Viendo el sol ocultarse, ambos estaban sentados sobre el capo del auto compartiendo un momento de silencio mientras comían unos brownie que él mayor había preparado. Al final, ambos habían desicidido quedarse en el lugar hasta que oscureciera.
El menor tenía mucho en su cabeza, deseaba simplemente dejar todo a un lado y lanzarse sobre el hombre a su lado y hacer lo que había deseado desde hace días. Se sentía decidido sobre lo que en él estaba comenzando a nacer. Sabía que dejarse llevar por sus impulsos solo podría arruinar tanto su relación con su mejor amiga como con su padre.
Aarón había logrado despejar su mente sobre el joven, dando paso a muchos recuerdos que empezaron a aparecer cuando su vista disfrutaba del colorido naranja que resaltaba en las nubes efecto del sol ocultándose entre ellas. Recuerdos que, aunque no deseara, se llevaban su paz y calma.
El vacío que por tantos años había sentido por la ausencia de aquel amor se intensificaba a medida que los recuerdo se reproducían. Se sentía tan mal ver un mundo sin color cuando habían muchos que deseaban verlo pero no podían, había quienes quisieran conocer el color del sol, del mar y las estrellas, pero tenían un impedimento. Mientras él, teniendo aquella oportunidad, veía su mundo como una escala de grises constante.
Hacía mucho tiempo que no sabía lo que era reír libremente con sinceridad. Tras aquel pensamientos, recordó las veces que el chico de ojos grises y brillantes, lo había hecho reír con tanta facilidad y así volvió a ocupar su mente aquel joven risueño.
Bufó, entendiendo que no sería fácil despejar su mente sobre los pensamientos que involucraban al más joven.
—¿Crees eso que suelen decir sobre que después de la tormenta sale un arcoíris? —Preguntó el chico de pronto, haciendo que su mirada cayera en él.
—No lo sé, ¿por qué preguntás?
Él chico se escogió de hombros.
—Siento que a veces nos estancamos en la peor tormenta de nuestras vidas y entonces, no somos capaces de ver los colores del arcoiris al final de esta.
—¿Qué quieres decir?
—Si nos esfocamos en el pasado, no podremos ver lo bello que hay en nuestro futuro e incluso en el presente si soltamos lo que nos rompe por dentro.
—¿Acaso estás dentro de mi cabeza? —Rió, tanto por lo que el chico decía, como porque él sabia mejor que nadie que efectivamente estaba dentro de su cabeza.
—Lo digo porque veo tus ojos apagados, Aarón.
—¿Cómo los ojos puede verse apagados? —Inquiere riendo, como si lo que él chico dijera fuera imposible.
—Así como dices que en los míos puedes ver un brillo —sonríe ante el recuerdo.
—Tal vez si vea ese arcoiris, pero no quiere decir que aveces el tiempo se vea nublado.
—No creo que estés viendo los colores, tus ojos dicen más de lo que crees. Suelen decir que los ojos son la ventana del alma, no todos saben cerrarla y tú eres uno de ellos. Puedo ver perfectamente a través de tus ojos.
—¿Qué ves, según tú?
—Un mundo sin arcoiris.
—Un mundo con arcoiris gris —señala en afirmación, notando que admitir algo así frente al chico no lo incómodo. Suspiró—. Yo...
—Aarón, ¿puedo pedirte algo? —Pregunta con duda.
—Mmm, hazlo.
—¿Me dejas pintar tú gris de colores?
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Pintar tu gris de colores |Bl|
Short Story¿Se puede tener un gran brillo en los ojos con el alma rota? Jordán era la respuesta de esa gran pregunta que aquella persona se hacía una y otra vez cada que lo miraba, otra pregunta era; ¿por qué sus ojos brillaban cuando lo veía y su corazón se a...