CAPÍTULO 9

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Capítulo 9: El despertar de Caos

El emperador Belos aguardaba la llegada del Guardia Dorado sentado en su trono, hacía rato ya que el sol se había puesto y que habían llevado a Eda a las profundidades del Correcionario, y Lilith se situaba a su lado, cabizbaja y visiblemente abatida.

- ¿Ocurre algo, Lilith?- Preguntó el Emperador sabiendo la respuesta.

- ¿Mhm?, No, claro que no, mi Emperador- La teñida levantó la cabeza y le dedicó al emperador una sonrisita forzada.

- No te sientas mal por Eda, el Titán desea que sea petrificada, ¿Querrías llevarle la contraria al Titán, Lilith?- El enmascarado se irguió imponente frente a la hermana de la dama búho.

- Noooo, claro que no señor, ¿desconfía de mí? - Preguntó la pelinegra nerviosa.

- Claro que no desconfío de ti, Lilith, pero si te volvieras en contra del Titán tendría que petrificarte a ti también, sería una pena- Añadió Belos con una risita maliciosa.

- E-eso n-no pasara, señor, se lo aseguro- Balbuceó la asustada bruja.

La conversación fue interrumpida por la llegada del Guardia Dorado, que arrojó a una inerte Boscha frente al Emperador.

- Aquí la tiene, señor, Boscha Maschemist- Anunció el joven arrodillándose.

- Muy bien hecho! - Elogio Belos complacido- Hunter, despiértala, Lilith, puedes retirarte- Anunció.

Los dos mencionados asintieron y cumplieron su orden particular.

El Guardia despertó a la tríclope con delicadeza, aunque eso no impidiera que esta le golpeara en la cara violentamente.

La joven se levantó rápidamente, asustada y furiosa, mientras Hunter retrocedió unos pasos dolorido.

Belos carraspeó, llamando la atención de la joven, que miró con horror los ojos azul brillante del emperador.

-Por fin puedo conocerte en persona, Boscha- La voz del mago más poderoso de las Islas sonaba tranquila y relajante, lo cual consiguió que la joven bajara un tanto su guardia.

- ¿Q-Qué quieres de mí?- Preguntó la joven nerviosa.

El Emperador caminó hasta estar frente a ella, irguiéndose con toda su altura y haciéndola sentirse minúscula.

- Eres una chica muy especial, Boscha, no te imaginas cuanto provecho puedo sacar de alguien como tú -

- ¿D-de que hablas?- Cada vez estaba más asustada y confundida, ¿que quería decir aquel loco?

El hombre suspiró, e hizo un gesto para que el ya recompuesto Guardia Dorado se acercara.

- Ya lo entenderás - Dijo el enmascarado con tedio - Lleváosla-

El Guardia Dorado agarró a la tríclope de los hombros.

- No te resistas, y no tendré que golpearte- Amenazó el chico obligando a la fugitiva a darse la vuelta - Andando-

Boscha solo apretó los dientes y comenzó a caminar junto al Guardia, resignada.

De todas maneras, un molesto zumbido se había instalado en su cabeza y la hacía sentirse débil y mareada.

Sin pocas opciones, siguió a su captor a través de lúgubres y oscuros pasillos, salas lujosamente decoradas y una sucesión de angostas escaleras de caracol.

Bajaron y bajaron, hasta llegar a un amplio patio de armas, en el que centenares de guardias practicaban poderosos hechizos.

- ¿Para que queréis tantos hombres?- Osó preguntarle al Guardia.

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