Capítulo 4

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El cantar de los pájaros, me despertaron a las cinco de la madrugada. ¿Qué ser humano se despierta tan temprano? Me pregunté, mientras abría el ojo derecho. Me asomé por la ventana para ver un rayo de sol, pero la oscuridad invadía toda la ciudad. A pesar de que estábamos en abril, época primaveral, hacia demasiado frío, quizás por el horario al cual no estoy acostumbrada levantarme.
El día ya había empezado con el pie izquierdo, mi buen humor había desaparecido por completo. Sin ganas de hacer absolutamente nada, comencé a vestirme; Para el día de hoy, elegí una sudadera gris, vaquero negro, zapatillas blancas con detalles grises, chaqueta de cuero negro con tachuelas y un pañuelo grande, negro en degradé hasta llegar al blanco cretáceo.
Estaba a punto de prepararme un té en la cocina, cuando llega un mensaje de texto a mi teléfono móvil.

- Buen día Crystal...¿Vamos a desayunar?.

A lo que yo respondí:

-Hola Sebas, vale. Nos vemos en media hora en tu casa.

- Vale amiga, te espero. Acuérdate de llevar dinero para la compra de apuntes que dejó el profesor Mansilla en cooperadora.

- Cieeeeerrrto, gracias por hacerme acordar. Ya guardo la billetera en la mochila. Te veo en breve amigo. Beso.

- Escríbeme cuando estés llegando. Beso.

De inmediato, cojo la billetera, el cargador del celular, mis apuntes, un cuaderno, el estuche de plumas, coloco todo en el interior de la mochila, tomé las llaves de mi hogar, cerré la puerta principal y me fui directo a la casa de él.

-Estoy a dos cuadras, en 5 minutos llego.

-Ok. La puerta está sin llave, apenas llegues, entra.

-Vale.

Al llegar a la numeración 569 de la calle de Santa Madrona, efectivamente la puerta estaba sin llave. Ingresé y fui directo a la cocina, moría de hambre.
- Sebas, prepárame algo que tengo ganas de comerme todo lo que encuentre al paso- dije, mientras me sentaba en unos de los banquillos altos, similares a los que se encuentran en los bares.
- Ya te preparo algo...¿ Qué quieres desayunar?, aprovéchame que es temprano y puedo cocinarte- expresa él, en un tono seductor.
- Jajajaja no te hagas el sexy conmigo que solo somos amigos. Pero volviendo al tema que nos incumbe, quiero magdalenas de limón con café, por favor.
- Okey, no tengo tiempo de hacer magdalenas. Ya vengo, voy a comprar a la tienda. ¿ Quieres acompañarme?- preguntó resignado, sabiendo de ante mano mi respuesta.
- ¡Por supuesto que no! Ya sabes Sebas que no me gusta hacer compras. ¿ O acaso no me conoces?- respondí con otra pregunta, para esquivar el tema.
- Ya lo se, bueno voy a comprar. Enseguida regreso.
Tomó su billetera negra de cuero ecológico, el celular y las llaves. Cerró la puerta y se fue. A los diez minutos, me envía un mensaje de texto, preguntando:

- No hay magdalenas de limón, ¿ Quieres que compre magdalenas de vainilla?

- Bueno, pero al próximo desayuno que me invites, las haces vos.

Al regresar a su hogar, desayunamos rapidísimo magdalenas de vainilla con café, cogimos nuestras pertenecías y nos fuimos de allí, ya que debíamos estar a las 9:30 hs en la facultad.
Mi mochila estaba pesada por las cosas que traía, no eran muchas, pero mi espalda ya no lo soportaba. Sebas, decide cargársela a su hombro para que yo no siga sufriendo y pueda caminar tranquila hasta llegar a la clase de Psicopatología.
Aveces pienso si todo lo que él hace por mi es desinteresado, quizás esté enamorado de mi. ¡ Que locura seria si fuese verdad!. Siempre estuvo conmigo en mis mejores y peores momentos, lo quiero tanto, tanto que realmente no sabría que hacer si algún día deja de estar a mi lado. Aún así, me gusta estar sola, no necesito estar con nadie para ser feliz y él lo sabe.
Estaba inmersa en mis pensamientos mientras caminaba hacia la facultad, cuando a lo lejos escucho su voz diciéndome "Crystal, no hay nadie aquí.. ¿A dónde se fueron todos?". Cuando caí en la realidad, me di cuenta que efectivamente no había ni un alma en toda la ciudad. Parecía un desierto, no había coches funcionando en la carretera, los comercios estaban vacíos, los animales domésticos y callejeros nos veían con una mirada triste, perdida. Las casas tenían las luces prendidas pero no había signos de algún sobreviviente.
Ante el temor y desconcierto de lo que sucedía, corrimos hasta llegar al aula donde teníamos clases y nos encontramos con el profesor Mansilla, sentado solo, sobre su escritorio.
- Profesor, me alegra verlo aquí. ¿ Qué pasó con todo el mundo? ¿ A donde están las personas?- pregunté intrigada, sin entender.
- Señorita Addison, temo por la seguridad de la humanidad. Estas en peligro. ¿ No has visto las noticias en estos días?- me mira intensamente a los ojos, mostrando su preocupación.
- Sinceramente no escuché nada raro en las noticias. ¿ Puedes decirme que demonios sucede aquí?- impaciente, levanté el tono de voz.
- Te buscan a ti Crystal. En todas los canales de noticias del mundo, pusieron tu foto y te declararon persona peligrosa. - dice Mansilla asustado.
- ¿Qué? ¿ Esto es una broma? ¿ Por qué me buscan? ¿Qué quieren y quien?- bombardee con preguntas al profesor, sorprendida ante la noticia.
- Crystal, esto no es una broma. Te buscan y debes esconderte. No se quien te busca ni por qué, pero es grave y corre en riesgo tu integridad física.- expresa, tomándome de ambos brazos con sus manos frías.
- Amiga ¿ No te estarán buscando por lo que encontraste en la caja?- pregunta Sebas, desde la puerta del aula.
- ¿ Que caja?- pregunta Federico, el Profe.
- Cállate amigo, nadie debía enterarse- exprese muy enfadada.
- ¿Es la caja beige que esta en la biblioteca? ¿ De esa caja hablan?- interrogó él.
- Si Profe, el otro día cuando usted nos pidió que indaguemos sobre el proyecto que nos encomendó, con Sebas fuimos a la biblioteca y al final de un pasillo, encontré una caja beige y vi lo que tenía en su interior.- le explique mientras miraba a mi amigo con desagrado.
- Esa maldita caja hay que quemarla, nadie más debe saber lo que contiene. Ya se enteraron y te van a buscar por cielo, mar y tierra Crystal. ¿ Quién más sabe de la existencia del objeto? ¿Quién te vio?- preguntó exaltado.
Yo quede estupefacta, sin poder decir alguna palabra. Tenía miedo por mi vida y la de mi familia.
- ¡Reacciona mujer, debes irte ahora mismo! Escóndete y cuando estés en un lugar seguro, no le abras la puerta a nadie. ¿ Entiendes? A nadie.- exclama Mansilla, con una mirada penetrante, expresando el miedo que sentía.
- Vámonos amiga, yo voy a cuidar de ti.- dice Sebas, tomándome de la mano derecha.
- Mi familia, mi familia... ¿ Dónde está? ¿ Quién cuidará de ellos?- pregunte sollozando.
- No te preocupes Crystal, ellos estarán a salvo. Buscaré en la ficha de la facultad tu dirección y les contaré la verdad. Tu ahora debes preocuparte por vos misma y rogar que no te encuentren. Tienes contigo una información muy valiosa. Si nos pasa algo a nosotros, tu debes encargarte que la verdad salga a la luz.
- Gracias profesor, cuando este en un lugar seguro me comunicare con usted- le dije al oído mientras le daba un abrazo fuerte y profundo.
- Señorita Addison, aquí tiene mi numero de teléfono. Solo hábleme en caso de emergencias. Yo me comunicaré con usted. Cuídese.-me entrega una tarjeta que sacó del bolsillo izquierdo de su pantalón ajustado gris topo.
- Prometo cuidarme profesor, voy a llegar al fondo con todo esto. Ese día en la biblioteca estábamos la secretaria pelirroja, Sebas y yo.
- ¿Que secretaria pelirroja? Yo hace años trabajo en la biblioteca nacional y nunca he visto una secretaria pelirroja que trabaje para el gobierno de la nación. - expresa Mansilla, preocupado por la aparición de esta mujer. Y añade:
- No te preocupes, voy averiguar quien es esa mujer y por qué estaba allí. Escóndete y cuídate mucho.
Al salir del aula, cinco patrulleros estaban rodeando la facultad de Psicología, más de veinte policías apuntándome con su pistola y a través de un megáfono, una voz mencionó: TE ENCONTRAMOS CRYSTAL.

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⏰ Última actualización: Jul 05, 2015 ⏰

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