EUFORIA

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-¡¿Doscientos años?! -me quedé de piedra, era lo último que pensaba escuchar- Creo que llegué un poco tarde, je, je, je -intenté reírme para quitarle peso a la situación.

-No importa, casi no lo sentí. Eso sí, me siento un poco oxidada -puso su mano en el hombro, girándolo con dificultad- Supongo que quieres saber qué me pasó exactamente, ¿no? -asentí- ¿Por dónde empiezo...?

Mientras caminábamos me contó la gran mayoría de sucesos que había pasado en su larga vida. Primero, empezó hablando sobre cómo su población se parecía muchísimo a la mía, aunque con ligeros cambios... Por ejemplo, en el mío existía la izquierda; en el suyo, la derecha. Eso también tenía que ver con los colores, sus frutos tenían colores muy vivos, como el rojo, amarillo, naranja, rosa... y su cielo era de color naranja rosáceo. Ante esta información me quedé fría, pues nuestros colores eran azul, morado, verde, gris... y nuestro cielo una mezcla entre azul y morado. No entendía cómo en doscientos años las cosas habían cambiado tanto, y, ¿siquiera era posible que el cielo cambiase de colores? Todo esto olía mal, demasiado mal.

-¿Y sabes por qué ese cambio tan radical? ¿No te extrañó cuando saliste de allí? -pregunté curiosa.

-Bueno, puedo hacerme una idea, pero aún no te lo diré, déjame acabar de contártelo del todo... -hice silencio. Ella siguió hablando durante un buen rato, creo que le caí bien, no pensaba que contaría tanto- Las cosas funcionaban muy diferente a comparación de ahora. La gente era igual, no tenían emociones y se dedicaban solamente a trabajar, yo era igual que ellos hasta que un día, la dama púrpura apareció y me despertó.

-¿La dama púrpura?

-Así la llamábamos -creo que sabía a quién se refería- Era una joven chica de cabellos y ojos morados, la ropa igual, del mismo color.

-Sí, ¡fue ella! ¡Ella también me despertó a mí! -me miró extrañada- ¿Llevaba gorro?

-Ehhh, no, o sí, no sé, no lo recuerdo bien pero... ¿Cómo que te despertó a ti también? No tiene sentido... -estaba confusa, intenté aclararle las dudas.

-La chica era joven, y me despertó, pero yo no la vi en persona, sino en mis sueños.

-¿Qué? ¿Seguía siendo joven? -se llevó la mano a la barbilla pensativa.

-Sí, era joven, te digo que es la misma.

-¡Espera! Ya sé, no, no, ¿joven? Bueno, han pasado doscientos años y yo sigo siendo joven, pero esta gente no es mi gente, y además, faltan los chicos, ¿dónde están? -me acababa de dar mucha información, tenía que ir paso por paso.

-Sí, era joven, y tiene sentido que la gente sea diferente, tu sociedad y la mía son muy diferentes.

-Sí, pero nosotros no morimos naturalmente, ¿a dónde han ido? ¿Y por qué la dama púrpura era púrpura? Si ese color ni siquiera existía... -parecía estar comiéndose la cabeza- Aghhh, ya no sé nada, venía a aclararte cosas y solo me estoy liando más -intenté consolarla.

-No te preocupes... Es normal, llevas mucho tiempo allí, sin saber nada, es obvio que estés confusa -no sirvió- Quiero ayudarte pero... no sé de qué hablas exactamente, ¿a qué te refieres con que la dama púrpura sigue siendo joven? ¿Y lo de los chicos? ¿Qué son los chicos? Si me lo explicas, podría entenderte y ayudarte -ella se paró un segundo a respirar profundamente varias veces para acabar soltándolo.

-A ver, no sé cómo conozco este concepto ni sé muy bien a qué se refiere, pero la dama púrpura debería de haber envejecido -mi cara de confusión acabó explicándole que, efectivamente, no la entendía- Cómo te lo explico, cómo te lo explico... -se decía así misma- Ya sé, cuando un fruto está negro y no se puede comer, los que ni siquiera se llegan a coger. Eso es parecido a envejecer, que es lo que te lleva a la muerte -más o menos, creo que llegaba a comprenderlo- Pues eso exactamente, la dama púrpura debería de estar muerta.

El Bosque EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora