El azar y el destino es algo que siempre me ha dado curiosidad.
¿Está el destino escrito? ¿O lo escribimos nosotros con nuestras decisiones?
Soy una persona muy indecisa. Pero muy, muy, muy indecisa.
Odio tomar decisiones.
Y la mayor de todas fue aceptar esta beca de fotografía en la universidad.
Estuve más de una semana casi sin hablar con nadie porque no tenía ni idea de qué decir. Cada vez que abría la boca me preguntaban sobre mi decisión, y no había cosa que me estresara más.
Tenía que elegir entre mi sueño y ayudar a mis padres.
Obviamente no era una decisión fácil. Mi hermano y mi hermana daban su vida por mis padres y no querían dejarlos solos. ¿Debería haber hecho lo mismo? Tal vez.
Pero después de hablar con mi hermano mayor, Rudy, sabía que tenía que seguir mi corazón.
Él se había ido a estudiar para ser profesor y había encontrado al amor de su vida allí, ahora tenía una vida feliz, y él decía que no se arrepentía ni un poquito de su decisión. La familia es importante, pero tu vida es solo tuya, tienes que hacer lo que te haga feliz.
Y aquí estoy. En una universidad con una beca completa estudiando fotografía. Estresada porque no tengo ni idea de qué hacer para mi primer trabajo.
Verónica, mi probablemente única amiga, lleva días dándome ideas para empezar a hacer algo, pero no tengo inspiración.
Llevo dos meses en la universidad, no tengo ni idea de qué estoy haciendo.
Hace dos meses que no veo a mis padres, cosa que no es fácil, y mi madre se encarga de llamarme todos los días para recordármelo.
Me tumbo en el sofá, cansada. He estado todo el día pensando en ideas y visitando el campus para hacer algunas fotos, pero no ha servido de nada.
Alguien aporrea la puerta de mi apartamento de la residencia.
–¡Lo tengo! –grita una voz femenina que reconozco inmediatamente.
Me levanto y abro la puerta para encontrar a una Verónica entusiasmada.
–¿Qué tienes? –pregunto sonriendo y haciéndome a un lado para que pase.
–¡Lo tengo! –repite–. Ya sé lo que va a hacer que tu trabajo sea perfecto –hace hincapié en la última palabra.
–Dispara –digo levantando las cejas.
–Baloncesto –dice.
–¿Baloncesto? –repito preguntando.
–Aquí hay un equipo de baloncesto –empieza–. No el de la universidad, el de la NBA.
–Estarás de coña.
–Escúchame antes de sacar conclusiones. Mi profesora de literatura Inglesa hizo un concurso hace unos días para unas entradas de un partido. Podemos entrar antes, para ver cómo entrenan.
–¿Acaso has ganado?
–¡Sí! –exclama.
Hago una mueca.
Esto será una broma.
–En serio, Vero, ¿has ganado?
–Que sí, pesada. He ganado dos entradas. No te lo he dicho antes para que no te hicieras ilusiones.
Le dije una vez a Verónica que de pequeña me encantaba el baloncesto, me podía pasar horas jugando con mi hermano Ray hasta que se hiciese la hora de cenar y me quedaba despierta con él viendo los partidos de la NBA hasta las tantas.
–¿Lo has hecho por mí? –pregunto.
–Pues claro, tonta, sé que te gusta mucho, y pensé que sería de ayuda para tu trabajo– la abrazo.
–Muchas gracias.
–De nada, Isa –me devuelve el abrazo.
–¿Para cuando es el partido? –pregunto.
–El sábado.
–¿Mañana? –Asiente–. Genial –digo contenta.
Vero se sienta en el sofá como de costumbre y me mira.
–¿Quieres ir a una fiesta? –pregunta.
–Ya sabes lo que te voy a contestar.
–¿Por qué nunca quieres salir de fiesta? Es muy divertido.
–Joder, Vero. No me gusta hablar con gente nueva, me da ansiedad. Y más aún ver a tanta gente junta.
–Venga ya, Isa. ¿Cómo pretendes conocer a un tío si no hablas con ninguno?
–Mentira, hablo con Oliver –me excuso.
–Hablas con él en clase, y además tiene novia, no te sirve de excusa.
–Es que no tengo ningún interés en conocer a chicos, estoy bien sola –digo.
–Ajá, seguro.
–Que sí.
–Si te pusiese delante al chico más guapo que has visto en tu vida, además de guapo atento, te trata bien, es listo, te escucha y es económicamente presente –hace énfasis en el último dato–, ¿no saldrías con él?
–Como si esas cosas pasasen.
–¡Imagínatelo!
–No hay ningún tío tan perfecto.
–Que te lo imagines. ¿No saldrías con él?
Claro que saldría con él. Ni pensarlo siquiera.
–No sé –Verónica me mira con mala cara–. Vaale, sí saldría con él –admito–. Pero ese tío no existe.
–Entonces, ¿vas a pasar toda tu vida sin un tío?
–Si tiene que llegar, ya llegará.
–Bueno, yo te podría ayudar a acelerar el proceso –dice Vero.
–No hace falta, soy paciente.
–Mentirosa, eres la persona más ansiosa que conozco.
–Shhhh.
–No te veo muy cooperativa.
–Nop.
–Pues nada –dice sacando el móvil–. ¿Maratón de Grey 's Anatomy?
–Siempre –sonrío.
–¿Pedimos algo de cenar?
Carraspeo.
–Podemos cenar algo de mi casa, no me queda mucho dinero para pagarlo.
–No quiero ponerte en un compromiso.
–No te preocupes –me levanto–. Pon ya el último capítulo por donde nos quedamos, voy a hacer unas pizzas.
–Estas noches son las mejores –sonríe.
–¿Más que ir a una fiesta?
–Si es contigo, sí –sonrío.
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Algo más que una conexión
RomanceDos corazones unidos. Una mirada atrapada. Derek. Un jugador de baloncesto profesional que emana una seguridad desconcertante y amante de la música. Isabella. Una estudiante de fotografía a la que le encanta el baloncesto y los abrazos. Ella cree qu...