Compartiendo experiencias

29 6 3
                                    

Ya pasaron años de aquellos eventos, a pesar de todo May jamás odio a su pueblo por lo sucedido, incluso si lo veían como el hijo de unos brujos en contra de la palabra del señor.

Nadie lo adoptó, y tampoco lo deseaba, ya no quería tener una relación afectiva con nadie.
Todo lo que amaba solo se convirtió en cenizas, y se quedó con la idea de no encariñarse con nadie más.

Vivió todos esos años como pudo, solitario, sin trabajo, sin amigos, sin familia.
Sin nada ni nadie más que él y todos los recuerdos que tenía en esa casa en la que alguna vez vivió con sus adorados padres.

Por más que sabía lo mal que pensaban los aldeanos respectó a la brujería, jamás la abandonó, realmente era como un lugar seguro para él.
Así vivió hasta tener 15 años, sobreviviendo a base de exploraciones fuera de la aldea.
Recolectaba comida y sustancias que le permitieran crear pociones para crear lo necesario, también recolectando madera y tela para necesidades básicas.

Pero algo extraño había pasado desde aquel incendio en el pueblo de su amigo.
Empezaron a aparecer todo tipo de monstruos:
Esqueletos, zombies, endermans, gases e incluso brujas, lo cual se le hacía algo ofensivo.

Los aldeanos lo veían con más depreció desde la aparición de esos seres antinaturales.
El mundo se había vuelto un lugar peligroso, nadie se explicaba el porqué de esos monstruos y lo científicos solo podían crear armas para defenderse.

El mundo se volvió un caos, pero todos se la arreglaron para sobrevivir de alguna forma, creando armaduras y armas a base de gemas encontradas en cuevas.



......

May estaba caminando por la calle, cargando las bolsas de lo que había comprado hace un rato.

Escuchaba los susurros de la gente, hablaban sobre él, no cosas buenas.
Jamás fue visto por su reino como alguien de bien, puesto que se dedicaba a la brujería, no le importa, ya estaba acostumbrado.

Abrió la puerta de su casa, estaba algo desordenada pero se manejaba bien.
Abrió una caja, de ahí sacó una esfera de cristal, empezó a recitar algunas palabras extrañas mientras movía las manos al rededor de la esfera sin tocarla.
Esta empezó a brillar.

—Bien esfera de cristal, muéstrame lo qué pasa fuera del pueblo—

Esta reflejo en ella un campo desierto, se encontraban pocos organismos en el, no más que cactus, plantas rodadoras y uno que otro animal perteneciente al bioma.
Se quedo mirándola por un largo rato hasta que capto algo que le llamo la atención.
Eran zombies y esqueletos, hasta endermans.

—Vaya, parece que es hora de volver a la acción, tendré un viaje—

Topo la esfera y se apagó, recogió su capa, se la puso y tomó una varita mágica.
—Vuelvo pronto, casita—mencionó mientras cerraba la puerta principal de su casa.

Mientras tanto en un lugar lejos de ahí, dos niños estaban caminando por el desierto.
—Raptor, confía en mi, se que estamos yendo por el lugar correcto!—menciono motivado un "perrito" amarillo.

—RaWr...—

—Mmm, desearía poder entenderte, pero tomare eso como "Mike, eres el mejor"—

Los dos seguían caminando, hasta que oyeron unas voces que hubieran deseado no volver a oír:

—M1-K3! R4-T0! VUELVAN AHORA MISMO, NO PUEDEN ESCAPAR!—se escuchó a lejos un megáfono de un guardia de seguridad.

Nueva función // Mayo97 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora