Capítulo 13

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Abro los ojos y aspiro ese olor tan familiar en las últimas semanas.

Las sábanas de Derek huelen justo como él, y empieza a parecerme una droga.

Desde que terminé los exámenes he estado quedándome a dormir todas las noches –he de aclarar que no hemos hecho nada que pase los besos.

Todas las noches hemos visto pelis, salido a cenar, quedado con sus amigos, Verónica se pasa casi todos los días, etc.

Derek pasa mucho tiempo en los entrenamientos, más de lo que pensaba.

A pesar de que llega cansado, nunca hace el amago de irse a dormir.

Hace unos días intenté hacerle la cena como sorpresa, pero terminó en la alarma de incendios saltando y una sartén destrozada.

Cuando Derek llegó, empezó a reírse y no pudo parar hasta diez minutos después.

Vaya idiota.

Me disculpé doscientas veces y él estaba rojo de risa, dijo que no le importaba nada más que yo estuviese bien. Así que la sorpresa terminó en sushi a domicilio y una compra por internet de la misma sartén.

Derek es el primer chico que ha demostrado que le importo de verdad.

Desde que habló con mi madre, el grupo de la familia no ha parado de preguntar por él, y él no ha parado de hablar de lo emocionado que está de conocerles.

No sé cómo presentarles a Derek. No es mi novio, y eso me estresa. ¿Debo pretender que estamos saliendo?

Quiero decir, aquí ya hacemos cosas de pareja, pero es distinto. Aquí somos amigos, y ambos lo sabemos.

Somos... amigos más cercanos.

Pero allí, aunque diga que es un amigo no conocen ese término si va a casa.

Es lo normal, solo se presenta a chicos si es oficial.

Pero, joder, lo han invitado y él no ha dicho que no. ¿Eso qué significa? Llevamos muy poco tiempo de... lo que sea esto.

Por desgracia, he tenido mucho tiempo para pensarlo cuando él no está.

He estado yendo a todos los partidos y haciendo fotografías.

Mi profesora dice que son espectaculares, y debería de presentarme a un concurso de fotografía pronto.

Estoy divagando cuando oigo que la puerta del apartamento se abre.

Levanto la cabeza del sofá, y al ver a Derek voy corriendo a la puerta.

Se quita el abrigo y la sudadera entre risas y en cuanto tiene las manos libres, me levanta en el aire sin esfuerzo y me abraza.

Se ha vuelto parte de la rutina y no podría gustarme más.

–¿Te he dicho alguna vez que eres como un peluche? Podría pasarme horas abrazándote.

Me río y me baja después de unos minutos.

–¿Te queda mucho para terminar las maletas? –Me pregunta.

Suspiro.

Pasamos por la residencia hace dos días para coger todo lo que quería llevarme a casa de mis padres y ya lo tengo todo listo.

–Ya sabes que lo tengo todo en su sitio –ruedo los ojos.

–Ya, pero me gusta preguntártelo. Sigo sin saber qué llevar.

–Mientras lleves algo puesto a mi familia les va a valer. No son de fijarse en la ropa que lleva la gente puesta –digo. Nunca se han fijado porque no les gusta que la gente se fije en lo que llevamos nosotros.

Algo más que una conexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora