|| DILUC || 1 ||

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Ingresaste a la taberna, casi arrastrando los pies hasta llegar a la barra y tomar asiento. Levantaste la mano, había poca gente, así que no viste necesario anunciar tu pedido. Charles siempre sabía qué necesitabas cada vez que ibas a El Obsequio del Ángel.

Tenías la cabeza enterrada en tus brazos, sobre la barra en todo momento, por lo que no te diste cuenta de un pequeño detalle hasta que una imponente sombra eclipsó tu cuerpo obligándote a levantar la vista.

—¿Y Charles?—preguntaste al encontrarte con el semblante más serio que hayas podido ver en todo Mondstadt.

El hombre frente a tí levantó un poco las cejas, casi podías decir que parecía sorprendido por tu indiferencia.

—No está.

—No, si hasta ahí llego—bufaste con irritación— ¿Podría servirme un zumo de uva, entonces?—volviste a dejar caer tu cabeza sobre el largo tablón de madera.

Escuchaste sus pasos alejarse para tomar una copa larga y ancha y una botella de cristal del zumo en cuestión. Escuchabas con su preparación, pero aún seguías absorta en tus pensamientos.

Parecías haberle causado cierta curiosidad al pelirrojo, pues no dejaba de echarte una pequeña mirada cada cierto tiempo. Tú semblante era serio y parecías abatida por algún motivo personal y, aun así, a pesar de parecer alguien que necesitaba unos buenos tragos de alcohol, pediste un zumo de uva.

Sus ojos se deslizaron hasta la entrada de la taberna, justo donde se encontraba un hombre de gran complexión y rostro enfurecido. Extendió su brazo, sirviendo el zumo a la chica pero sin apartar la mirada de aquel sujeto que se movía en su dirección.

—¡Tú, maldita!

—Ya estamos otra vez...—bufó llamando la atención del encargado.

El pelirrojo tenía puesta toda su atención sobre ambos, más que no poder resistir esas ganas internas por conocer los hechos, debía velar por la seguridad de su propiedad.

—¿Por qué no me dejas en paz?

—Cállate—la tomó bruscamente del brazo, tirando de ella sin ninguna delicadeza.

—¡Quítate, que me tiras el zumo!

—¡He dicho que te calles!

Dio un fuerte tirón, haciendo lo que la femenina suponía que pasaría si no se detenía: tiró su bebida.

Tuvo que intervenir. Acomodó sus guantes de cuero y, endureciendo su expresión, salió de detrás de la barra para detener el espectáculo que se estaba montando.
La chica seguía con la cabeza gacha y el sujeto que irrumpió en la taberna estaba a punto de atacarla, pero eso nunca sucedió.

Su rostro contra el suelo y su cuerpo inmovilizado fue suficiente para hacerle gritar adolorido.

—Ya has colmado mi paciencia—tiró de su brazo, causando más dolor al chico al reforzar la llave—. No quiero volver a verte en mi vida. ¡Lárgate!

—Ya has escuchado a la señorita—apartó a la chica con cuidado para controlar la situación y mantenerse en una postura firme frente al contrario, el cual recuperó la compostura y se mantuvo retador—. Lárgate de aquí—ordenó frunciendo el ceño.

—Oye, yo puedo ocuparme de mis propios asuntos—habló detrás del pelirrojo.

—Después de la escena que acabas de montar en mi taberna ahora también es asunto mío—miró de reojo a la femenina con el mismo semblante enfurecido con el que miraba al intruso.

—¿Y esa mirada?—se cruzó de brazos, retando al contrario con los mismos ojos.

—No tengo tiempo para esto—suspiró arrastrando a sujeto conocido de chica hasta la salida y echarlo casi a patadas del lugar.

[] GENSHIN IMPACT [] ONE-SHOTS []Donde viven las historias. Descúbrelo ahora