Capítulo 3

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En algún punto acabaron lanzando la bebida de Violet sobre ella. Fue inevitable reír para todos mientras salían de la cabina.

—Joder, ¿quién va a lavarla? —Se queja.

—A ver, conozco a un chico que trabaja en la tienda de costura. Vamos a ver qué puedes ponerte de allí —Esteban intentaba no reír.

—¿Los esperamos para subir a la rueda? —Jordán preguntó con esos ojitos de cachorro, esa mirada su mejor amiga la conocía a la perfección.

—Vayan, cuando vuelva, vuelves a subirte con Esteban. Yo no pienso subir en eso.

—Genial —sin esperar a que alguien más dijera algo, tomó la mano de Aarón y lo hizo correr con él a la fila. Subieron cuatro personas más y fue su turno—. Qué suerte, no quería esperar tanto.

—¿No le temes a las alturas?

—No estuviera emocionado de montarme aquí —la rueda comenzó a moverse—. Tomare muchas fotos, mi tía las amara.

—Violet me dijo que intentaron convencerla de venir y no quiso.

—No le gusta salir mucho —se escogió de hombros mientras tomaba una foto más—. Y quisiera que le gustará explorar el mundo, después de tanto, se lo merece.

—Es viuda, ¿no? Disculpa lo metido, Violet me lo comento.

—Y ella no escatima en detalles —ambos rieron—. Lo es y temo que no quiera darse una oportunidad en el amor por haber perdido a mi tío.

—Tienes el mismo temor que Violet —suspira y gira su rostro al frente, observando las luces del pueblo—. Es complicado, Jordán, pero créeme que intentamos entender que a quienes amábamos ya no están y si podemos amar a alguien más.

—¿Es inevitable sentirse culpable? —Inquiere.

No quería hacer sentir incómodo al padre de su amiga, pero esa conversación lo podría ayudar a entender mejor a su tía.

—Lo es...

—¿Hace cuánto eres viudo? Oh, lo siento, no debí preguntar eso.

Tomó otra foto solo para prestarle atención a otra cosa que no fuese lo metido que es el los asuntos ajenos.

—No te preocupes —le resta importancia—. Ya hace diez años, Viole tenía once años cuando eso.

—Vaya, debió ser difícil... Ahora me siento mal.

—¿Por qué deberías?

—Porque veo tus ojos húmedos —dijo con obviedad.

Hasta ese momento, Aarón reaccionó, pestaño haciendo que las lágrima contenidas salieran y las limpió rápidamente.

—¿Ves aquellas luces que giran? —Jordán asintió siguiendo a donde apuntaba—. Es la casa del alcalde.

—Después de lo que sucedió... ¿su hijo a tenido otra relación?

—Los paparazzis no tienen compasión por nada, después del accidente cada vez que lo ven con un chico, lo fotografían diciendo que ya tiene otro amor —ríe—. Pero dudo que uno de esos chico sea algo de él.

—Debe ser horrible perder a alguien que amas —suspira.

—Lo es —sonrío con tristeza—. Más de esa manera.

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Esteban siguió jalando la manga de su sudadera suplicando.

Pintar tu gris de colores |Bl|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora