CUESTE LO QUE CUESTE

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Cuando los guardias los regresaron al salón, Quackity se recostó en una de las camas más alejadas tapándose la cara con una una manta para poder llorar la muerte de su amado. En ese momento era un lío de emociones por lo que se permitió liberarlas. Ya no tendría nadie que lo consolara o lo animara en ese lugar. Pensó en los pocos momentos que estuvo junto al castaño y en las promesas que este le había hecho. 

Al cabo de unas horas, cuando supuso que ya estaba oscureciendo el pelinegro se levantó de la cama, aun con la mirada perdida buscando a aquella persona que no volvería a ver. Sabía que no podía quedarse así para siempre, seco sus lágrimas y analizó el ambiente. En este último juego hubo muchas bajas, y ya se podía notar cierta desconfianza y agresión entre los jugadores. Una idea se cruzó por la mente del pelinegro, solo tendría que encontrar a los peones adecuados para llevarla a cabo.

Muy pronto llegaría la noche, tendría que aliarse con un grupo, ganar su confianza y que puedan protegerlo hasta llegar a la final, luego se desharía de ellos. El grupo de americanos con el que antes se había ocultado llamó su atención. Trató de arreglarse lo más que pudo y con una fingida sonrisa y emoción se acercó a ellos. En ese momento había dado único a su plan. 

"Ganaré este maldito juego y haré que paguen Luzu... cueste lo que cueste."

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