𝐗𝐕𝐈𝐈. 𝐒𝐮𝐞 𝐌𝐞

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Era martes nuevamente, y Priscila se encontraba en clase de pociones.

Otra vez, probando los ingredientes. Con los malhumorados ojos de Regulus Black sobre ella. Priscila cortaba el jengibre y se chupaba los dedos con gusto, olfateando el aroma medio ácido del tubérculo con una sonrisa, perturbándole a él la tarea de machacar los escarabajos.

— ¿Puedes, por favor, dejar de comerte los ingredientes de la poción? —masculló entre dientes.

Priscila lo miró, haciendo ruido al sacar el dedo de su boca, para responder sin ninguna preocupación:

— Pero... solo necesitamos las raíces.

— Está sucio.

— No. Lo limpié —refutó, sonriendo de costado.

— Eres repugnante. Esté sucio o no.

— ¿Ya terminaste de machacar los escarabajos? —vio que no, y agregó: — No te metas en mi...

Priscila se interrumpió al darse cuenta de que la atención de Regulus no estaba en la discusión. Ya no. Estaba concentrado en lo que pasaba detrás de Priscila. Con disimulo, espió por encima de su hombro. El profesor Slughorn se encontraba en la mesada de su hermano, y hablaba con Sirius, aireados, señalándolos a ellos (A Regulus y Priscila). Tragó grueso y giró, agarrando nuevamente el cuchillo.

— Regulus, pon atención a nuestra poción.

Él sonrió, maquiavélico.

— ¿Qué? ¿Qué es lo que te puso tan nerviosa? —preguntó en voz baja, ladeando la cabeza, con un pequeño juego de cejas— ¿Hay algo que el traidor podría estar revelándole al profesor?

Volvió a tragar grueso, esta vez, levantando su mentón; fingiendo despreocupación.

— No dije eso. Solo que... que nos queda poco tiempo y no hemos comenzado.

Regulus, embriagado por el dominio de aquella situación, se acercó.

— Puedo oler lo...

— Tu mano es muy fría —le comunicó casi chocando sus narices, sacando su mano de debajo de la de Regulus.

Él observó aquel lugar por un instante, y luego subió la mirada a los ojos de Priscila. Eran verdes, notó. Pero la intensidad de su mirada iba más allá del color.

Priscila bufó.

Regulus hizo una mueca hosca.

Los dos volvieron a sus respectivos deberes sin volver a hablarse hasta que una nueva discusión ganó al silencio.

— Es en sentido de las agujas del reloj, lo arruinas, Prisilly —rugió, parándose detrás, agarrando el cucharón de madera aun cuando ella lo tenía entre sus manos.

Priscila blasfemó, soltando el cucharón de repente para levantar sus manos tensas a los lados de su cabeza, acumulando una bola de energía llena de odio entre la distancia que había entre las palmas, al mismo tiempo que gritaba como forma de queja.

— Sh. Vierte el jengibre —ordenó sin dejar de revolver.

— Hazlo. Me cansaste —rendida, pasó por debajo de los brazos de Regulus, rodeando la mitad de la mesa hasta llegar a su banco—. Te odio.

— Ay, Potter. Yo te odio más —contestó suave, sin dejar de ver al caldero, como cambiaba de color a medida que agregaba el jengibre, hasta que sintió un golpe y la miró— ¿Me pateaste?

— No...

Fastidiado, decidió ignorarla.

— Ven aquí. Los escarabajos hay que agregarlos sin dejar de...

𝐉𝐮𝐝𝐚𝐬  | Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora