Bueno aquí otra vez. Había tomado una ducha refrescante y ahora me encontraba en mi cuarto vistiéndome para dormir, era lo único que quería hacer esta noche. La cabeza me dolia, los pequeños punzones en mi cuello, a causa de tener un cuchillo en este, me irritaba. Pero la repentina tos detrás de mi, me hiso considerar esa opción otra vez.
-Necesitamos hablar.
-¿Ahora?, solo quiero descansar.
-Bien, pues no lo harás, al cuarto en 5 minutos.-Eso fue todo lo que dijo antes de salir de la habitación.
¿Que se supone que debo hacer ahora? ¿Sentirme feliz? No lose, pero mas vale que no lo haga esperar. Salí de mi habitación y a paso lento me dirigí a la ultima puerta de ese pasillo. Gire la perilla lentamente y cuando la abrí lo vi a el con la espalda descubierta, con unos jeans, mirando atentamente lo que tenia enfrente de el. Cerré la puerta para que supiera que había llegado, pero ni se inmuto en voltear a verme. Curiosa, me acerque a el con una sonrisa traviesa tratando de ver lo que el veía, pero mi sonrisa se borro al ver todas esas extrañas cosas para mi, mientras que la sonrisa de el aumento.
-¿Que es eso?.-Pregunte algo asustada. Y el se giro para verme.
-Debes saber que tu seguridad es todo para mi, Martina. Si tu estas bien, yo estoy bien, si tu estas mal, yo estoy mal ¿Entiendes eso?
-Si.
-¿Sabes que lo que hiciste hoy tendrá consecuencias, verdad?
-¿Si?
-Eres mía, Tini. Y a donde quiera que vayas te encontrare y te lo demostré esta noche.
-¿Que son esas cosas?
-Las que usare para tu castigo.
-¿Castigo? ¿Porque?
-¡¿Porque?!, Aun me pregunto como tienes la facilidad de hacerme enojar tan fácil.-Se veía tan enojado, sus ojos eran una mezcla de lujuria, enojo y deseo.
-Jorge yo de verdad lo...
-Desnúdate.
-¿Que?-¿Piensa que voy a caer otra vez? Pues se equivoca.-No Jorge, no volverá a pasar.
-Desnúdate no lo volveré a decir.
Su voz demandante me hizo estremecer, mis manos instantáneamente comenzaron a sacar mi blusa para unas prendas después este completamente a su merced.
-Ven aquí.- Me extendió su mano y la tome de inmediato.-Eres hermosa Martina. Pero te has portado muy mal hoy.
Tomo con fuerza mis muñecas y tiro de mi, gemí al sentir mis pechos golpear contra su pecho. Sus manos se deslizaron desde mis muñecas hasta mi cuello, el cual sujeto delicadamente e hizo que inclinara mi cabeza para besar el lugar donde tanto me molestaba, sus besos bajaron a mis pechos succionando cada uno, en un instante su mirada se poso en la mía y de inmediato me lanzo a la cama. Se subió en mi comenzó a bajar hasta mi vagina, me retorci al sentir su lengua dar lenguetazos placenteros que enviaban cargas de necesidad por todo mi cuerpo. Sentí como introdujo dos dedos y gemi al sentir que los movía, era una sensación indescriptible, solo podía pensar en el, me había encerrado en una burbuja de placer. Su otra mano peñiscaba y masajeaba mi seno. Quize tocarlo pero me lo impidió, intente otra vez pero la palma de su mano azoto levemente la aoreola de mi seno y me retorci debajo. Sentí como el orgasmo se formaba en mi y anunciaba ser desgarrador. Cuando estaba por llegar sentí sus suaves labios con los míos, en una danza exquisita, mientras sus dedos trabajaban con mis caderas, pude percibir el sabor salado de mis fluidos combinado con el sabor a menta de su boca y era jodidamente delicioso. Era una droga. Mi droga. Cegada por el deseo sentí como llegaba a una liberación extraordinaria. Mi respiración y la de el eran agitadas y de nuestros cuerpos emanaba sudor y deseo.
-Eres jodidamente dulce.
-Pienso lo mismo.
-Martina eres mi droga... una que nunca pienso dejar ir.
-¿Lees la mente o algo así?-Río.
-No. Pero puedo leer tu cuerpo. Todo lo que el necesite yo lo sabré. Pero tu... Eres tan diferente. Me cuesta saber lo que piensas, lo que quieres, lo que necesitas. Y eso me vuelve loco.
-Ahora... Solo pienso, quiero y necesito una cosa. ¿Lo sabes?
-Lo se.
-Bien. Por que hoy no pienso esperar para eso.
-Yo tampoco.
Beso mis labios y se lengua fue bien recibida por la mía. Se movían a un compas delirante, mordiendo y succionando mi labio pude sentir la punta de su pene en mi entrada. Y eso me volvió loca, empuje levemente mis caderas y escuche un sexy gruñido de el. Sonreí abiertamente. Estaba a punto de conseguir mi deseo pero alguien toco la puerta, se levanto gruñendo y maldiciendo, se coloco sus jeans y se entretuvo hablando con Zack (Su jefe de seguridad).
Mis mejillas se tornaron rojas al pensar en que el me hubiera oído. Me senté en la cama y mi mirada se poso en esos artilugios y la curiosidad pudo con migo, enrrolle la sabana en mi y me encamine a esa mesa. Mis dedos inquietos tocaron cada uno, algunos eran suaves y me causaban cosquillas otros eran duros y rasposos. Me imagine a Jorge usando alguno de esos conmigo y un gadeo salio de mis labios. Eso sería jodidamente excitante. Escuche la puerta de la habitación ser azotada y me gire como una niña asustada que a sido descubierta haciendo una travesura.-Vistete.-Me dijo echo una furia.
-¿Que? ¿Porque?
-Nos vamos.
-¿Irnos? ¿A donde?
-Deja de hacer preguntas y haz lo que te dije.-Su voz gruesa y demandante causaron que comenzara a vestirme rápido. Al igual que el.
-Ve a tu cuarto y empaca tus cosas. Lo que no lleves cuando lleguemos te daré dinero para comprarlo.-Me dijo mientras se ponía sus zapatos.
-¿Que a pasado?-Pregubte asustada.
-No te lo puedo explicar ahora. Pero lo haré, tan pronto vea que estés segura.
-¿Que pasará con lo de hace un rato?-Inmediatamente mis mejillas se tornaron rojas por lo que estuvimos a punto de hacer. El se acerco a mi tomo mi rostro.
-¿Eres algo desesperada, sabes? Tendremos mucho tiempo para eso, creeme, nunca te dejare ir. Quiero que cuando este dentro de ti, lo disfrutes y no sólo sea un rapidin, tu cuerpo se merece ser atendido con paciencia y cariño. Y se que a pesar de todo esto, aquí...-Toco mi vagina.-Sigue húmedo y listo para mi. Pero si nos apuramos podemos terminarlo. Te esperó en la sala.
Salio de la habitación y yo me quede ahí tratando de analizar lo que me había dicho. ¿Eso quiere decir que me desea? ¡Dios! Me desea. ¡Si! Mi felicidad era grande. Tanto que me puse a bailar. ¡Si! Termine con mi danza de alegría y salí a empacar.
Al terminar fui a la sala como me dijo y ahí estaba el con todos sus guardaespaldas. Agredeci que cuando salí había cambiado de atuendo. Todos me miraron y vi que Jorge también se había cambiado.
-¿Lista?
-Si.
El, Zack y yo entramos en el ascensor. Ethan tomo mi mano y me sonrió. Las puertas se abrieron y salimos con Zack siguiendonos. Habían dos camionetas negras esperándonos el me encamino a una y me abrió la puerta trasera.
-Quedate aquí, nos volveremos a ver tan pronto estemos en el avión.
-¿No vendrás conmigo?
-No.
-Entonces no subire.
-Martina te prometo que no te dejaré sola. Pero solo seran un par de horas ¿si?-Beso mis labios y me perdí en ellos. Importandome muy poco quien nos viera. Dio un ultimo y casto beso en mis labio y me subí al auto. Y el al suyo. Zack se acomodo en el asiento del piloto.
-Descuide el señor estará bien.
-Eso esperó.-Vi como su auto salia del aparcamiento seguido de el nuestro. El cielo era iluminado por los rayos del sol anunciando su llegada, formando colores cálidos y hermosos.