prólogo

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-Aún recuerdo todo como si hubiera sido ayer, estaba camino a mi casa desde la escuela, saboreando desde la imaginación el platillo nuevo de mamá, ella siempre cocinaba de lo más rico, me había vuelto adicta a su sazón único que nadie podía igualar, pero cuando puse un pien en la entrada, de inmediato sentí un nudo en la garganta, la había visto en el suelo, estaba inconsciente, con una rapidez que no sabía que tenía corrí hacia ella, presa del pánico temiendo lo peor, un año antes le habían detectado un cáncer bastante peligroso, supuestamente todo estába bajo control debido a las quimioterapias y a qué no presentaba ningún tipo de mal estar en aquel año de recuperación, por un instante mi pesadilla se había acabado, pero todo se fue en un instante al verla el el sueño y sin reaccionar, gritaba y gritaba pero ella no respondiá, y en cuanto palpe con mi mano algo de sangre que escurría de su boca, todo mi mundo se vino abajo.

-Un año después todo se volvió peor, mi padre se había vuelto drogadicto, y yo había perdido por completo mi apetito, siempre que intentaba probar un bocado de cualquier cosa corría al baño a vomitar, como si hubiera desarrollado una especie de nudo, sin darme cuenta me había vuelto extremadamente quisquillosa, nada de lo que preparada nadie me gustaba, al pensar en la comida solo pensaba en la comida de mamá, estaba convencida de que nadie cocinaba mejor que ella.

-mi amigo intento varias veces hacerme comer cualquier cosa pero era inútil, mi cuerpo lo rechazaba automáticamente, y mi padre no se molestaba en llevarme a ningún doctor.

-con el tiempo fui perdiendo mucho peso un punto de que deje de pesar 70 kilos y pese 30, muchas noches pensé que no volvería a despertar al día siguiente, pero el sentimiento de que podría reunirme con mi madre me hacía dejar de tenerle miedo a la muerte.

-estaba lista para todo, pero... No para ella.

–hija, ¿puedes venir un instante?

-bajando las escaleras–¿si papá?.

–escucha, se que las cosas han estado mal últimamente, y no estaba aún listo para rehacer mi vida, pero hace unos meses me encontré con una amiga de la infancia, su nombre es elizabeth

–a, ¿y que pasa con eso?

–hija... te digo esto porque se que me entenderás, yo ya no soporto la soledad, y ella es quien me levanto cuando me sentía más débil, ahora ella va a vivir aquí, por eso te cuento esto.

–no... tiene que ser una jodida broma...

–hija... Es-

–¡No! solo han pasado siete meses, ¡¿cómo esque hablas de rehacer tu vida tan pronto?!

-no es pronto, yo aún amo a tu mamá, pero entiende que no puedo estar solo, y yo amo a elizabeth

–¡¿Amas?! Pero si te acabas de encontrar con ella, y mamá acaba de fallecer, es como si no le tuvieras respeto.

–pues me da igual lo que opines, es mi vida y yo eligo que hacer con ella, ahora ella vendrá a la casa y deberás llamarla mamá.

–me niego

–pues peor para ti, porque está en la puerta esperando a entrar, y pobre de ti como te haya escuchado.

-no lo podía creer, nunca había tenido en ese concepto a mi padre, siempre creí que el amaba a mi madre y que cuando muriera jamás la reemplazaría, lo odie en ese momento y aún más a esa tal elizabeth, estaba lista para ser grosera con ella, pero nada me había preparado para lo que estaba apunto de hacer.

–hola, tu debes de ser la pequeña Alicia, yo soy elizabeth, pero puedes decirme mami~

–de ning-

–hay pero que delgada estás... cielo, jamás me dijiste que estaba tan delgada.

–ah si, esque está haciendo dieta, tu sabes cómo son los jóvenes.

–no, no, no, muy mal... está en pleno crecimiento, ella no puede hacer dietas, pero no te preocupes, yo me asegurare de que ella gane kilos para que así este sana

–esta bien, as lo que creas nesesario amor

-no le había tomado importancia a esas palabras, para mí todo sonaba a puras frivolidades, indignada me fui a mi cuarto a llorar a solas con el recuerdo de mi difunta madre, sin imaginar lo que me esperaría con ella en casa.

Mi malvada madrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora