64.

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Rodrigo caminaba tranquilamente por los pasillos de la escuela, con la mirada en su celular y su mejor amigo, Tomás, a su lado charlandole sobre algún tema en específico, pero Rodrigo no sabría decir cuál era.

De repente, se sintió caer, sus manos revolearon el dispositivo y se apoyaron en el piso para frenar el golpe.

—Mirá por donde caminás, imbécil.

Escuchó decir a una voz algo grave. Levantó la vista encontrándose con Nicolás Odetti, el temido Nicolás Odetti.

Se paró, mirando a Tomás, quien le entregaba su teléfono (aparentemente lo había recogido antes de que toque el suelo porque no tenía ni un rayón). Y cuando estaba a punto de agarrar este, cayó por segunda vez, ahora por un empujón.

—¿Quién carajos te dijo que te levantes, boludito? Estás mejor ahí tirado.

Unas fuertes patadas se hicieron presentes en la panza del castaño. Oía a Tomás rogarle que parara pero Odetti hacía caso omiso.

—Cortala, Nicolás— Esa no era la voz de Tomás, de eso Rodrigo estaba seguro.

Notó como las patadas cesaban. Como pudo, se sentó en el muro a su lado y Tomás casi corrió hasta él.

Las preguntas de su amigo como "¿Estás bien?", "¿Te duele mucho?" o "¿Necesitas algo?" fueron parcialmente escuchadas, pues Rodrigo solo se enfocó en como Iván discutía con su ex-pareja.

—¿De qué mierda te sirve pegarle a un pibito de quinto? ¿Te aumentó el autoestima? ¿Eh?

—Callate, Iván. No quiero ni escucharte. Andá a hablar con tu desconocido choto, que seguro que te va a chupar las medias como un genio.

—Superá, flaco —hizo una pausa—. Te vuelvo a ver hinchandole las bolas a alguien que ni te tocó y no la contás, ¿me escuchaste?

𝘽𝙖𝙩𝙝𝙧𝙤𝙤𝙢 𝙒𝙖𝙡𝙡 - 𝘙𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora