Capítulo 41

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~Emil~

Le doy los últimos retoques a la pintura en medio de aplausos y algunos silbidos del pequeño grupo que se ha formado a mi alrededor

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Le doy los últimos retoques a la pintura en medio de aplausos y algunos silbidos del pequeño grupo que se ha formado a mi alrededor. Sonrío con suficiencia, porque casi todos los lienzos se me han vendido. Ha sido una mañana muy productiva.

—¿Qué opinan de este? —pregunto mientras les muestro el cuadro terminado.

—Queremos saber si tienes novia —responde una chica y las demás empiezan a reírse.

No me molesto en contestarle, porque me enfoco en atender a otra persona que sí está interesada en comprar. Es incómodo que vengan con las intenciones de ligar cuando lo único que deseo es ganar dinero.

Logro vender todas las piezas, así que me quito el delantal y comienzo a recoger mis cosas para llevar a cabo los planes que tengo pendientes. Lo primero es ir a hablar con Tommy, el bartender que trabajaba en el bar de Camila, para preguntarle si sabe algo de ella. Debo asegurarme de que esa loca no está tramando algo.

No le he dicho nada a Leah, pero sería capaz de matar a Camila si le llega a tocar un pelo siquiera. Estoy dispuesto a defender lo que tenemos con uñas y dientes si es necesario, ya bastante problemas hemos tenido por culpa de esa desquiciada.

—¿Emil?

Poso los ojos sobre un hombre alto, vestido casual, que me observa de arriba abajo.

—¿Quién lo busca? —pregunto, ceñudo.

No responde. Revisa el bolsillo de su pantalón, saca una tarjeta y me la extiende.

—Ve ahí el sábado a las diez. Lleva tu mejor obra y sé puntual.

Agarro la tarjeta, confundido por lo que ha dicho. El tipo se va, sin darme la oportunidad de preguntarle qué significa esto. Leo la dichosa ficha y los ojos se me abren cuando veo que se trata de una galería de arte.

El corazón se me acelera tanto que suelto todo y me recuesto de una columna para poder respirar mejor. No quiero hacerme ilusiones, pero el simple hecho de que me haya pedido ir a ese lugar me emociona. Entonces, la realidad me golpea fuerte cuando recuerdo que debo pintar algo demasiado bueno para impresionarlo.

«Mi mejor obra», repito.

La mente se me queda en blanco, justo ahora que necesito creatividad para pintar un cuadro representativo. Algo que sea realmente bueno. La inseguridad me aturde y los nervios provocan que me de ansiedad.

Las ganas de fumarme un cigarro me visitan más fuertes que nunca. No quiero sucumbir, por lo que busco en mi chaqueta una tableta de chicle y me lo echo en la boca.

Más calmado, agarro todos los paquetes y me dirijo hacia donde está la camioneta estacionada. Conduzco con manos temblorosas. Sigo dándole vueltas a la cabeza de qué podría pintar para el sábado.

Eres tú © [Saga Tú: Libro 3] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora