Epílogo

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Los inviernos en Jackson siempre eran diferentes, el lugar y su gente se sentían diferentes

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Los inviernos en Jackson siempre eran diferentes, el lugar y su gente se sentían diferentes.
En otoño se preparaban para los frentes fríos, cazando y cultivando lo más que podían y que el clima les permitía, al inicio del invierno la pesca y cacería se intensificaba, los grupos de vigilancia y caza eran mucho más grandes y las jornadas más largas, nadie iba solo nunca, no importaba quien eras siempre ibas acompañado por más personas, y una vez que las primeras tormentas de nueve llegaban nadie tenía permiso de salir de las murallas.
Hoy, era el último día de las jornadas de vigilancia, el grupo de Jimin se encargó de colocar y verificar las últimas trampas explosivas y esconder algunos puntos de vigilancia.

Las grandes puertas se abrieron cuando comenzaron a acercarse, permitiendo al grupo de diez entrar sin mayor problema mientras montaban a sus caballos.

— Ya casi llegamos chica, después de esto podrás tomarte unas merecidas vacaciones — le dijo Jimin al animal que se encontraba agotado de tanto esfuerzo. Casi tuvieron que rodear toda la ciudad abandonada revisando cada una de las trampas, mirar en los alrededores, matar algunos infectados, subir la montaña principal que da una vista general de Jackson y regresar todo ese camino una vez más siendo precavidos con las trampas, de no ser así serían ellos quienes terminarían en pedazos.

Una vez adentro algunas personas se acercaron para ayudarles a desmontar a los caballos y guardarlos en los establos, estaba más que claro que todos necesitaban descansar, tanto caballos como sus jinetes.

Jimin bajó de su caballo, dándole una caricia en el osico.

— Buena niña, vendré a visitarte — murmuró con cariño mientras una mujer se acercaba para dejarla en los establos.

Saludo a la castaña que hizo lo mismo y le preguntó sobre el recorrido, apenas habían comenzado a hablar cuando una pequeña voz llamó su atención.

— ¡Appa! —.

Corriendo lo mejor que sus cortas piernas le dejaban, venía Elliot acercándose con una gran sonrisa y algo parecido a una bufanda en su mano. Habían pasado cuatro años desde que llagaron a Jackson, el pequeño bebé que en ese entonces estuvo al borde de la muerte era ahora un saludable niño que se la mantenía corriendo de un lugar a otro, preguntando por cada pequeña cosa que miraba o que investigaba en el bosque cada que surgía la oportunidad de salir de las murallas. Su espíritu aventurero le recordaba tanto a su hermano menor.

Dejando ese pensamiento agridulce de lado, puso los ojos en blanco por la terquedad de su hijo para salir cuando está nevando, se acercó con una sonrisa extendiendo los brazos para recibirlo y cargarlo en un fuerte abrazo.

— ¿Qué haces afuera fosforito? ¿No estabas en casa de JJ? — le dijo con cariño mientras arreglaba su gorro que dejaba ver algunos mechones de su cabello anaranjado.

— Escape pada dalte esto — con una sonrisita le ofreció la bufanda azul, de inmediato se dio cuenta que esa no era la suya, pero aún así la aceptó — Papá Junkoo dice que edes inposable —.

𝙊𝙪𝙧 𝙇𝙖𝙨𝙩 𝙏𝙧𝙞𝙥⇢kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora