Capítulo 3

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Estaba en shock, no podía creer lo que estaban viendo mis ojos. ¿Estoy soñando? Me pregunté. Me pellizqué con mis dedos el brazo izquierdo, para sentir el dolor. Y no, evidentemente no estaba soñando.
- Lo mismo pregunto Papá, ¿Qué estás haciendo acá? ¿Acaso escuche mal o dijiste mi pequeña?.
- Hija mía, tenemos mucho que hablar. Ya no tenemos comunicación desde aquel día que tu madre ... - dice, sin terminar la frase, afligido por la situación.
- ¿ Mi madre que? No metas a mamá en esto. ¿Ella supo que la engañabas con esta mujerzuela?- expresé enfadada, señalando a Miriam.
- Ya te contaré toda la verdad. No es el momento ni el lugar. Tu hermana nos necesita unidos.
Me agarró la mano derecha, con sus ojos llenos de lágrimas. ¿ Sofía es mi hermana? ¿Desde cuando la engañaba a mamá? ¿Tendré más hermanos?, eran muchas preguntas que aun no podía responderlas. Mi cabeza daba muchas vueltas. Intento comprender la situación que estoy viviendo y no puedo lograr entender como mi papá estuvo con otra mujer, estando mi mamá enferma de Cáncer terminal.
Mi alma estaba dividida en dos, por un lado sentía la necesidad de quedarme con Sofía para acompañarla, al fin y al cabo es mi hermana, pero por otro lado, sentía tanta rabia por la desilusión que me causó enterarme así. Realmente siento tristeza por mi mamá, estoy desanimada, sin ganas de hablar ni de estar en la habitación doscientos treinta y cuatro.
- Con tu permiso, me retiro. Me voy a casa papá, cualquier novedad mándame un mensaje de texto a mi móvil - dije, en un tono de voz hiriente.
Di media vuelta y me fui, no veía las horas para salir de ese horrendo lugar, desde que mi bella madre murió no he vuelto a pisar ningún hospital. Mientras caminaba hacia la puerta principal de vaivén, un par de lagrimas empezaron a caer de ambos ojos, cogí una chaqueta negra de mi mochila, y comencé a correr sin rumbo.
El cielo se tornó gris oscuro, las nubes resplandecieron, cuando de repente , un mar de gotas cayó sobre mi. ¡ Oh vaya, que hermosa lluvia!. Me detuve un segundo, para sentir lo maravillosa que es la naturaleza. El agua mojaba cada centímetro de mi cuerpo, mi mochila estaba empapada, por lo que decidí buscar mi movil dentro de ella para poder llamar a un coche que me lleve a mi hogar. Fue una búsqueda en vano, ya que cuando saqué todo lo que había en el interior de ella, recordé que mi movil seguramente estaba en la biblioteca.
Fastidiada por todo lo que me tocó vivir hoy, seguí corriendo pero con un rumbo fijo en mi mente. Al llegar a la puerta principal de roble antiguo, no supe que hacer. Estaba decidida a encontrar mi movil y me iría de ese lugar con el aparato electrónico en mis manos. Di una vuelta a la manzana, para observar desde donde ingresaría al lugar. Mucha visión no tenía, ya eran las nueve de la noche. La lluvia era intensa, entonces, corrí para no mojarme más y logré, escóndeme debajo del marco de aquel pórtico.
Inexplicablemente, la puerta de servicio estaba abierta. Ingresé dubitativa, sin saber con lo que me toparía en el camino. En penumbras, recorrí la biblioteca hasta encontrarme con un candelabro en el salón principal, que emitía una luz tenue, apenas percibible a los ojos. Opté por buscar una linterna en la recepción. Exploré cada uno de los cajones del escritorio, cuando de pronto, sentí una presencia detrás de mi.
- ¿ Esto es lo que buscas?- señalando una linterna negra que tenía en su mano izquierda.
Al escuchar esa voz tan seductora y familiar, me di la vuelta inmediatamente y quedé sorprendida al verlo.
- Profesor Mansilla, si gracias.¿Qué hace aquí a medianoche y en oscuras?- pregunté intrigada, mientras tomaba la linterna con la mano derecha.
-¿ Tu que haces aquí a estas altas horas de la noche? Yo cuido este lugar, cuando el guardia Mondelo no puede venir.
- ¡Ah, que bien! En sus ratos libres, decide ser guardia de una biblioteca, supongo que debe ser muy divertido- dije, sarcásticamente.
-Tengo una agenda bastante ocupada, señorita Addison- expresa, llevando su mano derecha, a su cabello con un movimiento sexy y envolvente hacia atrás.
- Si, eso noto. Yo estoy aquí para buscar mi movil, lo perdí en este lugar y no podía esperar hasta mañana. Tengo a mi hermana internada en el hospital. Necesito estar comunicada con mi familia- comenté, con una voz pidiendo a gritos compasión.
- Aquí está, no sabia que era su suyo. Lo apagué porque sonaba muchas veces un ring tone- explica, mientras saca mi movil desde el bolsillo de su pantalón gris oscuro.
-Muchas gracias, al fin lo tengo conmigo. Me retiro entonces. Gracias una vez más por su amabilidad. Me gustaría que no le diga a nadie que estuve aquí. Usted no me vio, ¿ Es mucho pedir?- pregunté, suplicando.
- No vi a nadie, no se preocupe. Voy a seguir vigilando este lugar. Que tenga buenas noches- dijo, alejándose lentamente de la recepción.
Cuando dejé de visualizar su cuerpo, por la luz tenue del candelabro, antes de irme, tuve la ocurrencia de volver al fondo del pasillo seis a la izquierda para encontrar aquella caja beige.
Sigilosamente, subí las escaleras espiradas hasta llegar a la puerta del cartel "Área restringida, prohibido pasar". Como era de esperarse, estaba cerrada con llave, así que decidí abrir ese pórtico con una hebilla de mi cabello. Tras algunas maniobras, logré abrirla. Ingresé a esa habitación, dudando de lo que me encontraría. Sentí un escalofríos, cuando visualicé el maldito objeto beige. Lo tomé con ambas manos sudadas , por mi nerviosismo, y al cogerlo, pude percibir que estaba más liviano, a diferencia de hoy a la tarde.
Abrí las solapas temblando y para mi sorpresa, no había nada en su interior. ¡ Oh por Dios, la caja está vacía!, exclamé fuertemente. ¿ Quién guardó todo? ¿ A dónde se lo llevaron? ¿ Tan cruel puede ser una persona para no sacar esto a la luz?, me preguntaba a mi misma. La impotencia invadió mi alma, no podía entender por qué escondieron su contenido.
Al salir de la biblioteca, volví a mi hogar caminando por la carretera , toda empapada por la lluvia que nunca cesó. Entré a mi casa, cerca de las dos de la madrugada y fui directo a mi habitación, en el segundo piso al final del pasillo. Me retiré toda la ropa mojada que cubría mi cuerpo, la dejé en el piso y me puse mi pijama favorito de primavera, un short rosa pastel acompañado de una remera del mismo tono; Subí a mi cama sommiers de dos plazas y me acosté a dormir, para descansar de este día de locos.

Verdades SilenciosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora