Capítulo 1

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15 DE ABRIL 2022

Jessica.

Todo el mundo tiene secretos, alguna noche alocada en una fiesta o alguna cuenta sin pagar... Todo lo contrario a mí. Yo tengo varios a pesar de no recordarlos, nada del otro mundo.

"¿Tienes pérdida de memoria Jessica?" Es lo que me dice la gente cuando me conocen en la universidad al no saber qué responder cuando me piden algún recuerdo gracioso para contar en clase. Mi mente se quedaba en blanco cuando mi familia o amigos me preguntan: "Jessica, ¿Te acuerdas cuando...?"

Por eso recurrí a mentir, contar historias falsas para impresionar a mis amigos de la universidad y asentir con la cabeza cuando me preguntaban si recordaba alguna cosa de niña. Así son las cosas, no recuerdo nada desde que tengo diecisiete años. No tengo alguna anécdota graciosa para recordar y mucho menos recuerdo si me tire alguna materia en la escuela. A mamá y a papá no les parecía raro, pues según ellos era algo natural y que no era la única en perder la memoria en el planeta, más bien les causaba gracia y no le daban importancia.

Tal vez fue por eso que mi relación con ellos era de lo peor. La cual se deterioró más al conocer a Erik, Mi vecino.

-¡Es que simplemente no lo entiendo...! Erik no ha hecho nada malo como para que lo odies de esa manera.

-No necesito una razón para odiarlo -Mi hermano mayor tomaba un sorbo enorme de su café, ya bastante molesto-

-¿Y qué quieres que le diga? Oye Erik, no puedo seguir hablándote. No sé por qué ya que Alex no quiere decírmelo, pero aun así debo hacerlo. ¿Crees que eso debo decir?

-Esa es una buena respuesta y no estaría mal -arregló sus lentes y levantó su cabeza mirándome- Lo harás porque tu hermano mayor te lo ordena

Pasé una mano por mi cabello y quité de mi vista ese maldito mechón que nunca se quedaba quieto

-No puedes decidir a quién debo hablarle y a quien no -Espeté de mala manera- ¿Acaso lo conozco de alguna parte y no lo recuerdo? ¿Acaso hay algo que deba saber? Mamá, dile algo.

Y ahí estaba de nuevo. Esas estúpidas miradas entre ellos que hablaban por sí solas.

Mi desespero por conocer más sobre mi pasado aumentó al conocer al nuevo vecino, Erik Smith. Me daba curiosidad, no solo porque era lindo.

Bueno...

Nada de eso.

Si tú lo dices...

Como éramos de la misma edad, siempre nos encontramos al esperar el metro y al entrar a casa, por eso nos habíamos hecho buenos amigos. Pero el mero hecho de pronunciar su nombre en la casa ponía los pelos de punta a mi familia.

Mis iris negros veían de Alex a mamá, de mamá a Alex, quienes seguían con su tonta pelea de miradas hasta que ella me habló.

-Tal vez... tal vez deberías hacerle caso a tu hermano Jenny. Ya sabes es... Un sexto sentido que tenemos.

-¿Qué...? Y mi opinión... ¿No importa?

-Claro que sí linda. Pero... En esta ocasión no.

Pues nada. No hay mejor forma que romper más su relación familiar.

Me levanté con brusquedad de la silla y me fui abriendo con fuerza la puerta del café.

Siempre era lo mismo, cada vez que yo intentaba comer con ellos salía el tema de Erik y el hecho de no recordar nada. Solo eso y ya empezaban las discusiones.

Abrí la puerta de mi casa y me recibió el suave sonido de las palomitas de maíz explotando en el fuego de la estufa. Me adentré más a casa y pude ver a mi hermana acostada en el sofá durmiendo y soltando suspiros de frustración. Por supuesto, con la estufa encendida, <<¿Acaso piensa prender fuego a la casa también?>> pienso mientras me apresuro en ir a la cocina y sacar las palomitas a un tazón.

Saving A Broken BrainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora