Merkelig sted

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La lluvia hacía estallar sus grandes y gruesas gotas contra toda superficie empapando así todo a su paso. Los grandes charcos y el fuerte viento fueron tan solo un complemento de todo el caos que estaba desatando la naturaleza. El diluvio era arrasador, las ventiscas parecían empujar con fiereza todo, y el frío de la noche terminaba por adornar tan violento desastre.

Solo alguien con poca cordura o falta de sentido común sería tan imprudente de atravesarse como si nada entre toda la tormenta.

Alguien como Alex Quackity.

Y no es que el joven sea tonto o ignorante, sino que era su desesperación, la necesidad de huir y el miedo que sentía lo que le orillaron a correr entre toda el siniestro y la penumbra.

Lo querían muerto, era un hecho, lo habían traicionado, también era otro hecho. Si de hechos se hablara él ya tendría todo un sinfín de párrafos que terminarían por explotar de lo extensa que sería su autobiografía. Pero algo sí tenía claro, no dejaría que su pena, humillación y dolor formaran parte de la serie de hechos de otra persona.

No dejaría que otro asuma su predilecto rol de protagonista.

Así que, aún escuchando al batallón tras él, los pasos pisando sobre los charcos de agua y la lluvia cayendo cuál regadera, miró detrás de su espalda viendo así como su única salida era la muerte; ni siquiera lo reflexionó o lo meditó, de una se tiró de aquel barranco no sin antes sonreír a quien al fin lo había alcanzado.

No se dejaría atrapar. Ni estando vivo o muerto.

- Better luck next time, see you in another life, my dear friend.

Tras sus últimas palabras, cerró ambos ojos y dejó que las gotas de agua siguieran empapándolo hasta que fuera incapaz de sentir su cuerpo. Ya había visto las enormes rocas al final del acantilado y la braveza del mar, le esperaba un desenlace doloroso y lleno de agonía; así lo prefiere, estaba a gusto con su fatídico final, prefería ejecutar su propia muerte que dejar a que sus enemigos se encargaran de ello.

Esa fue la última vez que toda la nación supo de un tal desafortunado Alex Quackity.

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Está oscuro.

Quackity no comprendía el por qué aún tenía conciencia o por qué aún portaba la sensibilidad por todo su cuerpo, pudo mover sus dedos y escuchar su corazón latir, comprobando así que seguía con vida; todo parecía estar en bien, no obstante, su falta de visión le alarmó. Palpó su vista levemente esperando no tener algun daño grave, y notó que la razón del por qué no veía era nada más que una alga; suspirando procedió a deshacerse de la planta e inmediatamente esforzó la vista ante la claridad que lo recibía.
Al estirar sus extremidades se percató que su cuerpo no presentaba dolor alguno, no tenía molestias ni presentaba daño ni mucho menos veía algún corte o herida en él.

Lo único que sintió fue frío, un frío soportable, todavía llovía pero a menor cantidad, era más como una garúa; todo permanecía nublado. En el cielo se expandían colores pálidos, grises y azules claros.

Todos los que se considerarían tonos tristes.

Prosiguiendo con analizar su entorno, se fijó que no portaba zapatos ni medias, sus pies descalzos estaban sobre arena y las puntas de sus dedos acariciaban apenas el agua que buscaba cubrirlo.

No recuerda haberse tirado descalzo.

Giró su cabeza de derecha a izquierda y recién pudo reconocer que se encontraba a orillas del mar, a juzgar por la serenidad del lugar y lo limpio que estaba dictaminó que se podría tratar de una playa, una playa abandonada; lo extraño era ver huellas frescas, como si alguien hubiera estado ahí antes de su llegada.

BLOODY HEART [KARMALAND AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora