PASADO

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Quackity aun recordaba cuando conoció a Luzu, un joven mayor, alto con cabello castaño y ojos color rubí. En ese entonces había logrado escapar de quién quería hacerle daño. Fue una noche el que paseaba por las luminosas calles de Las Vegas. Después de llevar algunas horas caminando, se había topado con un curioso casino. Aquello le provocó recuerdos de cuando solía ser un gran apostador. Con el corazón en mano decidió entrar, sin un solo centavo para apostar, sin la vestimenta adecuada para ello. Creía que tal vez utilizando sus habilidades de manipulación podría lograr ganar algo de dinero, aunque muy en el fondo dudaba de eso. En ese tiempo, había perdido toda la confianza que se tenía, solo era una persona sin ninguna esperanza de vida.

Dentro estaba iluminado por luces doradas y rojas en ciertas partes, dando un ambiente elegante y atractivo a la vez. Escaneo rápidamente el lugar y los diferentes juegos que había. Después de unos segundos se decidió por jugar a la ruleta. Algo sencillo y tal vez si no ganaba, siempre podía colgarse de algún ricachón.

Cuando se acercó, se fijó que aún se llevaba a cabo una partida. Quedó prendado por el par de rubíes que le estaba escaneando. Presentía que era debido a su vestimenta y se arrepintió un poco el haber entrado. Le sonrió tímidamente acercándose más a la mesa de juego, en el momento exacto en el que se anunciaba que el chico oji-rubí había ganado.

Intuía que el castaño era un chico con suerte al observar todas las fichas que tenía en su poder. Pidió jugar con una prórroga para pagar la deuda, pero le negaron su petición. Se sintió un poco defraudado y sin darse cuenta había formado un puchero. Dispuesto a irse, se dio la vuelta no sin antes lanzarle una última mirada al Adonis que tenía enfrente. 

En ese entonces pensó que el castaño había sentido lastima por el ya que antes de que se marchase este le llamó aceptando la partida con la prórroga de pago. El pelinegro pudo ver como fingía una sonrisa, pero no le importó en ese momento. Se sentía con suerte al saber que tenía una oportunidad de ganar algo de dinero.

Sin embargo y como era de esperarse Quackity perdió la partida, sintió como el corazón se le caía a los pies. Su cabeza se había puesto a maquinar el como pagaría esa deuda si aún tenía otras cinco sin poder pagar. 

Miró como el castaño se levantaba y le murmuraba al croupier algo. Luego le hizo una seña dando a entender que quería que le siguiera. Con algo de temor lo hizo, sospechando que iban a hablar de la deuda, tal vez para acordar la fecha de pago.

Se acomodaron en el bar unos minutos, el mayor le ofreció una margarita para relajar el ambiente y después quedaron sumidos en un silencio, tan solo mirándose disimuladamente. Terminaron sus bebidas y con ello el castaño le propuso una forma de pagarle. Este había intuido que no contaba con el dinero y le sugirió que podrían tener sexo esa noche y así quedaría saldada su deuda.

Al principio le sorprendió un poco, pero de igual manera termino aceptando. No era su primera vez y él sentía atracción física por el mayor, para el era un ganar ganar. Juntos se dirigieron a una de las habitaciones que ofrecía el casino.

Esa noche había sido inolvidable. Uno de los mejores polvos de su vida. Tenían bastante afinidad tanto en la cama como fuera de ella. Luego de la acción, disfrutaron de una amena conversación. Sabían que posiblemente no se iban a ver nuevamente, así que aprovecharon para dejar salir cada uno de sus más oscuros pensamientos, y aceptándose mutuamente en el corazón del otro sin darse cuenta.

Lastimosamente fue algo de una sola noche. Luego de eso, el pelinegro regresó en muchas ocasiones al casino buscando al mayor, pero este simplemente desapareció. Aquel castaño de ojos rubíes quedó guardado en su memoria, atesorando cada detalle de aquella noche. El pelinegro no volvió a saber de Luzu.

Hasta ahora...

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