Ciudad Central

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Me encontraba sentado en lo que solía ser un puesto de refrescos, observando la ciudad destrozada. De repente, Ivonne apareció detrás de mí y me preguntó sonriendo: "¿Qué haces solo, explorador?". Mientras intentaba buscar una respuesta, me pregunté si realmente estábamos seguros allí.

"Supongo que la falta de ruido y la baja población los mantiene alejados", respondí. "Además, el muro parece estar haciendo su trabajo, al menos eso creo".

La ciudad estaba envuelta en una atmósfera gris y lúgubre, pero a pesar de todo, tenía cierto encanto. Estaba cubierta de polvo y abandonada, pero no podía imaginar que alguien quisiera aventurarse fuera de ella. ¿Por qué lo harían si podían estar con nosotros en un lugar relativamente seguro?

Ivonne parecía reflexiva, como si pensara en algo. "¿Alguna vez te has preguntado cómo habría sido todo si la guerra nunca hubiera sucedido?", me preguntó.

"No realmente", respondí, "pero en la biblioteca encontré algunos libros que cuentan cómo era antes. No se corrían tantos peligros, al menos no como ahora, ni se veían esas luces extrañas en el cielo todo el tiempo".

"Vivirlo habría sido genial", agregué. "Imagina por un momento no tener que escondernos de esas criaturas todo el tiempo".

Ivonne pareció triste por un momento. "Bueno, al menos no tendríamos que abandonar todo lo bueno que hemos vivido juntos aquí", dijo mientras me miraba. Luego, su sonrisa volvió, más alegre y divertida. "Pero estoy segura de que hubiera sido genial conocer esos lugares llamados playas y parques. Mi abuelo solía hablar de ellos".

"¿Crees que todavía existen esos lugares?", pregunté con curiosidad.

"No lo sé, pero por cómo mi abuelo los describe, parece poco probable", respondió Ivonne.

Me encogí de hombros, y ambos nos quedamos en silencio, perdidos en nuestros pensamientos. De repente, vimos las luces en el cielo, y nos escondimos dentro del puesto abandonado. Vi a Ivonne reflejada en el estante, con un rayo de luz sobre su rostro. En ese momento, me di cuenta de lo linda que se veía.

Después de que las luces desaparecieran, corrimos hacia la biblioteca, el lugar más seguro y resistente de Ciudad Central. Al llegar, nos encontramos con Oliver, quien nos preguntó por qué llegamos tarde. Sabíamos que nos regañaría, pero no queríamos contarle acerca de la criatura que habíamos visto.

"Max se quedó viendo el atardecer, ya lo conoces, sabes que no regresaría si no tuviese hambre", intervino Ivonne.

Oliver parecía cansado y resignado. "La guerra cambió todo y a todos. Ya no podemos hacer nada más que intentar remediarlo", dijo. Me pregunté si acaso él sentía que tenía parte de la culpa.

Central City AIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora