Delirium | DaeRin |

03

Visitant

El pitido de una máquina la hizo despertar, sus ojos pesados fueron invadidos rápidamente por una luz que juraría la dejaría ciega.
El cuarto en el que estaba no le era para nada familiar, era más blanco de lo habitual y la cama se miraba mucho más alta que la suya, desde su perspectiva.

No recordaba mucho del porqué estaba ahí, ni de porqué sus brazos dolían tanto, en especial el izquierdo. Trató de levantarlo, solo para visualizarlo parcialmente vendado y con un suero conectado a él.

—No, no lo entiende Doctora Jo —escuchó a alguien afuera de la puerta, que suponía era Minji, por el tono de voz grueso. —. Trató de suicidarse, no sé que otra excusa tenga que decirle para que usted acepte que necesitamos asignar un enfermero para la señorita Kang —el despeje de memoria repentino dejó algo confundida a la menor, no recordaba por completo a lo que se refería, pero eso explicaba el dolor en su brazo. Haerin soltó un quejido silencioso mientras llevaba su extremidad buena a su frente.

—Genial, Haerin —se dijo a si misma, incrédula por la situación. Aunque no quería seguir escuchando más de la conversación de su doctora, parecía que la voz fuerte de Minji era por naturaleza ruidosa.

—Lo único que espero después de esto, es que manden cuidadores que sepan lo que hacen. El último interno que llegó, lleva menos de dos días aquí y ya ha causado varios desastres —al final de todo, Haerin no se equivocaba al pensar que ese chico era un tonto—. Lo diré una sola vez, si usted no consigue a esa enfermera, yo misma me encargaré de contratar a una. —el tono molesto de la mujer afuera podía notarse a kilómetros y el último pisotón que tiró en el suelo le indicó que la llamada había terminado.

Minji, apareció entonces dentro de la habitación, encontrándose a Haerin despierta como primera vista.

—Oh por Dios, por fin despertaste —como lo habitual, tomó la linterna de su bolsillo y revisó sus pupilas oculares. —. Pupilas dilatadas, color de piel natural y garganta lo suficientemente abierta.

Haerin cerró rápidamente la boca después de que la mujer revisara todos los orificios en su rostro, y le obsequió una mirada de disgusto.

—¿Dónde estoy? —cuestionó confundida.

—Estás en el area de cuidados intensivos —soltó Minji mientras verificaba la bolsa de suero que goteaba conectada a su brazo —. Llevas al menos algunas horas aquí.

—¿Intenté matarme? —aunque había ya escuchado todo, simplemente quería estar segura de lo sucedido.

—¿No lo recuerdas? —Kim paró repentinamente lo que estaba haciendo, para mirar a la menor con sorpresa. Pero al recordar su profesionalismo médico, evitó crear flashbacks repentinos en Haerin con sus palabras —. Sólo, fue un pequeño ataque de pánico. —trató de omitir su respuesta diciéndole solo parcialmente la verdad.

—No estoy sorda, escuché tu conversación afuera —Haerin se incorporó poco a poco en la cama, haciendo un gesto de dolor cuando recordó su brazo herido. Minji trató de ayudarla a sentarse, pero la otra negó con la cabeza cuando se acercó.

—Solo te dire que se te asignará una enfermera cuando regreses a la clínica —dijo la mayor, suspirando y acomodando la almohada en la espalda de la peli café —. Tú dosis y medicamentos cambiarán un poco y tendrás ciertas restricciones que quedarán a cargo de la persona que se te asigne.

Haerin rodó los ojos al no obtener la respuesta que quería, pero se inmutó a responder. Estaba demasiado débil como para abstenerse a aquellas órdenes que estaban fuera de su control.

Minji checó por última vez el brazo, verificando que el vendaje no necesitara algún cambio y se alejó a tomar algo del mueble frente a la camilla.

—Te daré unos días de reflexión, tu próxima sesión será el jueves —cuando Haerin por fin se sentó en la cama, la doctora le otorgó un control remoto y al percatarse de aquella mirada confundida de su paciente por el aparato, alzó los hombros. —. Beneficios de C.I.