Después de que un extraño virus o enfermedad haya invadido la poblada nacion de Corea del Sur, un grupo de jóvenes tendrá que luchar por sobrevivir.
Pero. . .
A pesar del ambiente, ¿el amor podrá también invadirlos?
𝑺𝑻R𝑨𝒀 𝑲𝑰𝑫𝑺
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El silencio del auto era cómodo. La canadiense sintiéndose protegida por el chico que la había salvado de algo tan trágico, de un trauma seguro.
—¿Alguno de ustedes sabe manejar?.—Preguntó serio el chico conductor.—
Al nadie haber respondido, el recién llegado se atrevió a hablar.
—Yo.—
—¿Podríamos cambiar?, estoy cansado y no quiero que mueran por culpa de mi sueño.—El pelinegro habló.—
—Claro, no hay ningún problema.—Se detuvieron en medio de la calle y rápidamente cambiaron de lugar.—
El trayecto comenzó nuevamente. Los menores de parte de atrás ya estaban durmiendo.
—¿Exactamente a dónde nos dirigimos?.—Preguntó confundido el mayor.—
—Cierto, vamos a Busan.—Habló bajo el chico.—Bueno, ni yo se bien. Solo se que cuando lleguemos a Busan, Marcie nos dará las explicaciones.—
—¿Marcie?.—
—Ah, si. Es ella.—Apuntó con la cabeza a la dormida canadiense.—
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Era casi medio día, el sol no tan fuerte delataba la hora.
Estaban a nada de llegar a Busan, bueno, faltaba algo de camino, pero era muchísimo menos que por la madrugada.
¿Qué hay con la gente de hoy en día de quedarse estacionados a mitad de la carretera?. Se preguntaba a sí mismo el mayor mientras que divisaba un auto blanco a mitad frente la carretera.
Por razones obvias el carro fue detenido. No eran estúpidos para sonar el claxon del auto.
Un par de chicos se bajaron del auto parado frente a ellos.
Un chico del auto contrario se acercó al suyo.
—Eh. . . Hola.—Jadeó el rubio, teñido.—Bueno. . . Mi nombre es Lee Felix. . .—El nerviosismo del chico lo notaban hasta el otro lado del mundo.—
—¿Nesecitan gasolina?.—Preguntó el dueño del auto.—
—¡Si!, ¡eso!.—Susurro bajo el pelimorado.
. . .
¿Qué hay con la gente que hace compañía tan rápido?, ¿o la que lleva a gente extraña a su refugio? El cual ni siquiera estaban seguros si era verdad. Debían y confiaban en la canadiense.
