Cap. 1

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-              Liliana, ven a mi lado, no te vayas – dice mi madre mientras caminamos por los callejones que conducen a nuestra casa.

-              ¿Porque mamá?, solo quiero ir corriendo a casa –le digo a mi madre antes de que me marche.

-              Déjala ir, son solo dos calles –oigo decirle mi padre a mi madre.

Mientras voy corriendo calle abajo y me giro veo a mi padre que  me guiña el ojo en señal de aprobación y al llegar a la esquina, veo nuestra casa. Al girarme veo dos hombres con unas bolsas de basura en la cara, salen de cada lado de la calle y  veo como uno coge a mi padre por la espalda. Al otro veo que le tapa la boca con una mano mientras que con la otra le aguanta las manos por detrás, a mi madre.  Después de miles forcejeos de mis padres, salgo del estado de shock y voy corriendo hacia ellos y a tan solo unos cuantos metros, mi madre llorando me  dice: 

-              No, no Lia, vete, vete corriendo y no mires atrás. – me dice.

Y entonces veo como el hombre enmascarado le clava un cuchillo a mi madre por la espalda. Cae al suelo de rodillas, hasta que queda tumbada por completo.   Me voy  corriendo a esconderme detrás de unos contenedores y mi padre llorando se deshacer-se de los brazos de ese hombre y cae postrado al suelo, coge a mi madre  y se la lleva al pecho, llorando desesperadamente para que vuelva en sí. Entonces, los asesinos de mi madre, disparan a mi padre en la espalda y por acto reflejo me levanto y veo como mi padre cae al suelo. Veo sus ojos, cristalinos, bañados en lágrimas como me dicen un simple te quiero y un último adiós. Gira su cabeza hacia ella y con sus últimos esfuerzos le coge la mano a mi madre y en cuestión de segundos esos hombres le disparan en el pecho.  Veo como la figura de mis padres yace impregnada de ese líquido rojo y por esos segundos veo como mi linaje queda desdibujado. 

Miedo. Miedo y temblor es lo que llevo ahora mismo en mi cuerpo. Llevo años con esto atormentándome noche tras noche. Desesperación. Eso es lo que llevo años viviendo,  soñando despierta que mis padres hubieran tenido una muerte digna y así que sus almas puedan ser libres de una vez y que mis lágrimas cesen.

Cruzo el pasillo y voy directa a la cocina a por algo de beber.

Es por la mañana y mi abuela está sentada en la cocina leyendo su libro favorito The Silence. Llevo muchos años viendo a mi abuela releer este libro una y otra vez.  Supongo porque también era el favorito de su hijo.

-              Buenos días abuela. – le digo a mi abuela antes de servirme una botella de agua y una bolsa con una etiqueta que pone cereales.

-              Hola preciosa, ¿cómo has dormido hoy?- me dice con su dulce sonrisa.

-              Bien, supongo, estoy nerviosa por mi éxodo – le confieso a mi abuela.

-              No te preocupes niña, Teth estará contigo sí o sí. –me anima Diana.

Cojo la silla de la mesa y me siento junto a ella, desayunando en silencio  y observándola por última vez como lee su preciado libro.

Cuando entro en mi habitación, me tumbo en mi cama y me planteo la idea de no ir a La Isla, no quiero dejar  a mi abuela sola, no podría soportar que le pasara algo, pero en el caso de que yo no vaya, vendrían a buscarme y me llevarían a la fuerza. Me subirían a un coche completamente blanco y me alejarían de ella sin poder despedirme siquiera. Fue el caso de María Ahre, una chica de la casa de enfrente. Fue mi vecina hasta hace un par de años. No se fue el día de la partida y días después se la llevaron a la fuerza, dejando a sus padres solos.

Al pensar que algo le puede ocurrir a mi abuela estando yo demasiado lejos para protegerla, me entra el pánico.  Me levanto de la cama de un salto y me digo repetidamente "ella estará bien, estará bien mientras hagas caso de lo que te dicen". Cojo mi mochila de debajo la cama y empiezo a meter cosas.

Desde la muerte de mis padres, mi abuela siempre me ha enseñado que tengo que ser una persona fuerte, independiente y luchadora. Pero siempre contra ellos, los que permiten que la gente muera sin apenas vivir.

Personas, familias son destruidas, masacradas y humillas por ellos. Son  empujados hacia la muerte sin poder hacerse oír, sin poder gritar, ni huir.  Todos aquí somos personas unidas por la pobreza, personas desterradas por no ser como ellos. Unidas para luchar por la misma causa. En cambio allí solo son personas desconocidas unidas por el dinero, sin ningún tipo de sentimiento. Personas con prejuicios y orgullo. Únicamente dominados por su propio beneficio,  sin ninguna importancia de lo que nos ocurra o de lo que podamos dejar atrás.  

En mi mochila solo he puesto libros, así que sacudo la cabeza deseando que se vayan esos pensamientos y me centro en colocar dos camisetas y uno pantalones extra que tengo. No tengo más ropa con la que llenar la mochila, así que me despido de mi antigua habitación y voy junto a mi abuela, con la que iré a las oficinas de Algerian. 

H.O.P.EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora