𝙎𝙖𝙗𝙤𝙧 𝙖 𝙥𝙞𝙘𝙖𝙛𝙧𝙚𝙨𝙖.

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Lionel se encontraba en la sala de la casa. Estaba sentado mientras veía la televisión.
Aún se estaba acostumbrando a vivir en México, Guillermo le había propuesto la idea y parecía que le entusiasmaba, así que acordaron que vivirían un tiempo en México y luego irían a vivir a Argentina por otro rato.

En este momento, se encontraba esperando a su novio. Él salía algunos días de la semana por la mañana para su entrenamiento. Habían quedado que luego de aquello irían a desayunar fuera y Memo le enseñaría una parte de la ciudad.

Escuchó pasos y como giraba la manija de la puerta principal. Entonces, como si eso hubiera sido suficiente para distraerse de su tarea en la sala, se levantó y caminó directo a la entrada.
En cuánto vio unos rizos siendo sujetados por una banda supo que era a quién tanto esperaba.
Lo abrazó por los hombros pegando su cara al pecho contrario. Regularmente, le gustaba hacer eso. Le gustaba que cuando su pareja llegaba de entrenar, su playera le quedará más pegada de lo normal por el sudor. Así, podía admirar su trabajado torso.

El mexicano dejó su maleta deportiva en el suelo, y correspondió el abrazo.
Lo tomó por la nuca para hacerle levantar la mirada, y se juntaron en un tierno beso.
Se separaron del roce por falta de aire.
Parecía que todo eso ya era rutina, pero no se cansaban de ello. Lo siguiente que diría Lionel sería "¿Cómo te fue hoy?" o "¿Qué hicieron esta vez?"
Pero en vez de eso, Messi quedó con una cara de confusión bastante notoria. Miraba a Guillermo en los ojos directamente, ladeando ligeramente su cabeza. Parecía que quería decir algo pero no lograba gesticular palabra alguna.
Entonces, su contrario tomó la palabra un poco preocupado y ansioso por el contacto visual.

- ¿Pasó algo? ¿estás bien?.- Lionel devolvió su cabeza a su posición natural, y con los ojos aún en el rizado habló.
- Sabes diferente. - Guillermo se quedó pensando. Naturalmente su boca sabría dulce. Después de todo, era bien sabido que disfrutaba masticar golosinas durante sus entrenamientos y partidos. Pero eso era algo que el argentino ya sabía. Entonces, abrió un poco la boca para hablar pero fue interrumpido.
- No tenés sabor a chicle, no sabes a chicle de menta, no es sandía, no es chicle de fresa y definitivamente no es uva.

El rizado entró en razón. Así que ¿eso era? Le sorprendía que su novio pudiera distinguir tantos sabores de sus labios, pero tenía razón. Esta vez no había masticado chicles.

- Bueno, es que en realidad estuve comiendo picafresas.- Dijo mientras caminaba al cuarto que compartían para darse un baño.

- Me gusta como sabes hoy, amor. Quiero más.- Demandó y siguió al más alto en espera de otro beso como respuesta.

Pero no fue así. Guillermo entró directamente al baño y se lavó los dientes. Le gustaba el sabor a dulce pero no le gustaba como sabía su boca luego de cierto tiempo.
Lionel entonces, hizo un puchero interno. Aún así, no pudo esconder su desagrado.
- Lo siento pero tengo una idea, ¿por qué no bajas y me esperas en lo que termino de bañarme?

Al más bajo le gustaba bañarse con el moreno pero siempre accedía cuando esté no quería, no le gustaría que él se sintiera acosado así que bajó a la sala de nuevo.

Luego de varios minutos sonó el timbre de la casa. Como Guillermo aún no salía de bañarse, se dispuso a abrir la puerta él mismo.
Era un repartidor, de ¿"Uber"? No recordaba haber pedido comida. Según recuerda, iban a salir a comer fuera.
- Pedido para ¿Guillermo Ochoa?.
- Si, aquí es.- Respondió, fuera o no comida iba a aceptar el paquete, si Memo lo había pedido debía ser importante.

Al cerrar la puerta y dejar propina al repartidor fue a la barra de la cocina.
De la bolsa de papel, sacó una bolsa amarilla y la inspeccionó.
"Picafresa" "Chiquita pero sabrosa". Era una bolsa de 100 piezas con el dulce que antes le había mencionado Memo.

Inmediatamente supo que eran para él. Abrió la bolsa y sacó una golosina de su empaque.
La probó un poco con la lengua y se la echó entera en su boca.
Tenía un sabor bastante fuerte, sabía ligeramente picante pero no picaba y era muy dulce a la vez. Era el mismo sabor que había probado en Guillermo. Luego de unos pocos minutos mordiendo el dulce llegó a la parte chiclosa y la terminó rápidamente.
Así estuvo un buen rato y cuando llegó el rizado, encontró que ahora la bolsa tenía menos de la mitad de dulces que se supone debería tener. También encontró a un Lionel sentado mordiendo algo, con miles de bolsas de dulce en la barra.
Lionel sonreía mostrando sus labios color carmín y sus dientes pintados ahora de color rojo.
Una escena realmente tierna. Sintió su corazón cálido.

Ahora en cada entrenamiento procuraba masticar picafresas en vez de chicle, y al regresar a casa, era algo que el argentino le agradecía internamente.

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⏰ Última actualización: Jun 24, 2023 ⏰

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ꜱᴀʙᴏʀ ᴀ ᴘɪᴄᴀꜰʀᴇꜱᴀ ღ 𝒎𝒆𝒔𝒔𝒊 𝒙 𝒐𝒄𝒉𝒐𝒂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora