Oscuridad.

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Oh los Querubines.

Ángeles de belleza inigualable y dones que solo Dios puede otorgarles, amantes a una sola dictadura, un canto angelical y único.

Recuerdo que entre todos ellos uno fue el preferido. El primero de todos, único y bello. belleza que era envidiada, aquel Angel quizo ver más allá de la "Dulzura" de su Dios, encontrando la destrucción y el caos.

El Bello Querubín se reveló en contra de quien amo y prefirió entre todos los Ángeles, peleo junto con más Ángeles por la libertad de la tierra y un mundo donde todos Reinaran a su bien sin ataduras y peligros, lastimosa la hora en la que fue vencido y desterrado del cielo.

Aún en su dolor, aún en la oscuridad encontró su propia luz, donde  nosostros, los Ángeles caídos pudiéramos co-existir y entregarles sabiduría a quienes la quisieran y aceptaran la belleza de la oscuridad, por siglos existimos y aprendimos de la belleza humana y sus dones y ellos aprendieron de nosostros.

habían reglas de las cuales no se debían romper por amor a la estrella de la mañana y una de ellas era no acercarse a los Ángeles del Dios pero ¿como hacerlo? Como no sentir curiosidad y atracción por ellos, si eran tan hermosos, de hecho uno de ellos lo era mucho más.

Era uno en particular, era precioso a mis ojos, amaba a los animales, en especial a los perros, era justo pero también solitario, en la penumbra vagaba por los prados mirando a humanos gozando de la naturaleza, el tampoco se acercaba a los Demonios, era prohibido, para mi también lo era y aún así, me encontraba mirando y siguiendo a ese Ángel.

Algo tenía en su mente, yo tenía esa curiosidad que picada mis manos por saber de el y el por que de mi curioso sentir.
Quizás acercarme a el con cautela sin asustarlo y con lentitud, lo hice, me acerque a él.

Grande mi sorpresa cuando el no se inmutó en mi presencia, aun más grande cuando me miro con superioridad, y sus ojos tenían un color, uno verde tan claros y brillantes que te dejarían cegado.

- Demasiado solitario pequeño angel. - le dije.

- Demasiado entrometido demonio.

Una sonrisa se dibujo en mi cara, hace mucho no la tenía y se sintió bien.

- Grosero, un angel es así? O solo aparenta por temor a que te lastime?

El angel me miro, esa mirada arrogante y sonrió sin sentir la gracia.

- Típico de los demonios, acuden a la intimidación para sentirse superiores.

Auch, un golpe bajo sabiendo de donde provenía, pero al parecer el angel fue creación del presente, eso explicaría su juventud en su rostro, cuerpo y su tan estúpida arrogancia, pero si intimidación quería entonces la tendría.

- Un Demonio es lo que es pequeño angel, podría comerte en estos momentos y tu Dios no te protegería, o lo hizo antes? - vio un gesto disimulado, había dado en el blanco y se acercó a el. - Podría hacer que te inclines y supliques piedad a este gran Demonio con tal de salvar tu vida. - Hannibal extendió su brazo y antes de tocar al angel este lo había apartado.

- Entérate Demonio, soy el Guerrero entrenado por el Arcángel Miguel, si yo quisiera tu estarías imclinado ante mi por tu osadía. - el angel lo miro una última vez y se alejó del demonio.

Hannibal sonrió, era su segunda sonrisa y todas provocadas por el Ángel, Hannibal pudo irse, dar la vuelta y olvidarse de ese querubín pero verlo extender sus alas lo doblegó, vio en el esa luz que su señor oscuro tenía y el la quería, quería a ese angel.

El también extendió sus alas y le siguió el paso.

El angel al darse cuenta se detuvo y lo miro con la Guardia en alto.

- Debes desear morir por tu obsurdo acercamiento.

Hannibal levanto ambas manos rendido, haciéndole saber que no estaba ahí para pelear.

- Pequeño angel, es de mala educación no presentarse, me llaman Paimon pero tu puedes llamarme Hannibal. - Hannibal vio duda en el angel.

- ¿Por que debería decirte mi nombre?

- Un Angel es amable y Cortes según escuche.

- No con los demonios.

Hannibal pensó, tal vez fue mala idea provocarlo con la intimidación pero- Si me permites decirte, se que eres nuevo en el tan aclamado ejercito de Ángeles, dime, ¿No tienes curiosidad por saber la historia de un pasado? ¿Del por que la guerra y tu nacimiento? - el angel lo pensó y Hannibal le dijo. - Yo he Estado aquí desde la caída del Gran Lucifer, yo podría contarte todo. - ya estaba la duda plantada en su cabeza y por experiencia sabia que los Ángeles no hablaban de ese momento, por órdenes claro y saber que ese angel era curiosos Hannibal no dudó en sembrar la semilla y el sería su árbol de conocimiento.

- ¿Confiar en un demonio? - dijo más para si mismo que para Hannibal.

- La mayoría de los humanos lo hacen y nosotros los Demonios somos todo menos mentirosos, piénsalo pequeño angel, no pienso precionarte, pero si lo deseas. puedes encontrarme cerca del río, donde la Luna esta en su punto más alto.

Hannibal admiro una última vez el rostro del angel, risos que posaban sobre sus hombros cubiertos solo con una túnica blanca y dorada, labios rojos que quizás tenían el sabor de la leche y miel, y esos hermosos ojos verdes, tan brillantes que dejarían ciegos a cualquiera por su belleza. Sonrió quería todo de ese bello Querubín, Hannibal se alejó, si tenía que esperar toda la noche o 100 años con tal de ver al angel en el río entonces lo haría.

🌻✨

2 , 3, 4 horas o Quizás 5 horas en ese preciosos río, donde los grillos entonaban la canción más tranquila y agradable, en donde las estrellas acompañaban a la Luna brillante y ciertos animales pasaban a beber de esa limpia agua.

Hannibal estaba ahí, sentado en una roca admirando su alrededor y disfrutando de la naturaleza, amaba esos momentos de paz.

pensó que era obvio que aquel querubín inculcado con mentiras no se acercaria al demonio, pensó que el angel lo mataría ahí mismo, se veía joven y torpe, su mente vagaba por la maravilla del querubín, rendirse no era opción en Hannibal, pensó en ir y buscar al querubín pero impredecible como siempre el querubín se encontraba tras los árboles, justo frente a Hannibal, Hannibal soltó un suspiro inaudible y miro como el angel se acercaba cada vez más a el.

- Bella noche nones así pequeño angel?

- No me llames pequeño, me llamó William y así me llamaras.

Hannibal asintió.
 
Chico grosero.

- Estoy aquí para que me cuentes sobre la historia, no soy tu amigo, ni siquiera pienses que me acercare a ti nuevamente, después de esta noche me alejare.

Después de esta noche tu no querrás alejarte de mi - Pensó.

- Me parece bien, aún que la historia es más larga de lo que te imaginas y créeme, se necesita más de una noche para terminarla.

Will lo pensó y aún así tomó asiento no muy cerca pero lo suficientemente cerca para escuchar al Demonio.

- Escucharé lo necesario. - reprochó.

Hannibal apesar de la distancia pudo oler al angel, olía a flores, a perros y a pino de algún árbol, todo en una combinación perfecta, en ese angel perfecto.

- Pequeño Ángel, debes mostrar respeto si es que quieres escuchar la historia, soy un Demonio de historia también y no me gustaría comenzar con una retirada si es que te comportas así conmigo, te respeto, por favor, respetame.

Will lo miro y blanqueo los ojos para después asentir.

Hannibal sonrió - Empezaré por decirte el inicio de aquel que adoran injustamente y de quien odian ciegamente.....






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