NINFA | Twiligth

05

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Octava, era la octava vez en el día en que Sophia lanzaba por los aires a Emmett

Una vez que el ambiente en la casa de los Cullen se calmó, Emmett no pudo resistirse en pedirle un combate a su hermana menor, entusiasmado por probar las nuevas habilidades que consiguió Sophia en el tiempo en que se mantuvieron alejados. Luego de varias horas de súplicas y molestas bromas, Sophia no tuvo más opción que aceptar.

Lo que Emmett no se esperaba era la paliza que le daría su hermana. Sophia no perdió la oportunidad de presumir de sus nuevas habilidades, y el único que podía ayudarla con eso era su hermano fortachón. Emmett siempre sacaba el lado competitivo de ella.

-¡Otra vez! -exclama rápidamente al recuperar el equilibrio-

-¿No te cansas de perder? -sonríe burlona-

-¡Jamás!

-Tranquilícense los dos -Jasper interviene al ver el estado en que dejaron el bosque. Toda la familia sabía que ese par no tenían control de sus instintos cuando se trataba de enfrentarse mutuamente, y debían detenerlos antes de que se queden sin bosque- A este paso nos quedaremos sin bosque

-No hay problema. Phia se encarga de eso -sonríe de manera desafiante mirando a su hermana- ¿No es cierto, hermanita?

-No tendría que hacerlo si fueras un digno oponente para mí -contra ataca desafiante-

Ambos estaban dispuestos a empezar otra pelea sino fuera por el sonido de un jeep. La llegada de Edward y su compañera no pasó desapercibida por la pelinegra. Sophia ignoró ambas presencias sentándose en una roca que estaba al costado de Rosalie para poder darle algo de vida al bosque tras la batalla que tuvo con su hermano. A pesar de los intentos de Edward en resolver las cosas, Sophia se negaba en tocar ese tema, quería tranquilizarse un poco para perdonar y pedir perdón.

-Todo estará bien -consuela Rosalie al ver la mirada perdida de su hermana luego de cumplir con su tarea-

-Te admiro por aguantar todo eso y no salir huyendo como yo -admite tomando la mano de su hermana-

-No creas que nunca se me ha pasado por la cabeza huir y alejarme de todos estos problemas -sonríe acariciando la mano de su hermana-

La emotiva charla de las hermanas se vio intervenida por el nauseabundo olor que se aproximaba. Las hermanas se miraron y rodaron los ojos al saber de quiénes se trataban. Tanto ellas como el resto de los Cullen llevaron su atención en dirección de donde saldrían los Quileutes. Ellos podían escuchar claramente cómo uno por uno se iban acercando al claro, pero claro, que el más joven de la manada se llevaría la atención.