No te llamaremos

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Una innecesariamente larga entrada protocolar, seguido de una breve entrevista, presentaciones aún más breves y por fin, la palabra. La fruta anhelada, el sueño de carices más remotos, La maravillosa palabra cuya vocalización me resultaba desconocida, cuyo recuerdo aun hoy ejerce una poderosa sensación en mí. Contratado.

Un olor a ajo y pescado me abordaron al entrar, seguido de la visión de botellas, muchas botellas. Mas alcohol del que había visto en la vida, y vaya que si había visto licor; y colgada en una pared la cabeza negra de un toro.

Entras al mediodía -me informó la administradora tras acabar de explicar cómo operar la caja-. ¿Todo claro?

Asentí.

Vi cómo se marchaba a la cocina haciendo sonar las puertas al pasar, le escuche hablar con los cocineros. Hielo, y mariscos fue lo único que alcance a distinguir.

"Veras mariscos que jode" decía una voz en mi cabeza.

Suspiré mientras contenía una sonrisa, y volvía la mirada a las botellas. "Me vendría bien un trago", pensé.

Cerré los ojos mientras resoplaba y me sentaba, al abrirlos busque el monitor. Encontré mi reflejo casi imperceptible en aquel fondo blanco. "Menudo pringado estoy hecho, con razón ninguna mina me para", atravesó mi mente.

Me recliné un poco más, y en voz baja solté la tontería que se me pasaba por la cabeza:

¡Showtime!

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