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Si eres sensible a temas como éstos, recomiendo que no leas lo siguiente.No tenía ni la más remota idea de cómo o cuándo habían llegado a tal punto. ¿Qué había pasado exactamente? Se preguntarán ustedes, les daré un contexto simple; El sargento Caricias y el Padre en la iglesia, solos. Supongo que se podrán hacer una idea a qué me refiero, sinó, puedo narrarles todo lo que había sucedido hasta ahora.
En resumen, el sargento Caricias había llegado a la iglesia a discutir un tema con el Padre, sobre que su religión era una estupidez y que no debería de enseñarles tales cosas a los reclutas, peor no recibió ni una respuesta del de cabellos morados, ni siquiera lo había escuchado en lo más mínimo, puesto que no le importaba; Con furia en su rostro al darse cuenta de que no era escuchado, sacó su cuchilla con la cual ya antes había utilizado para amenazar varias veces al pobre muchacho, se acercó a éste y lo acorraló. Cualquiera diría que estaría perdido en una situación como esa, pero no, fue todo lo contrario; Sus labios fueron aprisionados contra los del de cabellos oscuros, formando un beso un tanto desesperado, en busca de más y más del chico, trató de zafarse del agarre, pues no pudo.
De igual forma, el beso que había sido anteriormente mencionado seguía en curso; a excepción de que conforme avanzaba el mismo, se iba tornando de forma más desesperada; en más de una ocasión, alguna mordida a su labio inferior fue realizada. Si recién tocaba al más bajo de la cintura, ahora esa mano había subido hasta una de las mejillas del contrario; su mano era considerablemente algo más grande que el tamaño del cachete del opuesto; así que decidió tomarlo con delicadeza antes de ocasionar un daño no deseado. Juntó más su cuerpo con el de anteojos, estaba acorralado, atrapado, por más que lo intentará, no habría forma de salir o huir. La temperatura aumentaba, algo de sudor se hacía presente; el clima era tibio, era favorecedor.
Su mente había quedado en blanco en el momento en que empezó diga acción. Todo iba yendo acorde a su plan, hacerle creer a los demás que tan solo iba a charlar con el Padre de buena manera, cuando en realidad solo había sido el deseo de una tentación provocada a su mal ingenio; era una sensación nueva, un tanto extraña y confusa; nunca antes había pasado por algo similar, desde que tenía memoria, no había tenido ningún tipo de interés en ninguna persona desde nunca; era raro que ahora, incluso ese beso, se sintiera como algo especial, algo emocionante, algo que le llenaba de adrenalina. Y eso era lo que más le encantaba sentir: adrenalina. Pero siempre había sido a base de meterse en peleas o hacer sentir mal a los demás por sus palabras; jamás por un beso.
Una parte de su interior le decía que debía pedir consentimiento antes de hacer cada cosa, pero, vamos; ¿Cuándo alguna vez en su estúpida existencia había pedido consentimiento para hacer algo?, es más, ¿Cuándo había hecho algo decentemente "bueno" como lo era el consentimiento en su vida?. Abrió un poco sus ojos brillantes como el amarillo más vivo, pareciendo que los volvería a cerrar de nuevo; observó con detenimiento la poca visión que tenía de la cara del pelimorado; un pensamiento de malicia apareció en su mente, sabía que debía ir poco a poco, si hacía todo de una vez, la diversión duraría muy poco. Metió parte de su medianamente larga lengua en la boca del anterior, no sabía como sería la reacción de su contrincante, pero cualquier cosa sería bienvenida; incluso si sentía un poco de ahogamiento por ello.
Su mano libre, la bajó hasta llegar a la parte inferior de su túnica; estando allí, no pudo contenerse las ganas de querer más. Metió su mano por dentro de la mencionada; tocando parte del abdomen del ojimorado; ahora la desesperanza por estar haciendo las cosas tan lentas empezaba a aparecer, algo sabía bien, para él, las cosas nunca eran suficiente, nada era suficiente, porque siempre quería obtener más, no quería conformarse con migajas. Teniendo esto en cuenta, se separó de aquel beso encantador, así volteando a ver al chico a los ojos, pegó su frente con la del mismo, así manteniendo una mirada inexpresiva; a pesar de todo, sentía las mimas vibras de miedo por parte del opuesto hacia su persona, se aprovecharía de eso, quería hacerlo sentir miedo, quería recibir satisfacción de verlo así, al mismo tiempo, quería verlo apenado, nervioso, ansioso, verlo desesperarse hasta suplicarle de rodillas que hiciera algo más.