|| SHIKANOIN HEIZOU || 2 ||

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—Qué desatre...—extendiste una toalla seca al de cabellos rojizos—. Con el hermoso día que estaba haciendo.

—Tranquila—rió—. Podemos tener todas las citas que quieras.

—No lo decía por eso—murmuraste avergonzada.

—¿Entonces?—se acercó peligrosamente— ¿A qué se refiere mi subordinada?

—Oye-

Sentiste tu espalda baja chocar contra uno de los muebles de tu habitación. Empezaste a entrar en pánico al ver la mirada tan lujuriosa de Heizou, una mirada de depredador que no te quitaba de encima.

—Hei...zou...

—¿Crees que esto está mal, _______?—soltó un suave suspiro, apoyando su barbilla sobre tus pechos. A penas era un centímetro más bajo que tú, pero se inclinó todavía más para sentir tu calor— A pesar de ser tu superior...

—No creo que sea lo correcto—apartaste la mirada sin poder sostener la suya.

—¿Desde cuándo hago lo correcto?

Te estremeciste al sentir sus manos sobre tus caderas, deslizándose lentamente hasta llegar a tu cintura y apretarla.

—Deja de jugar conmigo.

Sus ojos te miraron con seriedad y el ceño ligeramente fruncido ante tus palabras tan frías. Solo por eso supiste que el detective de la Comisión Tenryou no estaba bromeando de ninguna forma y lo que estaba sucediendo era real.

—¿Por qué?

—¿Por qué qué?—ladeó la cabeza.

—No es justo que siempre tengas el control.

—¿Oh?—ladeó una sonrisa maliciosa—. Así que tienes algo en mente. En ese caso...—llevó sus labios a tu oído.

Estaba claro que él sí tenía algo en mente, pero no le dejarías tomar el control, ya tenías suficiente todos los días al ser su subordinada y tener que seguir sus órdenes al pie de la letra.

Tomaste sus hombros, separándolo de tí y emujándolo hasta tirarlo sobre la cama, dejándolo boca arriba. Subiste al colchón, quedando a horcajadas sobre él, justo encima de su vientre.

—Ya veo—soltó una risita—. ¿Este es tu fetiche?—levantó sus manos simulando una atadura en ellas, girando la cabeza para que vieras su rostro de perfil y mirándote de reojo—. Sólo no sea brusca, se lo suplico.

Tragaste saliva con fuerza, jamás entenderías el comportamiento de este chico. De hecho, jamás lo entenderías a él, pero ya que se te estaba dando la oportunidad, debías aprovecharla.

Empezaste desvestirlo, plantando pequeños y fogosos besos sobre su pálida piel.

Escuchabas ligeros suspiros de placer cuando tus labios se posaban sobre su cuerpo al mismo tiempo que este se estremecía ante tu tacto. Heizou lo estaba disfrutando.

Estaba claro que el día de hoy no traería puesto su uniforme de trabajo, sin embargo, el collar en su cuello permanecía ahí como de costumbre, y te estaba tentando demasiado. También querías cumplir tu rol como era debido.

—Heizou...—suspiraste contra su mejilla sonrojada—. Bájate de la cama.

No decía nada, solo jadeaba y de vez en cuando se le escapaba un gemido entrecortado ante los espasmos de excitación. Tampoco opuso resistencia ante tu orden y se bajó de la cama, mientras te deshacías de tus prendas, para terminar posicionándose entre tus piernas.

Tiraste de su collar de cuero, acercándolo todavía más, sintiendo su cálido aliento acariciando tus intimidad. No pudiste evitar ignorar aquel agudo gemido que se escapó de los labios del chico al ser tratado con tal brusquedad.

—Se ve ansiosa...—rió restregando su mejilla en tu muslo.

—Vamos—tiraste de su coleta hacia abajo para levantar su cabeza y obligarlo a mirarte directamente—. Es una orden.

Su mirada se tornó suave, inocente, pero en el fondo era una mirada llena de los pensamientos más impuros en toda Inazuma.

No tardó mucho en inclinarse, clavando sus dedos en tus muslos, y comenzar a lamer con gusto, creando tal sonido obsceno formado por tus fluidos y la saliva que se mezclaba con cada movimiento de su cálida lengua.

—¡Oh, mierda...!—gimoteaste con lágrimas en los ojos.

Perecía que se había estado preparando toda la vida para esto. Sus movimientos con la lengua eran tan ágiles y asombrosos que sentías tu punto de placer a punto de explotar en cualquier momento.

Enredaste tus dedos en su cabello rojizo, jaloneando con el fin de que penetrara todavía más en tí y no dejarlo escapar.

Estabas cerca.

Te dejaste caer de espaldas al colchón, separándote de él y con las piernas temblando. No podías permitir que tu superior te gane incluso en el ámbito sexual, tu orgullo no te lo permitiría.

Te estremeciste al sentir a Heizou actuar de nuevo. Esta vez su lengua recorría tus muslos impregnados por tus fluidos, subía poco a poco por ellos hasta llegar a tu vientre, en donde plantó un dulce beso antes de continuar y atender tus pechos.

—Tan linda...—besó tu seno izquierdo, succionando levemente para dejar una marca en él—. Te estás esforzando mucho. Mereces una re-

—¡Cállate!—tiraste de su collar con violencia, girando sobre él e intercambiando posiciones.

Obedeció sin rechistar, enrojeciendo más que antes por tu actitud tan ruda con él.

Sus labios entreabiertos parecían estar murmurando algo, pero la voz de Heizou no salía, jadeaba con fuerza y se aferraba a las sábanas violentamente, esperando que lo tomaras de una vez. Y así fue.

Inclinaste tu cuerpo, llevando tus labios a los pezones endurecidos del contrario, haciéndolo estremecerse al sentir la increíble estimulación que le proporcionabas con tu lengua. Tiraba de tu cabello con una mano y de las sábanas con la otra, gimiendo y soltando profundos jadeos de placer.

—________... Por favor...—sollozó al sentir tu mano masturbando su erección.

—Tan lindo...—suspiraste sobre sus labios, labios por los que comenzaban a caer saliva—. Realmente te encanta esto, ¿no?

Moviste tus caderas, posicionándote sobre él y jugueteando con su miembro, haciendo que la punta entrara ligeramente y creando fricción entre su longitud y tus labios.

—Uh-hum—asintió, incapaz de pronunciar e irguiendo la espalda con las sábanas entre sus manos.

—¿Te encanta que te haga un maldito desastre?

—Yo- ¡_______...!—chilló—. Úsame...por favor—llevó su cabeza hacia atrás, enterrándose en la almohada—. Úsame como te de la maldita gana.

—¿Cuándo te he dado permiso para tutearme?

Otro chillido se escapó de sus labios. Habías bajado tus caderas en un movimiento tan violento que Heizou no fue capaz de resistirlo, terminando en tí en cuando su pene estuvo completamente dentro.

—Joder...—trataba de regular su respiración—. ¡Joder-!

Sus gemidos descontrolados y sus gritos llenos de placer inundaban toda la habitación. No tenías piedad alguna, te habías comenzando a mover sin dejarle ni un pequeño descanso después del clímax.

—¿Por qué has terminado?—le miraste desde arriba, haciendo sentir al detective el ser más inferior que podrías encontrarte. Eso le excitaba demasiado.

—Yo...—trataba de pronunciar con sus ojos casi en blanco, sintiendo tus paredes envolviéndolo y succionándolo—. ¡Lo... Lo siento...!—sollozó.

—No es suficiente.

Estaba comenzando a sentir una sobre estimulación increíble. Le parecía tan adictivo cada parte de tí que sentiría que perdería la cordura si seguías follándolo de esa manera.

Lo estabas tomando sin piedad. Y él quería más, quería que toda la noche y todas las noches lo dominaras, cada vez más allá de sus límites.

—_______...—contempló tu rostro serio y sonrojado—. Te... Te amo...—pronunció antes de volverte a llenar con su esencia.

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2023 ⏰

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