Reunidos todos en la cubierta, esperábamos a que el capitán Smollet diera órdenes.
Finalmente salió del camarote junto con los otros dos hombres dispuestos a dirigirnos y acercarnos más a la isla.
Se asomó a la tripulación desde el castillo de popa y preguntó:
-¿Alguien ha visto ésa tierra antes?
-¡Yo sí, señor! Yo era cocinero en un barco que fondeó aquí -saltó John. Los tres hombres le miraron con cara seria. Estaban preocupados por que fuese precisamente él quien lo decía. El capitán se recobró con rapidez.
-¿Dónde está el embarcadero?
-Allá, señor en ésa cala del sur. Hay un pasaje creado de modo natural por el que podremos pasar.
-¿Se puede entrar con marea baja?
-Por supuesto.
-Bien, gracias. Iremos por allí.
Todos se pusieron manos a la obra rápidamente y con ánimos. Nada parecido a como se comportaban estos últimos días. Parecía que haber llegado a la isla les había alegrado. Y no es de extrañar, claro.
Aquella mañana fue una de no parar. Había muchas cosas que hacer para llegar a la cala y además costosas, mientras el sol nos acaloraba cada vez más.
Hasta que por fin llegamos a nuestro destino. Fue duro pero mereció la pena. Echamos el ancla cuando ya no pudimos acercarnos más.
El agua era ahora cristalina e incluso se podía ver el fondo arenoso. El fondeadero estaba muy bien protegido del viento y rodeado por frondosos bosques, cuyos árboles estaban bastante cerca de la orilla.
Cuando todos ya habían acabado de maniobrar, se sentaron en corros en cubierta a descansar, pero se notaba en el ambiente que todos estaban nerviosos y eso me inquietaba.
Todos hablaban en susurros y Silver iba de un grupo a otro tranquilizando a los demás y algún ánimo que otro. Estudie la situación sentada en el suelo. Pronto entendí lo que sucedía. Parecía que al avistar la isla la disciplina y el control se había desatado. Si dejábamos que esto siguiese pronto se amotinarán al no poder controlarse.
-Esto no me gusta: están demasiado descontrolados.-me dice Jim a mi lado.
-También me he dado cuenta. Temo que Silver no les pueda calmar.
Al poco rato nos pusimos en pie ya que Smollett se disponía a hablar:
-Amigos, el viaje ha sido muy duro pero al fin lo hemos logrado. Seguro que estaréis deseando de ir a tierra. Los que lo desean tienen permiso para hacerlo. Media hora antes de la puesta del sol, os avisaré con un cañonazo para que volváis al barco.
Todos gritaron un hurra y rápidamente prepararon los botes. Su humor había cambiado por completo y actuaban con rapidez y eficiencia. Me imaginé que el capitán habría decidido aquello para que la tripulación se despejase un rato y tranquilizarse.
En ése momento reaccioné de nuevo y si mi misión era espiar a los piratas, mi lugar era estar con ellos.
-Vamos.-le dije a Jim.
Corrimos junto a Silver y le preguntamos con tono inocente si podíamos ir con ellos.
-¡Capitán!-llamó él.
-¿Si?-respondió.
-Los chicos quieren venir con nosotros en los botes. ¿Pueden venir?
Miré a Smollett y asentí ligeramente con la cabeza. Era posible que supiese lo que intentaba decirle.
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Crónicas de Piratas: La Isla del Tesoro
AventuraNadia es una chica normal a la que le atraen las historias de piratas y la vida en el mar. Con el anhelo de vivir una aventura, se ve envuelta de repente en una búsqueda del tesoro. Pero un peligro inminente se huele en el aire, los marineros están...