Capítulo 29

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El omega cayó arrodillado frente al retrete, expulsando desde su garganta todo aquel contenido que su organismo no parecía querer conservar. Vomitó todo su desayuno, y hasta la limonada que se había bebido durante la noche en el bar.

Una mano ajena se posó en su desnuda espalda. El alfa le dio aliento mientras le retiraba los rebeldes cabellos de su rostro.

Un gran alivio se presentó en Jungkook cuando al fin el asqueroso vómito cesó. Con algo de papel se limpió la comisura de sus labios, sin embargo, no sintiéndose para nada limpio, se enjuagó la boca en el lavado.

No supo en qué momento Taehyung se había marchado para traerle agua, pero allí estaba, ofreciéndole un vaso cargado de aquel líquido transparente.

—¿Hay algo que dabas decirme? —inquirió el mayor tras haberle entregado el vaso. 

El omega bebió el agua, mirándolo como si no supiera nada.

—Mh, no.

—Jungkook. —dijo su nombre en tono de advertencia.

—¿Qué? Me habrá hecho mal algo que he comido, ¿qué quieres que te diga? 

Taehyung frunció los labios no muy convencido.

—¿Por qué siento que hay algo más?

El menor elevó sus hombros luciendo desinteresado y regresó a la habitación, siendo seguido por el otro.

—Jungkook —el alfa le tomó de un brazo con cuidado deteniéndole su andar—. No me ocultes nada, ¿realmente es por algo que has comido?

—Es lo que supongo yo, Taehyung. O capaz fue algo que me dieron anoche, no lo sé. —objetó fastidiado soltándose del agarre del mayor.

Era mentira. Por supuesto que Jungkook sabía la verdadera razón de su repentino vómito, pero no podía revelársela a Taehyung. No porque no quisiese, al contrario, le carcomían las ganas por contarle. Pero, ¿qué ganaría con ello? Taehyung se separaría de él; se desvanecería de su vida por años.

No quería que su alfa se encontrara en otro continente preocupado constantemente por él y su embarazo. Sufriría mucho al verse privado de compartir con su omega aquella bonita etapa, no pudiendo ver ni acariciar su hinchado vientre, ni tampoco presenciar el nacimiento. 

Se perdería la preciosa imagen de su bebé recién nacido, todo chiquito y delicadito, con sus puñitos apretados y sus ojitos cerrados, durmiendo envuelto en una acogedora manta entre los brazos de Jungkook. También se perdería los primeros pasos, las primeras palabras, los primeros dientes, ¿y quién sabe qué más?

El omega aseguraba que el alfa no podría vivir sabiendo que a miles de millas se hallaba su bebé creciendo sin la presencia de su otro padre. Era demasiado para un corazón tan noble como el de Taehyung. Por tal motivo, lo mejor era que su cachorro continuase siendo un secreto.

Sin embargo, algo dentro de él se rompió al tener en cuenta que su alfa no lo acompañaría en su primer embarazo. Su pancita no recibiría besos, ni mimos, ni sería tiernamente consentida por Taehyung. No tendría a su alfa para que le cumpliera sus futuros antojos, ni para que lo consolara en sus días de sensibilidad, o lo aguantara en sus días de fastidio. Taehyung no estaría para él, ni para su bebé, y eso le llenaba de angustia.

—¿Me estás escuchando? —oyó, de pronto, el cuestionamiento del mayor.

—¿Qué?

El omega había entrado en un estado de desorientación en cuanto a la conversación. Los pensamientos que le habían hecho sentir una enorme pesadumbre hicieron que dejase de prestarle atención al alfa.    

SUBLIME DOMINACIÓN. ➸taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora