8) La huelga de las Hadas

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Aclaración: Este es el comienzo de a donde quería llegar desde el principio, en el próximo capitulo podrán ver mejor a ambos interactuando en el campamento de las hadas y todo los que le pasara allí.


Nota de la autora: Si ven alguna cosa que parece racista o homofobia en este escrito, es así como reaccionaria Draco Malfoy el personaje de ficción, no tengo nada en contra de ninguna comunidad, solo aclaro para que no haya malentendidos, entendiendo que fue criado por los Malfoy es probable que no sea muy amable por más cambiado que este, nadie cambia tanto en tan poco tiempo ni de la noche a la mañana. 



Draco dio vueltas en la cama sin poderse dormir por enésima vez, sus mantas estaban hechas un revoltijo mitad en el piso y mitad en la cama misma, su torso bien formado por el Quiddicht subía y bajaba mientras respiraba erráticamente, sus manos estaban en el aire espantando una mosca o eso parecía a simple vista, estaba teniendo una pesadilla de la guerra, una de esas que le paralizaba los sentidos y no lo dejaban pensar con claridad. 


Su tía Bellatrix estaba torturando a Hermione Granger, la mujer de sus sueños, la niña sabelotodo molesta que sabia la respuesta para todo, la sangre impura, la reina de su vida, pero en lugar de quedarse viendo, el decidía último momento salvarla o al menos, estaba llegando a esa parte en su sueño otra vez.


- Te mataré, haré de tu vida un infierno, niña tonta, dime en este instante que se llevaron de mi bóveda, ¿cómo te atreviste a robarle a una sangre pura? Espera que mi señor acabe contigo, maldita sangre sucia inmunda – Gritaba su tía Bellatrix asestándole el décimo cruciatus a su amada Hermione –

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Veía como su padrino y él seguían haciendo hechizos silenciosos de curación para Granger y en ultimo instancia, antes de que el pobretón y el huérfano aparecieran de la nada, se veía a él mismo, parándose delante de Hermione protegiéndola y asestándole el golpe de gracia a su tía Bellatrix.


- Petrificus Totalus, maldita chiflada, ojalá que te quedes así quieta para siempre, Granger debes de irte pero ya, busca a Weasley y Potter y váyanse ahora mismo – Le pedía Draco luego de petrificar a su tía y acercarse sigilosamente a una temblorosa Hermione que seguía en el piso llorando histéricamente –


- ¿De verdad me salvaste? Mi príncipe azul rubio, eres todo lo que siempre soñé, gracias por salvarme, te estaré eternamente agradecida – Decía Granger y de improviso lo besaba apasionadamente –


El beso era especial y bonito, ella tímidamente lo besaba sacando apenas un poco su lengua como si eso le diera vergüenza, él intentaba controlarse y devolverle el beso dulcemente sin asustarla, sus lenguas se encontraban en una danza tímida y tierna, casi como si bailaran un compás de tango, con movimientos controlados y certeros, una magia solo interrumpida por el grito de su padre que los hacia volver a la realidad de la situación.


- Basta de tanto espectáculo, señorita Granger váyase ya de aquí, busque a sus amigos y lárguese de esta casa, antes de que Voldemort venga y nos mate a todos, escapase y nunca más vuelva por estos lares – Le pedía su papá Lucius a Hermione, cortando el beso y la atmósfera de dulzura y pasión al instante -


- Si señor Malfoy, gracias por todo, ya mismo me iré de aquí y Draco seguiremos nuestro amor cuando esta guerra termine, siempre esperaré por ti, Ron y Harry no se queden ahí parados, par de zopencos, muévanse que tenemos que ir a matar a Voldemort, para volver y besar a mi Dragón – Dijo Hermione con ese tono de voz mandón que él tanto amaba –

Lo que callan tus ojos marrones (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora