Ninguno interesante...

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Salí del piso, seguida de aquél desconocido. Por alguna razón, tenía la sensación de que le conocía de toda la vida, o al menos de hace algo más de cuatro horas.
No creía en esas cosas del destino, ni en las almas gemelas, y nunca lo había hecho, pero de alguna forma u otra tenía una sensación extraña hacia este chico... Y estaba segura de que él se sentía igual.

Bajamos las escaleras y giramos la calle. De repente, Alex se paró y sacó unas llaves de su bolsillo.

- ¿Te gustan las motos?

Aquella noche recorrimos el centro. En los semáforos en rojo Alex colocaba una mano encima de las mías, que rodeaban su cuerpo.
Era un sentimiento extraño de explicar, algo parecido a cuando suena tu canción favorita en un garito, y no puedes evitar ilusionarte.
De alguna forma u otra, él acabó siendo mi canción favorita.

Me desperté al día siguiente con el sonido de una melodía extraña. Me incorporé de sopetón, sin entender qué estaba pasando y me golpeé la cabeza con la estantería que colgaba sobre mi cama.
Maldije mientras me frotaba en el lugar donde me había golpeado.

Me puse mis pantalones de pijama y me recogí la melena rubia en un moño alto. Me dolía la cabeza y la boca me sabía raro: resaca de la noche anterior.
Salí de mi habitación y me dirigí hacia el baño, de donde procedía la música.

- Buenos días - dije al entrar, sin tener del todo claro quién estaba dentro.

Mi madre asomó la cabeza desde dentro de la ducha.

- ¿Qué tal la fiesta de ayer? - preguntó -. Para cuando llegaste yo ya estaba dormida. ¿Conociste a alguien nuevo? ¿Bebiste algo? ¿Algún chico, chica o chique guapo?

Me reí. Mi madre era de ese tipo de madre que hace más de amiga que de figura materna, por lo que siempre me preguntaba las cosas de manera directa, y yo le contestaba de la misma forma.

- Estuvo divertida, aunque la casa estaba más lejos de lo que pensábamos y, como llovía, nos calamos enteros - contesté -. Conocí a varias personas, pero casi ninguno interesante. Y sí, bebimos.

- Muy bien. Espera... ¿casi ninguno interesante?

- Bueno... ¿Te acuerdas del chico de mi clase que te dije? ¿Marcos? - mi madre asintió -. Pues vino a la fiesta con un par de amigos y unas barras de pan que se habían encontrado. Parecen gente interesante.

Salí del baño y fui a la cocina, donde estaba mi hermano bebiendo café y fumando.

- Ya sabes lo que dicen - dije, mientras le robaba uno de su cajetilla y abría la puerta de la terraza -. Café y cigarro...

- Muñeco de barro - continuó él.

Me apoyé en la barandilla de la terraza y le di una calada al piti, seguida por mi hermano.

- ¿Qué tal la resaca?

Mi hermano pequeño era mi mejor amigo. Habíamos pasado por muchas cosas juntos, y, para tener quince años, era muy maduro para su edad.

- Bueno... - me reí -. Conocí a un chico ayer: Alex. Era gracioso. Vino con unas barras de pan a la fiesta que se habían encontrado él y sus amigos en un cajero.

- ¿Para qué las querían?

- No se, dijeron que eran un regalo, pero creo que se las acabaron comiendo.

- Estás sonriendo - indicó mi hermano, que ya había apagado el cigarro -. Te ha gustado.

- No - contesté -. Sí. Un poco. No sé. No le conozco. Ya veremos.

- Eres consciente de que acabas dar todas las respuestas posibles, ¿no?

- Y todas válidas.

Apagué el cigarro y entré en la cocina.

- ¿Y tú ayer? - pregunté.

- Sutil cambio de tema - contestó.

- No es solo un cambio de tema. Es que... No sé. Sé que es un instituto nuevo y te está costando adaptarte, así que quiero saber qué tal te fue ayer quedando con tus nuevos amigos.

- Bastante bien - aclaró -. La verdad es que estoy contento.

De repente, mi móvil vibró: @/altinez ha solicitado seguirte.
Pulsé en la notificación y cotilleé el perfil de la solicitud. Era una cuenta privada y su nombre era el mismo que su usuario, pero le seguían varias personas que conocía: Marta, Daniela, Marcos y Lola entre otros, así que decidí aceptarle y seguirle de vuelta.

El lunes me levanté con el ruido del despertador a la primera. Estaba de buen humor, así que me arreglé para ir a clase.

Era finales de septiembre en Madrid, y ese día estaba medianamente soleado.
Llegué a clase antes de tiempo así que me fumé un cigarro en la puerta. En mis cascos sonaba Come together, la versión de Aerosmith, y yo movía el pie al ritmo de la música.

Una mano me tocó el hombro, y me giré de un brinco.

- Alex - dije, quitándome los cascos.

- Te he asustado. Te asustas mucho...  - dijo entre risas -. ¿Me das uno?

Hizo un gesto con la cabeza hacia mi cigarro. Saqué el tabaco y se lo tendí. Nos quedamos un rato en silencio, hasta que me devolvió el tabaco y se encendió el cigarro.

Tras una calada larga añadió:
- No contestaste a mi mensaje...

- ¿Tu mensaje? ¿Me has escrito?

Caminé hacia la papelera más cercana, en la que tiré la colilla. Alex me siguió y se colocó frente a mi.
Tenía algo interesante: el pelo negro ondulado, que parecía no tener ningún corte preciso, pero que se ajustaba perfectamente a su rostro, las pecas que decoraban su cara, y sus pobladas cejas que resaltaban sus ojos; todo eso hacía que llamase la atención, sin ser extremadamente guapo.
Se apoyó en del poste de la papelera mientras me miraba.

- Sí, te escribí ayer - dijo -. Los chicos y yo hemos pensado en salir de bote el finde. ¿Te quieres venir?

- ¿Eres altinez? - pregunté, sin contestar a su pregunta.

- En efecto. ¿Entonces...? ¿Te vienes?

El timbre sonó, indicando que era la hora de entrar a clase.

- Me lo pensaré - contesté.

Me giré y me alejé hacia la puerta.

- ¡Te enviaré la dirección! - gritó Alex.

Cuando iba en el metro de vuelta a casa, ese mismo día, me llegó una notificación:
@/altinez: La fiesta será en Dehesa, espero que me traigas algún detalle por invitarte...

El mensaje estaba acompañado de la dirección de una calle en Francos Rodríguez y de una foto de su cara haciendo una mueca extraña.

@/claranunez: Te llevaré dos barras de pan y una cajetilla de cigarros como agradecimiento.

Qué bonita la luna...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora