Capítulo 7

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Hacía casi una semana que habíamos ido a la discoteca y me había despertado desorientada.

Lo último que recordaba era estar en el coche con Derek, y de repente me desperté en mi habitación.

Vero me dijo que había ayudado a Derek a subirme con cuidado para no despertarme.

He estado tan ocupada esta semana que no he podido hablar con Derek más que un par de palabras por el grupo.

Sé que tengo entradas para su partido en unos días y que lo voy a ver, pero aún así no puedo evitar querer verlo antes.

He pasado toda la semana estudiando para los exámenes de esta semana y la que viene, por lo que he estado de los nervios y no he sido la mejor compañía –Vero no lo discutió cuando le cerré la puerta en la cara cuando me dijo de salir el domingo–, incluso Ginger no me había querido hablar mucho.

No sé organizarme y me agobio.

Es jueves y he terminado los exámenes de esta semana, pero sigo estudiando. Me han dado esta semana y la siguiente libre en el trabajo por exámenes y eso me ha sido de mucha ayuda.

De pronto me llega una videollamada entrante en el teléfono.

Por alguna razón quiero que sea Derek, pero es mi hermano Rudy.

–Hola, hermanita –saluda.

–Hola, Rudy. ¿Qué tal todo?

–Bastante bien, Rowan lleva semanas preguntando por ti –sonrío al escucharlo decir eso.

Rowan es el hijo de Rudy, tiene dos años y es el bebé más adorable del mundo. Mi diminutivo fue la primera palabra que dijo.

–¿Qué tal en la universidad? –pregunta contento.

Sé que le hace feliz que decidiera irme a estudiar.

–Genial, aunque un poco estresada con los exámenes. La carrera es muy interesante y me gustan los trabajos que hacemos con la cámara.

–Te dije que no te arrepentirías –sonríe–. ¿Has conocido a alguien? –pregunta curioso–. Ya sabes que Mallory y yo nos conocimos en la carrera.

Mallory era su mujer y la razón por la que se quedó en Wisconsin. Su relación había ido surgiendo poco a poco, incluso me atrevería a decir que empezaron odiándose. Luego coincidieron en un trabajo y se dieron cuenta de que no se detestaban tanto como creían.

–Eres un chismoso –replico.

–¡No lo has negado! Venga, cuenta Isa.

–No es de la carrera –admito.

–Uhhh, todavía más interesante. ¿Qué estudia?

–No... estudia. Es jugador de baloncesto.

–¿Te has enamorado de un niño o qué? –se ríe.

–No me he enamorado –replico.

–No me digas que te sigue dando miedo después de...

–No digas su nombre –lo corto en seco.

–No iba a decirlo, perdona igualmente. ¿Estás bien? –pregunta al darse cuenta de mi cara.

–Sí, de hecho, mejor que bien. Me gusta el chico, y no tengo miedo. Solo que... no sé si yo le gusto –admito.

–Entonces un poquito de miedo sí tienes –dice.

–Miedo al rechazo, que es diferente.

–Ya. Bueno, piensa que la primera vez que yo le pedí salir a Mallory me tiró una libreta a la cabeza y me mandó a la mierda, ¡y ahora estamos casados y con un hijo! No tengas miedo –me río.

Algo más que una conexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora