La vida debería ser contada en historias, dicen. De hecho, soy creyente de aquello y de que cada palabra de cada verso, tiene nuestra esencia. Con lo cuál, aquí va una historia mi querida flor:
Érase una vez un girasol,
que brillaba más que el sol.
Muchos lo consideraron un astro
otros prefirieron decirle flor del sol.
Aquel pequeño girasol,
era un universo de color,
fascinante y fantástico
que vestía de oro,
cada mañana a las dos.
Un día,
lloraba una margarita.
Pequeña, deshojada,
ya nadie la quería,
o eso ella creía.
Un día vio al girasol,
margarita nunca extrovertida fue
sin embargo, girasol
vio a alguien diferente.
Para margarita, girasol brilló
y margarita se casi recuperó
porque las cosas no se borran
de un momento a otro.
Ahora el girasol
se apagó,
y margarita sus pétalos
envío.
Porque aquel astro,
siempre brilló,
y margarita dos versos
y dos palabras le escribió
para que aquel girasol
se volviera esta vez el sol.
Para aquel girasol, que está triste en estos instantes. Para que sepas que brillarás hasta en días nublados en los que no salga el sol. Que tan genial eres, que tanto he de agradecer. Girasol, sonríe. Eres el astro del sol, o quizás un conjunto de astros, también conocido como universo [ruega que no me caiga, por estar escribiendo esto mientras ando].
Te quiere,
una margarita deshojada.