del color que sean están decoradas por tres fotos enmarcadas, todas de diferentes tamaños, en blanco y negro, y ordenadas de mayor a menor en cadena. Justo debajo de ellas descansa, en una mesa de madera oscura, una pequeña réplica de las típicas cabinas telefónicas londinenses, el rojo furioso contrasta perfectamente con el blanco y negro de las fotos, y el raro color de las paredes. Me pregunto si el recuerdo es suyo, o si se lo ha traído alguien más. Atravieso el resto del pasillo adentrándome en lo que parece ser el living comedor, pequeño, pero grande para ser que Nicholas vive aquí solo, suponiendo que la historia de su novia (ex) sea real. Las paredes de esta sala son del blanco más pálido y brillante que había visto nunca, todo es blanco y negro, clásico pero moderno: una mesa de vidrio con patas cromadas haciendo juego con cuatro sillas negras con patas del mismo material anterior, un sillón para tres de cuero blanco, adornado con almohadones de pana, dos de ellos son cuadrados en azul marino, y otro más bien rectangular en verde agua. Frente al sillón, permanece sujeto a la pared un enorme plasma, y debajo de éste una mesa de un brillante material blanco que sostiene una xBox, libros, y un teléfono inalámbrico. Decido dejar de perder tiempo contemplando la magnífica decoración, me dirijo a la puerta y salgo sin más.
- ¿Dónde estabas?.- Dice una voz familiar. Maldigo para mis adentros, esperaba poder llegar, subir y meterme a la cama sin tener que escuchar a mi padre.
- No tengo ganas de lidiar contigo, ya estoy aquí.- Digo de mala gana.
- Pues vas a tener que hacerlo, esta es mi casa... ¡Aquí se hace lo que yo digo!.- Grita. A veces me da pena que sea tan inseguro, se pasa la vida gritando para hacernos creer que es fuerte y confiado.- ¿Con quién estabas?
- Andrea.- Respondo con desinterés alejándome de él.
- La próxim...
Pero un sonido proveniente del exterior llama su atención, y la mía. Del otro lado de la puerta se escucha a alguien hablar, al parecer sólo. Mi padre se acerca a la entrada para mirar a través de la mirilla y a continuación suelta un suspiro cansado y abre la puerta.
- ¡Hola chicos!.- Suelta arrastrando las "o". Es bastante normal que Francisco llegue medio borracho los fines de semana.
Miro a mi padre extendiendo la mano en dirección a mi hermano, esperando a que él también reciba una reprimenda, pero en vez de hacerlo, se da media vuelta y desaparece por las escaleras. Siempre fue igual, Eleonora no puede, Francisco sí.
Subo a mi habitación y me acurruco en la cama, no tardo en conciliar el sueño, ha pasado demasiado en menos de veinte horas. Me quedo dormida recordando un par de ojos cafés llenos de preocupación.
-
El insoportable ruido que genera la vibración de mi celular contra la mesa de luz me despierta: Andrea.
- ¿Qué quieres?.- Digo con una voz monstruosa, mi voz de las mañanas.
- Deberías ser un poco más amable considerando que estoy haciendo de alarma humana.- Dice en un tono burlón, pero un tanto brusco.
- No lo entiendo, ¿qué pasa?.- ¿Qué es tan importante para despertarme a esta hora? Aún no he mirado el reloj pero estoy segura de que no he dormido lo suficiente.
- Estamos todos esperándote, ¿es que vives en una nube?
El campamento en el bosque, mierda, lo olvidé por completo. Antes de la maldita fiesta del sábado decidimos que iríamos a acampar
- Eh, si. En una hora.
- ¡Una hora, si no llegas nos vamos!.- Grita enfurecida y cuelga.
Suelto una carcajada mientras me estiro en la cama. Andrea me lo perdona todo, menos que se me olvide algo que ella considera importante.
Luego de quince minutos de estar mirando a la nada, me levanto para darme una ducha. Al rato estoy de nuevo en mi habitación, desnuda, contemplándome en el espejo. Mi cuerpo cambió mucho estos últimos dos años, luego de aquella vez mi aspecto había empeorado mucho más de lo horrible que ya estaba, pero logré recomponerme, sólo después de casi un año de terapia, cuando pude empezar a comer y dormir más, mucho más. Mi cabello a crecido bastante, lo llevo hasta la mitad de la espalda, naturalmente negro, muy brilloso, siempre desprolijo y alborotado contrastando el color casi caramelo de mis ojos y mi pálida piel, que deja ver a través de ella el azul violáceo de mis venas en varias partes de mi delgado cuerpo. Me dispongo a vestirme, elijo unos pantalones apretados de gamuza negra, una básica camiseta gris al cuerpo, converse negras, me abrigo con una campera estilo militar y salgo.
- Siempre se te ve tan alegre.- Dice Andrea sarcásticamente apenas me ve. Está acompañada por Sam y Eros.
- ¿No se me nota lo feliz que estoy por que me hayas despertado?.- Respondo agitando las manos en el aire.
- Si, Andrea, ¿es que no notas su simpatía? ¡Mira esa sonrisa!.- Responde Eros, y les dedico una mirada asesina a ambos.
- ¿Y? ¿A quién estamos esperando?.- Formula Sam. Hoy está más deslumbrante que de costumbre. Su cabello casi rubio brilla intensamente en el sol, al igual que sus ojos grisáceos, las pequeñas pecas que cubren parte de su nariz y pómulos lo hacen parecer más joven y adorable.
- He invitado a Natalie.- ¿Natalie? Lo miro levantando las cejas de modo que entiende que quiero explicaciones.- La novia de Nick, Natalie.- Oh, ¡Qué bien! ¿Sabrá la pobre Natalie que he dormido en la cama de su novio hace unas horas?
- Ah.- Consigo decir con total desinterés.
Al cabo de pocos minutos quién parece ser Natalie está aquí.
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Enséñame
Roman d'amourEleonora Fleury es una chica como cualquier otra... casi. Le gusta la música, las películas, y sobre todo los libros. Pero en consecuencia a un acontecimiento de su pasado, Eleonora se niega a amar a cualquier ser u objeto, convirtiéndose en una per...