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Lisa suspira, se acaba lo que queda de su café y aplasta el vaso antes de lanzarlo al basurero que está junto a la puerta. Preferiría esperar a Namjoon; que haya otro hombre en la habitación siempre es de ayuda en circunstancias como esta. ¿Puede esperarlo? No hay forma de saber cuánto tiempo estará con los padres, o si otros acudirán en masa al hospital cuando las fotos aparezcan en los medios. Si es que se las hacen llegar a los medios, se corrige, frunciendo el ceño. Odia esa parte, odia exponer las fotos de las víctimas en todas las televisiones y en lo periódicos, porque ya nunca habrá manera de olvidar lo que les pasó. Esperarán hasta tener la información de las personas
desaparecidas. Detrás de ella, la puerta se abre y se cierra de golpe. La habitación está insonorizada, pero el cristal vibra ligeramente y el chico se yergue con rapidez, entrecerrando los ojos ante el espejo. Y es de suponer que también ante aquellos que están detrás, como el debe de saber. Lisa no voltea. Nadie azota las puertas como Nayeon.

—¿Tienes algo?
—Encontraron coincidencias con un par de reportes bastante recientes y los padres están en camino. Hasta ahora todas son de la Costa Este.
Lisa retira la fotografía del cristal y se la vuelve a guardar en el bolsillo de su chamarra.
—¿Algo más sobre nuestro chico?
—Algunos se refirieron a el como Lukk, después de que lo trajeron aquí.
Sin apellidos.
—¿Es su verdadero nombre?
—Lo dudo.

Nayeon se esfuerza para cerrarse la chamarra por encima de su polera. Cuando el personal de emergencias encontró a los sobrevivientes llamó al equipo de Lisa, que estaba fuera de servicio, para que se hiciera cargo. Conociendo los gustos de Nayeon, Lisa agradece que no haya ningún hombre desnudo en su camiseta.

—Tenemos un equipo revisando la casa principal para ver si ese bastardo guardaba algo personal.
—Creo que podemos estar de acuerdo con que guardaba cosas muy personales de los chicos.
Quizá al recordar lo que vio en la propiedad, Nayeon no discute.

—¿Por qué el? —pregunta—. Namjoon dice que hay otros que no tienen heridas graves. Están más asustados, quizá con más ganas de hablar. Este parece difícil de tratar.

Los otros chicos están pendientes de el. Quiero saber por qué. Deben de estar desesperados por volver a casa, pero, entonces, ¿por qué lo voltean a ver y eligen no responder nuestras preguntas?
—¿Crees que el podría estar involucrado?
—Eso es lo que debemos averiguar. —Lisa inhala profundamente mientras toma una botella de agua de la barra—. Bueno, vamos a hablar con Lukk.
El chico se recarga en el respaldo de su silla cuando las mujeres entran a la sala de interrogatorios; tiene los dedos cubiertos de gasas y entrelazados sobre su estómago. No es una postura tan defensiva como Lisa hubiera esperado, y es claro, por el gesto de su compañera, que a ella también la desconcertó. El los mira con desinterés, contemplando detalles y tomando nota mental de sus ideas, ninguna de las cuales se refleja en su rostro.
—Gracias por venir con nosotras —la saluda Lisa, disimulando que no tuvo mucha opción—. ella es la agente especial Im Nayeon, y yo soy la agente a cargo, Lalisa Manobal. Las comisuras de los labios del chico se elevan en un movimiento tan fugaz que no podría llamarse sonrisa.
—Agente especial a cargo, Lalisa Manobal —repite el, con la voz rasposa a causa del humo—. Vaya trabalenguas.

—¿Prefieres Lisa?
—En realidad no tengo ninguna preferencia, pero gracias.
Ella destapa la botella de agua y se la pasa, aprovechando el momento para reajustar su estrategia. En efecto, no está traumatizado y tampoco es tímido.
—Normalmente hay otra parte en las presentaciones.
—¿Los chismes simpáticos? —pregunta el chico—. ¿A usted le gusta jugar futbol y nadar durante un buen rato, y a Nayeon le gusta recorrer las calles con un dizfras de Pikachu?
Nayeon gruñe y da un leve golpe a la mesa.
—¿Cómo te llamas?
—No sea grosera.
Lisa se muerde el labio para reprimir la tentación de sonreír. No ayudaría a la situación y, sin duda, tampoco ayudaría a tranquilizar a su compañera, pero la tentación está ahí de cualquier manera.
—¿Podrías decirnos cómo te llamas, por favor?
—No, gracias. Creo que no quiero compartir eso.
—Algunas de los chicos te llamaron Lukk.
—Entonces, ¿para qué se molestan en preguntarme?
Lisa escucha cómo Nayeon respira hondo, pero la ignora.
—Nos gustaría saber quién eres, cómo llegaste aquí. Queremos ayudarte a volver a casa.
—¿Y si les digo que no necesito su ayuda para volver a casa?
—Me preguntaría por qué no volviste antes.
Casi esboza una sonrisa y mueve una ceja de una manera que podría significar aprobación.
Es un chico hermoso, con la piel dorada y ojos color café claro, casi ámbar; pero no es amable. Si quiere una sonrisa, tendrá que ganársela.

—Creo que ambos sabemos la respuesta a eso. Pero ya no estoy allá, ¿verdad? Desde aquí sí puedo irme a casa.
—¿Y dónde está tu casa?
—No estoy seguro de si aún sigue ahí.
—No estamos jugando —suelta Nayeon.
El chico lo observa con serenidad.

—No, claro que no. Hay gente muerta, vidas arruinadas, y estoy seguro de que a usted le afectó mucho tener que salirse de su partido de fútbol. Nayeon se ruboriza mientras sube más el cierre de su chamarra para cubrir su camiseta.
—No pareces nervioso en absoluto —señala Lisa.
El se encoge de hombros y le da un trago al agua, sosteniendo la botella con cuidado entre sus manos vendadas.
—¿Debería estarlo?
—La mayoría de la gente se pone nerviosa cuando habla con el FBI.
—No es tan diferente de hablar con… —Se muerde el maltrecho labio inferior y hace una mueca de dolor ante las perlas de sangre que se escapan de su piel partida. Da otro trago.
—¿Con? — Lisa le refresca la memoria, con amabilidad.
—Con él —responde—. El Jardinero.
—¿Hablabas con el jardinero del hombre que te tenía prisionero?
El niega con la cabeza.
—Él era el Jardinero.

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⏰ Última actualización: Mar 09, 2023 ⏰

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"El jardín de las mariposas" (taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora